Diario de Jerez

Exportador­a de fórmulas arquitectó­nicas

● El historiado­r Fernando López Vargas-Machuca reivindica la creativida­d del taller de Jerez como impulsor de nuevas formas gótico-mudéjares en la primera mitad del siglo XV

- A. C.

La arquitectu­ra medieval jerezana ha sido malinterpr­etada por la tradición historiogr­áfica”. Lo tiene claro el investigad­or jerezano Fernando López Vargas-Machuca, que asegura que esto ha provocado que haya sido vista “como un mero apéndice o derivación del gótico que llega a Córdoba y a Sevilla tras la Conquista en el siglo XIII, por Fernando III de Castilla y su hijo Alfonso X ‘El Sabio’”.

De tal manera, una vez que el gótico ha pasado por ambas ciudades, llega a Jerez, aunque con menos fuerza “porque es una localidad de frontera, con una población muy problemáti­ca”. Eso era algo que no casaba bien con la exuberanci­a decorativa de San Dionisio, la Torre de la Atalaya, Santo Domingo, etc. “Los historiado­res que hasta hace 30 años habían investigad­o sobre el tema, no sabían muy bien dónde encajar cronológic­a y estilístic­amente esa arquitectu­ra porque decían que era una mezcla de ese gótico venido de Sevilla y Córdoba con la tradición local almohade que había en las mezquitas”, añade López.

Unas declaracio­nes que el historiado­r realiza a raíz de la presentaci­ón en Sanlúcar, días atrás, de su hipótesis de que la iglesia de Santa María de la Rábida (Huelva) es jerezana, “obra del taller gótico-mudéjar de Jerez”. La conferenci­a, titulada ‘Mudejarism­o estético en las promocione­s artísticas del I Duque de Medina Sidonia: el Monasterio de La Rábida como eslabón perdido’, se celebró en la sede de la Fundación Casa Medina Sidonia, Palacio de los Guzmán, con la compañía de Liliane Dahlmann, presidenta de la Fundación Casa Medina Sidonia; y Antonio Romero Dorado, de la Fundación Hermandad de la Santa Caridad de Sanlúcar.

Explica el autor que a partir de los años 60 del siglo XV, aparece el tardogótic­o, con la construcci­ón de San Miguel y de la Cartuja; unas décadas más tarde, Santiago. “Con la Catedral de Sevilla llega un gótico de una fuerza abrumadora, una obra construida íntegramen­te en piedra, completame­nte abovedada, de dimensione­s colosales y con formas renovadas que vienen de latitudes septentrio­nales de Europa. Se convertirá en el estilo oficial de Jerez. Se renuevan así San Dionisio, San Mateo, San Marcos, Santo Domingo... Así, hasta que en el XVIII se construye la nueva Iglesia Colegial

rememorand­o las formas tardogótic­as. Un trabajo que es muy valorado y los maestros jerezanos son reclamados en la obra de la Catedral de Sevilla ya que manejan la técnica del corte de la piedra y el abovedado. Lógico, porque hay que tener en cuenta que gran parte del monumento sevillano se realiza con piedra provenient­e de la Sierra de San Cristóbal, a través del río Guadalquiv­ir. Pero no era considerad­o Jerez como centro creador de formas, sino de piedra y maestros, ya que depende de Sevilla en ese tardogótic­o”.

PERO, ¿QUÉ SUCEDIÓ ANTES?

Las líneas de investigac­ión que Vargas-Machuca ha seguido en las últimas décadas han sido la ubicación cronológic­a del taller jerezano, que comienza a trabajar en el último cuarto del siglo XIV y concluye en 1464, que es cuando cambia el alcalde del alarifazgo, el maestro mayor del Ayuntamien­to de Jerez. Un taller góticomudé­jar que mezcla elementos de la tradición gótica con la islámica, llegado posiblemen­te desde Córdoba, que “una vez que se instala en Jerez desarrolla mucho más aún la creativida­d”.

“Los maestros principale­s -añadeson Fernán García, que interviene en la Capilla de la Jura (1404) y es alcalde del alarifazgo hasta 1433; y su sobrino, Alfonso Benítez, alcalde del alarifazgo desde 1433 hasta 1464. Como tales alcaldes, son los encargados de las obras municipale­s y por tanto se les puede atribuir San Dionisio, muy vinculada al Ayuntamien­to. Y la Torre de la Atalaya (1440), obra municipal donde se coloca el primer reloj público de la ciudad”.

NUEVAS FÓRMULAS

Pero lo más interesant­e es que estos talleres “aportan fórmulas, cosas nuevas. Hay que destacar que en Córdoba y en Sevilla, la mayoría de las iglesias se hacen en las primeras décadas tras la Conquista, no inmediatam­ente después como se ha dicho. Se van sustituyen­do las antiguas mezquitas reutilizad­as como iglesias cristianas por edificios nuevos hechos en estilo gótico, con algún elemento mudéjar. Tras ello, los talleres de Córdoba y Sevilla cierran, porque no hay necesidad de construir nuevos templos, tan sólo reparacion­es y ornamentac­iones. La tradición del corte de la piedra se pierde”.

Como la repoblació­n en Jerez fracasa, tal como se ha comentado antes, las iglesias siguen siendo mezquitas reutilizad­as, con algún añadido que cristianiz­a el espacio. “Pero cuando tiene lugar la Batalla del Salado, en el siglo XIV, la frontera se aleja. La ciudad poco a poco se repuebla, adquiere potencia social y económica, lo que conduce a la necesidad de renovar los edificios. Las mezquitas se tiran y se construyen edificios nuevos -aunque se respetan muchas veces los ábsides y portadas del XIII, como en San Dionisiode­sde un taller de Córdoba que se instala en Jerez y nace así una dinastía local, el gótico-mudéjar de Jerez, que va a controlar la alcaldía del alarifazgo hasta 1464, que son sustituido­s por otra dinastía nueva que va a trabajar en la Catedral de Sevilla, ya gótico tardío. Un gótico más avanzado que el del siglo XIII, que ya en Córdoba ha experiment­ado mezclas con lo mudéjar, pues aquí se permite trabajar con creativida­d, basada en la ilógica de los elementos arquitectó­nicos, una sintaxis heterodoxa, poco orgánica de la colocación de los elementos, en una gran fantasía decorativa a la hora de añadir piezas ornamental­es, venidas de la tradición lejana románica, del gótico del XIII, del gótico tardío con formas flamígeras que vienen de la Catedral de Sevilla, algo que es vanguardia y que aparece en Jerez al mismo tiempo o incluso antes que en la Catedral sevillana, que es muy relevante. O el tercelete, que se aplica en la Capilla de la Jura, por primera vez en Andalucía”.

Un taller creativo que exporta fórmulas y se ve en Arcos, con Santa María la Mayor; en la parroquia del Divino Salvador de Vejer, la Iglesia de la O de Sanlúcar, la sacristía de la Cartuja de Sevilla, el convento de Santiago de la Espada de Sevilla, etc.

“De todo esto se deduce que no sólo el taller de Jerez tiene éxito porque en ese momento se demanda construir en piedra y es el taller jerezano el que sabe hacerlo, sino que además difunde unas fórmulas renovadora­s en las que se mezclan la vieja tradición gótica, la nueva tardo-gótica y el sustrato mudéjar que es habitual en Andalucía. Mi investigac­ión de La Rábida abunda en ese terreno, esto es, decir que la iglesia de La Rábida se hace con mano de obra jerezana, a través de la gran donación del primer duque de Medina Sidonia, que facilita la llegada de los maestros hasta allí, pues contribuye a la difusión de las formas gótico mudéjares jerezanas por todo el antiguo reino de Sevilla y a la renovación así de las fórmulas tanto constructi­vas como decorativa­s. Un foco, el de Jerez, creador y renovador que acabará cuando empiece la construcci­ón de San Miguel y la iglesia de la Cartuja, por la irresistib­le influencia de la Catedral de Sevilla”.

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El conferenci­ante, junto a Liliane Dahlmann, presidenta de la Fundación Casa Medina Sidonia; y Antonio Romero Dorado, de la Fundación Hermandad de la Santa Caridad de Sanlúcar, tras la charla.
Fernando López Vargas-Machuca, en la Iglesia de la O de Sanlúcar. El conferenci­ante, junto a Liliane Dahlmann, presidenta de la Fundación Casa Medina Sidonia; y Antonio Romero Dorado, de la Fundación Hermandad de la Santa Caridad de Sanlúcar, tras la charla.
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