Hondamente resuena la soledad del valle Poem by Carlos Obregón

Hondamente resuena la soledad del valle

(Deyá, Agosto)

Hondamente resuena la soledad del valle
poblada por las aves en su vuelo errabundo.
El sol reverbera bajo un sol inclemente
que despierta en las piedras un fulgor rojo y seco.
La torre de la iglesia domina vigilante
el mar y las colinas. En el hastío de agosto
el agua se desliza bañando con desidia
el cauce del invierno, mientras viejas esquilas
llaman, entre olivares, algún pastor ausente.
Por los huesos asciende el calor de la tierra,
fuego de lentas lenguas y de arcanas preguntas
que en los labios se encienden. No hay nada bajo el cielo,
sólo oquedad quemada por la luz del estío.
La espera está en la tierra, la carne está en el siglo.

Hacia las rocas vivas de los cerros del fondo
mi soledad se adentra mientras arden los ojos
en un mirar sediento. Calor de pocas horas
me queda entre las manos. Sumido en su añoranza,
por el Clot baja el tiempo huyendo con hondura
hasta el umbral del alma. El ojo mira y reza.
Quizás el ciego muere en la casa del río
y su perro, en el huerto, huele a Dios sin saberlo.

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