Grulla Común Grus grus
El Orden de las Gruiformes
comprende once familias de pájaros de las que cuatro están representadas en
Europa. Aunque de tamaños muy diversos, desde la gigantesca Grulla Común
Grus grus hasta
el pequeño Torillo Andaluz Turnix sylvatica,
todos tienen en común un esqueleto similar y parecida anatomía muscular.
Casi todos son aves de marismas, en especial durante la época de la
reproducción y la mayoría poseen un carácter tímido y huidizo. Las de menor
tamaño tienen costumbres muy reservadas y su estudio y observación son
difíciles. Sus voces no son precisamente musicales, pero los sonidos que
emiten en vuelo o cuando se ocultan entre densa vegetación acuática, pueden
servir para conocer su presencia e identificar las especies, operación no
muy fácil en una visión fugaz de las de menor tamaño. La mayor de todas y sin
duda la más espectacular es la Grulla Común Grus grus, un pájaro de
estructura inconfundible, andar pausado y elegante, que desde siempre ha
sido admirada y sus migraciones objeto de estudio relacionadas con
situaciones diversas en los países que atravesaban. El plumaje de una Grulla
Común adulta es gris pizarroso uniforme, salvo las plumas primarias y
secundarias de las alas que son negras o de color negroazulado. Parte de las
secundarias y las cobertoras son muy largas cayendo en cascada por encima de
la corta cola, ocultándola y dando la sensación de que es más grande y
abultada como la de un gallo doméstico. Al verla de cerca se le aprecia un
trozo de piel desnuda de color rojo vivo en el píleo. El cuello es negro en
su parte superior, así como la garganta, frente y nuca, pero a partir de los
ojos hay una ancha banda blanca que coge los carrillos y desciende por parte
del cuello. El pico es gris verdoso, rojizo en la base; las patas son negras
y el iris de los ojos rojo. Las grullas adultas viejas pueden llegar a medir
115 cm, de longitud, aunque un promedio de 110 cm es normal. Las jóvenes son
de menor tamaño y tienen la cabeza de color castaño totalmente emplumada, es
decir sin el trozo de piel desnuda de los adultos. La garganta es grisácea y
en general las partes superiores son parduzcas con una cola menos abultada.
Las patas son marrones o pardo grisáceas y el iris es gris o marrón. En
sucesivas mudas van adquiriendo el plumaje de los adultos, pero no antes de
tres o cuatro años, pasando por variados plumajes de transición. No existe
un dimorfismo sexual acusado. La única especie con que
puede confundirse la Grulla Común en una somera observación y por personas
no conocedoras de estas especies, es con la Garza Real Ardea cinerea,
pero su apariencia es diferente, las patas son más largas y el pico de menor
tamaño. Sobre todo es dato importante lo que ya se indicó antes sobre la
elegancia de sus movimientos. Anda con el cuerpo en posición horizontal,
reposadamente y llevando el cuello curvado. Se mantiene alerta y si está
alarmada estira el cuello y permanece un buen rato en actitud expectante. Su
vuelo es lento, pero potente y las formaciones en uve de los bandos son
frecuentes, pero a menudo las deshacen, volando entonces en líneas o en
grupos. Su silueta con el cuello y las patas extendidas es inconfundible.
Entonces destacan bien sobre el plumaje que parece muy claro, las negras
plumas primarias y secundarias de las alas. Es un pájaro tímido que
huye al menor asomo de peligro, corriendo unos metros por el suelo con alas
desplegadas antes de iniciar el vuelo y es también uno de los pájaros más
ruidosos y sonoros que existen. Su voz es bien conocida y puede describirse
como un graznido de largo alcance emitido en tono alto y áspero ¡¡krruu!! o
¡¡gruuj!! y también ¡¡kaerr!!. Pérez Chiscano y Fernández Cruz (1971) en su
exhaustivo estudio de las grullas invernantes en Extremadura dan un dato
importante sobre la voz de estos pájaros: «si el bando pasa coronado y bajo,
entonces se percibe claramente otro grito mucho más débil y totalmente
distinto, una especie de piar que recuerda el canto de un gorrión. Este
segundo grito lo emiten tanto los adultos como los jóvenes, detalle
comprobado al reconocer edades en los bandos». Variaciones de su voz
fundamental se oyen en los lugares donde este pájaro anida, en especial
cuando interpreta su espectacular cortejo. El sonido de gorrión escuchado
por Chiscano y F. Cruz en Extremadura ya había sido señalado por Heinroth y
éste consideró que había variaciones según la edad. Así, los jóvenes emitían
una especie de silbido y las grullas viejas un gorjeo y ambos escuchados a
distancia eran asimilables a la voz del Gorrión común. La Grulla Común se
alimenta fundamentalmente de materia vegetal, raíces de hierbas, ramillas
tiernas y vegetación subacuática de las orillas de estanques y pantanos.
También insectos: coleópteros, dipteros, etc. Jourdain da como dato
significativo el examen del contenido de un estómago en el que se
encontraron 54 larvas de Tipula. También come pequeños y medianos moluscos y
crustáceos. Cuando inicia la emigración otoñal y frecuenta campos de labor,
devora infinidad de semillas de toda clase de plantas, pero sobre todo de
cereales cuyas cosechas se están recogiendo o lo han sido ya. Cebada, trigo,
avena, guisantes, etc. son frecuentes en su dieta. En España P. Chiscano y
F. Cruz observan que cuando llegan en los últimos días de octubre se las ve
en Extremadura en los rastrojos de cereal donde sin duda encuentran granos
en el suelo. De mediados de noviembre a últimos de diciembre sus lugares
preferidos para comer son los encinares, mejor los destinados a la
«montanera» o ceba de cerdos en los que se varean las encinas para que
caigan las bellotas al suelo. De enero a marzo están principalmente en los
cultivos de cereal o leguminosas (bajo las encinas) y posiblemente se
alimentan de brotes tiernos y legumbres. Jourdain señala que en el estómago
de una Grulla Común capturada en Túnez se encontraron 272 huesos de
aceitunas. También se señalan ocasionales capturas de pequeños pájaros que
viven entre los carrizos o anidan en el suelo y de ratones de campo. Especie típicamente
paleártica se reproduce desde Escandinavia, Dinamarca, Polonia y quizá
Rumania hacia el Este a través de Rusia y Siberia. En España es ahora
especie invernante únicamente. Se cree que la última pareja que se reprodujo
aquí, anidó en 1954 en la hoy desecada laguna de La Janda en Cádiz. Sobre
esta laguna Bannerman (1962) facilita datos de interés. Unas pocas grullas
aún criaban en la zona oriental de aquella laguna en 1925. Los pájaros
frecuentaban una gran extensión de carrizos y juncales que ya habían crecido
de 60 a 90 cm. a finales de abril. El inglés Congreve encontró tres nidos
muy juntos en claros de junqueras, que estaban construidos a base de «masas
de juncos» y de un diámetro no superior a 75 cm. El 23 y 28 de abril ya
tenían dos de los nidos la puesta completa de dos huevos. El primer drenaje
en la laguna empezó precisamente en aquella fecha. Aunque este pájaro ya no
se reproduce en España se dan datos por lo que pueden tener de recuerdo
nostálgico para los ornitólogos y aficionados que todos los años vemos pasar
las grullas volando sobre una zona bien delimitada de la Península Ibérica.
Bernis (1966) cree que a finales del siglo pasado algunas parejas de grullas
podían anidar en las Marismas del Guadalquivir y posiblemente sólo rara
pareja habría criado en la Laguna de La Nava en Palencia. La Grulla Común es ahora
ave invernante en Iberia en no escaso número. Bernis (1960, 1966) estima que
existe en el sudoeste de la Península desde octubre a marzo una población
que puede oscilar entre un mínimo de 5.000 y un máximo de 15.000 grullas
comunes. La mayoría deben de proceder de Escandinavia y norte de Alemania.
En este país y en Polonia se forman todos los años concentraciones
premigratorias. Allí se ven las primeras grullas a finales de agosto y a
mediados de septiembre se han completado los grandes grupos que tienen
durante un mes el mismo comportamiento que luego se verá para la zona de
invernada en España y Portugal. Cada mañana las bandadas se dispersan por
áreas más o menos grandes y al anochecer regresan al lugar de la
concentración o dormidero (Bernis, 1966). La masa principal de grullas
migrantes comienza a moverse hacia el Sudoeste y atraviesa Alemania del 11
al 20 de octubre. Sólo muy pocas empiezan a pasar a finales de septiembre y
son muy raras las que se ven en noviembre. Este paso continúa a través de
Francia en una banda migratoria uniforme de una anchura tan sólo 300-400 km.
En España penetra por la mitad occidental de los Pirineos con una superior
concentración sobre el País Vasco y Navarra. En Aragón hay que resaltar la
concentración de grullas en la Laguna de Gallocanta. En toda Guipúzcoa y ya
menos en Vizcaya, la presencia de bandos de grullas volando alto, pero
escuchándose sus típicos graznidos, es un espectáculo corriente y esperado.
De acuerdo con la encuesta realizada por Bernis (1960), en el interior de
Iberia la banda migratoria se ensancha y alcanza una extensa área que va
desde la antigua laguna de la Nava en Palencia hasta las cercanías de la
frontera portuguesa con la provincia de Zamora, donde en las lagunas de
Villafáfila y Villarrin de Campos son frecuentes hasta diciembre las grullas
por gran parte del Centro y sobre todo en todo el Sudoeste, incluyendo las
provincias portuguesas de Alto Alemtejo, Baixo Alemtejo y Ribatejo y las
españolas de Cáceres, Badajoz, Salamanca, Huelva, Cádiz, Sevilla, etc. Las
grullas que permanecen en Zamora, Valladolid, Palencia y Salamanca, pronto
descienden hacia el Sur y se concentran con preferencia en la Extremadura
española, donde en diciembre hay ya varios millares de individuos repartidos
por encinares adehesados y rastrojeras. Aunque el grueso de las grullas
migradoras entran en España en octubre y primeros días de noviembre no
quiero dejar de citar algunas observaciones propias muy tempranas en
Guipúzcoa en los últimos días de agosto y en septiembre. Quizá se trataba de
inmaduros no reproductores estacionados más al Sur de su habitual zona de
reproducción en el norte de Europa. El regreso para criar se
inicia, según Bernis, volando los pájaros por una ruta situada ligeramente
más hacia Iberia oriental. Se justificarían así las ausencias de grullas en
zonas noroccidentales donde son abundantes en el otoño. Efectivamente en el
País Vasco es mucho menos acusado el paso primaveral. Desde los últimos días
de febrero se ven ya las grullas volando hacia el Nordeste sobre el centro
de la Península y en los 15 primeros días de marzo pasan casi todas. Tanto
en vuelo otoñal como en primavera se ven grupos reducidos de grullas por
zonas alejadas de su ruta normal. Así se explican los bandos que vuelan
hacia el Oeste siguiendo la costa Cantábrica. En Asturias no es rara su
presencia los primeros días de noviembre. Lo mismo sucede en Santander.
Grullas se ven por la línea costera levantina e incluso no son raras en
Baleares. Bernis señala que en el Levante español entre Cataluña y Almería
existe probablemente una escasa migración regular, pero en el Delta del Ebro
su presencia es muy rara (Maluquer, 1971). El paso a Africa de
bandos migratorios de grullas fue en el pasado exagerado (Bannerman, 1962),
basándose en datos no muy seguros o quizá en una situación de distribución
de las poblaciones que no se da hoy. Bernis (1966) estima que las grullas
que atraviesan el Estrecho en ambos sentidos deben ser muy pocas. Muchos de
los bandos que se ven allí pueden ser debidos a trasiegos normales de
grullas andaluzas hacia las llanuras fluviales marroquíes. El comportamiento de las
grullas que invernan en España ha sido muy bien estudiado por Pérez Chiscano
y Fernández Cruz (1971) y voy a resumir aquí sus observaciones en unas
líneas por no hacer excesivamente largo este trabajo. Los distintos sectores
estudiados en Extremadura por estos ornitólogos, tienen en común que poseen
encinar como comedero y descampado como dormidero. Los primeros son usados
por las grullas. Allí comen y reposan. Los segundos son exclusivamente
utilizados para pasar la noche. Las distancias entre comederos y dormideros
varían desde 2-3 km. hasta más de 30. Las aves empiezan a moverse rumbo a
los comederos con las primeras luces del alba, pero el trasiego es enorme a
la salida del sol, antes en los días despejados y un poco más tarde en los
nublados. Dicen los ornitólogos: «La marcha es ruidosa. Los gritos se oyen
desde muy lejos. La altura a que vuelan no es grande, probablemente no
pasando de 100 metros sobre el suelo. La estancia en los comederos se
prolonga hasta la puesta del sol. Esta estancia es nomádica; las grullas se
trasladan de unos puntos a otros del encinar en cortos vuelos y siempre
gritando. Cuando están en tierra también gritan, pero entonces de manera
distinta. Parece ser una señal de alerta consistente en dos notas, la
segunda en tono más grave. También en el suelo pueden observarse saltos,
enfrentamientos con alas entreabiertas y colas levantadas y otras posturas
más o menos llamativas.» ¿Se trata del comienzo del celo en los últimos días
de su invernada en España? «El retorno de las aves
al dormidero se hace por los mismos sitios que utilizaron por la mañana. El
griterío de las que ya se han posado es contestado por los bandos que se
acercan al dormidero. El aterrizaje de los primeros bandos suele marcar el
lugar de concentración para dormir.» La proporción de jóvenes que Pérez
Chiscano y Fernández Cruz determinaron en las zonas estudiadas por ellos
estaba en 1968-69 en un 13,63%. Es decir, de 132 grullas, sólo 18 eran
jóvenes. En 1969-70 de 648 aves observadas, 65 eran jóvenes del año o lo que
es lo mismo, un 10,03 %. Además, observaron que las jóvenes grullas nunca
andaban solas, sino acompañadas de otras adultas. ¿Podría interpretarse que
se trataba de grupos familiares que conservan su unión en época invernal? El promedio de crianza
anual de la Grulla Común es muy bajo. Bernis lo estima en poco más de un
joven por cada pareja. La puesta normal es de dos huevos, pero también hay
muchas de uno y sólo de forma ocasional se han encontrado de tres. De esta
manera y teniendo en cuenta las puestas que pueden malograrse por diversas
causas, de mil grullas adultas Bernis calcula una población estival (adultas
más jóvenes), quizá no mayor de 1.500 aves. Conociendo la procedencia de las
grullas que invernan en España y su densidad en las áreas de cría europeas
no es aventurado estimar en 10-15.000 grullas las que anualmente entran en
España. No se debe terminar este
estudio sin aludir a la conducta que las grullas tienen cuando está próximo
el emparejamiento. La danza que a partir de febrero inician todavía en sus
lugares de invernada (Chiscano y F. Cruz), tiene su máximo ardor a partir de
marzo. Las grullas caminan con pasos rápidos y cortos con alas
entreabiertas, en círculos, elipse u ocho, haciendo profundas reverencias y
dando saltos en el aire a derecha e izquierda, recogiendo pequeños objetos
del suelo y parándose con una sacudida en actitud tiesa (Tucker, 1940). Los anillamientos han
sido escasos aún en Europa, pero ya ha habido alguna recuperación en Iberia
de grullas anilladas en Alemania y Suecia. Sin embargo, ahora la especie
está protegida y su caza y captura se han prohibido por el Decreto de 21 de
septiembre de 1973. Hay que confiar en que esta disposición sea cumplida por
los cazadores. |