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“LOS AMANTES DEL CIRCULO POLAR”, CASI UNA PRESENTACION DE JULIO MEDEM
Cuando el amor es como de película

El realizador de este film, poco conocido en la Argentina, es gran carta del cine español a la hora de los festivales. Aquí cuenta una historia circular, la de un poderoso amor entre dos chicos criados casi como hermanos, que construirán una relación con destino de tragedia.

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Los personajes Ana y Otto tienen nombres capicúas, como es capicúa el apellido Medem
.“Los amantes...” es un film circular, pleno de variaciones sobre el tema del amor absoluto que narra.

Por Luciano Monteagudo

t.gif (862 bytes) Medem, Ana, Otto... Como los nombres de la pareja protagónica de la película que le valió su consagración internacional, el apellido Medem también es un palindromo, unas letras que pueden ser leídas tanto de adelante hacia atrás como a la inversa. Y lo mismo sucede con toda la melancólica historia de Los amantes del círculo polar, que comienza allí donde termina y que termina en el justo punto en el que se había iniciado, un mismo principio y un mismo fin signados por la marca de la tragedia. Quizá con la única excepción de Antes de la lluvia .-un film con el cual, por otra parte, no comparte nada más-. es difícil pensar en una película con una estructura más deliberadamente circular que la de éste Círculo Polar.Apenas conocido en la Argentina por el paso fugaz de Vacas y Tierra en alguna semana de cine español, y por el estreno inadvertido de La ardilla roja, Julio Medem es, sin embargo, uno de los pocos realizadores españoles -.fuera del consabido Almodóvar– capaces de llamar la atención en el circuito de festivales internacionales. Su cine ostenta siempre un carácter particular, cierto alambicamiento que tiene que ver con su complejo destilado de los elementos, pero también con los interminables giros que les da a sus historias, que suelen no tener nada de lineal. Este es el caso, una vez más, de Los amantes del círculo polar, una película que viene a reivindicar el amor romántico con un espíritu novelesco, un poco a la manera del Werther o Las afinidades electivas, de Goethe, con los personajes atados a un destino que no responde a nada que no sea finalmente la voluntad demiúrgica de su creador. Ante un film que se resiste a la linealidad, resulta difícil resumir la historia de amor de Ana y Otto sin empobrecer la intrincada forma con que Medem la ha desarrollado. Quizá alcance con saber que ambos se conocieron de niños, a la salida de la escuela, cuando la madre de ella y el padre de él eran unos desconocidos, y que cuando atraviesan el umbral de la adolescencia ya se aman, aunque por las vueltas de la vida hayan sido criados como hermanos. Narrada a partir de la subjetividad de uno y otro .”Otto”, se llama un capítulo, y “Ana” el que le sigue, para luego ir alternándose simétricamente– Los amantes del círculo polar es un film hecho de múltiples variaciones sobre ese amor absoluto de la pareja. Un amor en el que los incesantes embates del azar adquieren la categoría ominosa de fatum (dirían los seguidores más fieles del cine de Medem) o simplemente pueden ser considerados como las fantasías adolescentes de su director. La intensidad de cada plano, la expresividad que consigue del difícil formato scope, las enormes elipsis con que va desarrollando distintas etapas en la vida de sus personajes, son sin duda marcas de un cineasta en la plenitud de sus medios. Al mismo tiempo, todo ese caudal expresivo por momentos da la sensación de verse agobiado por una estructura pesada, por una construcción tan rígida y calculada en cada una de sus simetrías, por un guión tan férreo que no deja espacio para que el film vibre de unamanera más espontánea, para que sus personajes adquieran una vida propia, capaz de exceder los inflexibles límites fijados por su realizador.

 


 

“MUNDO GRUA” IMPACTO EN EL FESTIVAL DE VENECIA
La melancolía según Pablo Trapero

t.gif (862 bytes) La película argentina Mundo Grúa fue ovacionada ayer por el público durante su exhibición en Venecia. La crítica lo calificó, en tanto, como uno de los films “más interesantes” de la Muestra. La película de Pablo Trapero, de 27 años, que tuvo un costo de 80 mil dólares y compitió con varias superproducciones, se presentó en el concurso en la XIV edición de la Semana Internacional de la Crítica, organizada por la Bienal y el Sindicato Nacional de Críticos Cinematográficos Italianos. Mundo Grúa es el debut de Trapero, y se estrenó en Buenos Aires en abril, tras recibir el premio a la mejor dirección y al mejor actor en la primera edición del Festival Internacional de Cine Independiente. Para Página/12 es una de las mejores óperas primas, en mucho tiempo, en el cine argentino. Rodada en blanco y negro, la película narra la historia de un hombre de 50 años, El Rulo, que busca un trabajo y no lo encuentra. “Tiene la jerga del lugar en el que sucede la historia que se cuenta, Buenos Aires, pero plantea un problema que no creo sea sólo argentino”, les dijo Trapero a los críticos extranjeros. “El trabajo, o la falta de trabajo, es una realidad muy fuerte en la Argentina, pero a mí no me interesan las películas realistas. El costumbrismo no me interesa. Pero debo decir que la realidad argentina es absurda. Tan absurdo como me parece ahora estar aquí, en el Hotel Excelsior de Venecia.” La grúa, definió, ocupa en el film el lugar de “símbolo del progreso: cuando se llega a una ciudad y se ven grúas se tiene una impresión de crecimiento. En mi película, la grúa es omnipresente, es el contracanto del Rulo, que lenta y melancólicamente va perdiendo todo”. Le preguntaron entonces por el supuesto “espíritu de tango” que tiene el film —que empieza y termina con “Corazón de oro”, de Francisco Canaro—, y respondió que “es la Argentina la que se está convirtiendo en un tango, con su nostalgia del pasado, su señal de fracaso y su melancolía”.

 

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