sábado. 27.04.2024

Muhámmad ibn Túmart fue el fundador del movimiento fundamentalista. Fue proclamado por sus seguidores imam, creencia de raíz ideológica chiita aunque también aceptada por el sunismo, y llamó a todos los musulmanes a retornar a las fuentes primeras de su fe que es el Corán.

Este movimiento puritano y reaccionario, hacía hincapié en el carácter único e incorpóreo de Dios y abogaba por el cumplimiento estricto de las normas islámicas. Siguiendo estos principios radicales, él y sus partidarios se enfrentaron con los almorávides, que habían impuesto una rígida ortodoxia maliki [1], pero que apenas habían transformado las costumbres populares poco acordes con el Corán.

  1. Luchas contra los almorávides
  2. La conquista de la península Ibérica
  3. La Conquista del Magreb
  4. Al-Ándalus y revueltas en el Magreb
  5. Revueltas en Ifriqiya y los Banu Ganiya
  6. La derrota en al-Ándalus
  7. El apogeo almohade
  8. La decadencia almohade
  9. La economía almohade
  10. El arte en el mundo almohade

Sin embargo, fue Ibn Túmart el que creó la doctrina que otorgó cohesión y fundamento al nuevo movimiento político y religioso, fue su seguidor y sucesor al frente de este. Abd al Mumin fue el que aportó el genio militar para convertirlo en un gran imperio que dominó el Magreb y al-Ándalus.

Expulsado de Marrakech en el año1120 por las autoridades almorávides, con las que se había enfrentado a pesar de las escasas diferencias doctrinales que tenía con éstas. Ibn Túmart se instaló en su región natal del Sus. Allí predicó contra los almorávides y, a finales del año 1121, sus seguidores lo reconocieron como mahdi.

Se traslada a Tinmal, donde tuvo que repeler sucesivas campañas almorávides. Su movimiento fue extendiéndose por las montañas, si bien no logró conquistar la cercana capital almorávide, que atacó entre los años 1129 al 1130. Poco después de esta derrota, en agosto del año 1130, falleció Ibn Túmart, y le sucedió al frente del movimiento Abd al-Mumin.

Muhámmad ibn Túmart fue el fundador del movimiento fundamentalista. Fue proclamado por sus seguidores imam

Este tuvo complicado hacerse aceptar por todos los seguidores del difunto y solo lo logró en el año 1133. Durante este tiempo, se ocultó el fallecimiento del fundador del movimiento almohade. Para entonces, los almohades se habían apoderado ya de parte del Alto Atlas.

Abd al Mumin y su familia que eran bereberes cenetes, tomaron el control y eliminaron a los ziríes y hammadíesdel Magreb central y oriental. Los almohades fueron derrocados por las dinastías bereberes de los meriníes, los ziyánidas y los háfsidas del Magreb.

Su historia se compone de tres fases principales:

  • Una de expansión que comprende de los años 1117 al 1163, que duró hasta la muerte del primer califa.
  • Otra de apogeo que va desde el año 1163 al 1199.
  • Una tercera de decadencia que comprende desde el año 1199 al 1268 hasta su desaparición, primero en al-Ándalus en el año 1229) y luego en el Magreb en el año 1268.

Después de dominar el norte de África, enfrentándose a la confederación de tribus bereberes de los masmudacon los lamtunas almorávides, desembarcaron desde el año 1154 en la península Ibérica y trataron de unificar las taifas utilizando como elemento de propaganda la resistencia frente a los cristianos y la defensa de la pureza islámica.

Su yihad se dirigió por igual contra cristianos y musulmanes. En poco más de treinta años, los almohades lograron forjar un poderoso imperio que se extendía desde Santarem en Portugal, hasta Trípoli en Libia, incluyendo todo el norte de África y la mitad sur de la península Ibérica.

Luchas contra los almorávides

Abd al Mumin dirigió su primera campaña militar en el año 1132, contra las tribus de la región del río Draa, al sur del Gran Atlas. Aunque se desconoce su resultado, se sabe que a su regreso a Tinmel se lo proclamó califa. Los primeros años de su reinado fueron de continuas luchas contra los almorávides.

Se produjo una larga campaña de siete años entre los años 1139 al 1146 que concluyó con la derrota total de los almorávides. La primera derrota de estos les privó de casi toda la Tadla. Incluso algunos grupos de cenhegíes [2] de la montaña se pasaron a las filas almohades. Hacia el año 1140 y tras varias campañas con suerte diversa, los almohades consiguieron apoderarse del alto Sus.

Los primeros enfrentamientos no dejaron un claro vencedor: mientras que los almohades se extendían sin freno por las montañas, los almorávides seguían controlando las llanuras.

La lucha contra los almohades quedó a partir del año 1139, en manos del nuevo heredero al trono almorávide, Tasufin ben Alí Yúsef, que había destacado en la lucha contra los cristianos de la península Ibérica y había sustituido como tal a su hermano Sir, fallecido.

Los almorávides perdieron el control del alto Sus. Manteniéndose en las montañas, los almohades avanzaron por los valles del Atlas medio y lo sometieron hasta la línea del Muluya. A finales del año 1141, en las sucesivas campañas habían dominado el Atlas medio y gran parte de la zona de los oasis, incluido Tafilalet.

Los almorávides perdieron el contacto con su región de origen, el Sahara. Entre los años 1142 al 1143, los almohades alcanzaron los alrededores de Tremecén, en donde se les unió la tribu Kumiya, a la que pertenecía Abd al-Mumin. Se apoderaron de gran parte del Marruecos septentrional montañoso en el año 1142, aunque sin infligir grandes derrotas al enemigo.

Infantería almorávide de izquierda a derecha: comandante musulmán, infante andaluz, infante pesado bereber, infante pesado almorávide, infante ligero almorávide y guerrero de Senegal
Infantería almorávide de izquierda a derecha: comandante musulmán, infante andaluz, infante pesado bereber, infante pesado almorávide, infante ligero almorávide y guerrero de Senegal

El año decisivo de la contienda fue el año 1145. En febrero de ese año, murió defendiendo Orán, Ben Alí. Los almohades conquistaron inmediatamente la ciudad. Luego hicieron lo mismo con Uchda y Guercif. Seguidamente, el califa se volvió hacia Marruecos para conquistar por fin las ciudades de las llanuras.

Cayeron en sus manos Fez, Mequinez, Salé y Ceuta en mayo del año 1146. El almirante de la flota enemiga se pasó a sus filas. En junio comenzó el asedio Marrakech, que fue tomada por los almohades el 24 de marzo de 1147. El emir almorávide pereció en los combates.

El resto del año Abd al-Mumin se dedicó a purificar la ciudad y aplastar una revuelta en Sus, aunque no dejó de enviar un pequeño contingente a Al Andalus, donde los Estados cristianos estaban realizando importantes conquistas.

Mientras se verificaba el sitio de Marrakech, los almohades perdieron varias importantes ciudades como Ceuta, Tánger, Salé y Algeciras, fundamentalmente por grandes alzamientos contra ellos. Entre mayo y junio del año 1148, sin embargo, aplastaron a los rebeldes y recuperaron las plazas. Esta victoria les dejó expedito el paso a la península Ibérica.

La conquista de la península Ibérica

La petición de auxilio del señor de la taifa de Mértola, Ibn Qasi en septiembre-octubre del año1145, provocó que el califa enviara un primer contingente militar a al-Ándalus en la primavera del año siguiente. El rey Alfonso VII de León, que se encontraba sitiando a un general almorávide en Córdoba, abandonó el cerco a la ciudad.

Durante la primavera del año 1145, el almirante de la flota almorávide, que se acababa de pasar a las filas almohades, sometió a Cádiz a la autoridad del califa. Mientras sucedía el largo asedio de Marrakech, varios señores andalusíes más aceptaron la autoridad del califa almohade, lo que luego facilitó la conquista de la península.

El enviado del califa, un antiguo almorávide, pasó en la primavera del año 1147 a la península Ibérica y coopero con las fuerzas Ibn Qasi, que se había alzado contra los almorávides, consiguiendo someter Jerez, Niebla y Sielves en el Algarve, Beja y Badajoz.

Las fuerzas almohades y sus coligados conquistaron Sevilla en el año 1148. Una gran rebelión de las tribus del Sur y del Atlas occidental, se extendió a Ceuta, Tánger y Sivilmasa, detuvo temporalmente la expansión. No solo gran parte del Magreb marroquí se alzó contra el califa, sino que también lo hicieron los territorios andalusíes que se le habían sometido, salvo Ronda y Jerez.

El acoso de Alfonso VII al general almorávide Yahya ibn Ganiya, al que hizo pagar tributo, impidió a éste entenderse con los almohades. A cambio de su auxilio, les cedió Córdoba y Carmona. Alfonso intentó nuevamente conquistar Córdoba, pero la llegada de socorros venidos del Magreb, de Niebla, Ronda y Jerez le hizo retirarse.

En mayo y a pesar del sostén ofrecido a los rebeldes por el gobernador almorávide de Córdoba, el califa logró sofocar el levantamiento. La autoridad califal fue reconocida por los señores de Ronda, Jerez, Badajoz, Tavira, Beja, Évora y Niebla en el año 1150.

Abd al-Mumin ordenó después una depuración de la administración para eliminar los abusos, pero también una gran purga de las tribus en la que perecieron unas treinta mil personas, tenidas por desafectas.

Los almohades se apoderaron de Málaga en el año 1153. En los años siguientes, se apoderaron de Granada en el año 1157, de Almería que fue tomada entre los años 1157 al 1158. También dominaron completamente el Algarve.

Los Estados cristianos peninsulares aprovecharon la contienda para extenderse hacia el sur, y conquistaron importantes plazas como Lisboa, Lérida y Tortosa.

La conquista andalusí quedó en manos de generales y gobernadores, mientras el califa se dedicaba a conquistar el Magreb. La capital del al-Ándalus almohade fue Sevilla y en tiempos de la expansión por el Magreb oriental el gobernador de los territorios peninsulares era el hijo y sucesor del califa, Abu Yaqub.

La mezquita Tinmel, la cuna del mundo almohade
La mezquita Tinmel, la cuna del mundo almohade

A finales de la década de los años 1150, los almohades sufrieron otra serie de graves reveses en al-Ándalus, puesto que los rebeldes dominaban Carmona, Écija, Úbeda, Baza y Jaén.

La amenaza a Sevilla, hicieron que en el 1160, Abu Yaqub solicitase con urgencia el socorro de su padre, que comenzó al punto los preparativos para una gran campaña en la península, que finalmente no pudo llevar a cabo pues falleció.

Los almohades, enfrascados en el sometimiento de los territorios andalusíes, tardaron varias décadas desde su primera aparición en la península en enfrentarse a los Estados cristianos del norte, pese a la grave crisis en la que se hallaban sumidos éstos tras el fallecimiento de Alfonso VII de León y la división que este ordenó en su testamento de León y Castilla.

La primera gran campaña almohade contra los Estados septentrionales se verificó en el 1174.

La Conquista del Magreb

Dominado ya casi al-Ándalus, Abd al-Mumin emprendió dos campañas en las que conquistó el resto del Magreb que aún no estaba en su poder. La primera la realizó entre los años 1152 al 1153 contra los hamadíes [3], de cuyo territorio se apoderó.

Bona, Constantina, Argel y Bugía cayeron en sus manos, sin apenas tener que combatir. Cuando la zona parecía controlada, sin embargo, se rebelaron algunas tribus cenhegíes y árabes, a las que el califa derrotó, asegurando así el dominio de la región.

Abd al-Mumin proclamó a su hijo sucesor en el año 1155, lo que precipitó el levantamiento de diversos grupos contra este intento de fundar una dinastía. Abd al-Mumin aplastó a los rebeldes con la ayuda de los grupos árabes recién sometidos. Derrotó a las cinco tribus que habían constituido hasta entonces el núcleo del movimiento: la Hintata, Tinmal, Ganfisa Gadmiwa y Harwa.

Los jeques masmudíes, tan importantes en los primeros tiempos del movimiento, quedaron relegados a un segundo plano durante el reinado de los primeros califas de la dinastía de Abd al-Mumin, aunque recobraron parte de su poder después, con la crisis del Estado.

Arrumbados los masmudíes, Abd al-Mumin se sostuvo gracias al respaldo de su propia tribu, la Kumiya,y de los grupos árabes. Creó además un nutrido grupo de funcionarios menores, los hafices, fundamentalmente de origen árabe y versados en la doctrina almohade, que sustituyeron a los jefes bereberes en la nueva administración estatal.

A partir de entonces comenzó además a entregar gobiernos provinciales a algunos de sus hijos, iba siempre acompañado de algún notable almohade.

En la siguiente campaña por la región, acometida en los año 1159 y1160, conquistó Ifriqiya, alcanzó Trípoli y eliminó la presencia cristiana en la zona Arrebató a Roger II de Sicilia la ciudad de Mahia.

Aprovechó estas conquistas para añadir a sus fuerzas soldados de las tribus árabes que habitaban la región desde el siglo anterior. La amenaza normanda en la zona fue la que llevó al soberano almohade a partir de Marrakech para acometer una ofensiva en ella.

Al-Ándalus y revueltas en el Magreb

El califa pasó a al-Ándalus para coordinar con sus lugartenientes la gran campaña de sumisión del territorio en noviembre del 1160. El califa pasó dos meses en la península, organizando su gobierno, antes de regresar al Magreb en enero del año 1161.

Castillo de Petrer en el imperio almohade
Castillo de Petrer en el imperio almohade

A finales de este año, los almohades recuperaron Carmona, al año siguiente perdieron Granada, entregada por uno de sus habitantes judíos a sus enemigos debido al descontento que cundía entre la población hebrea por la conversión forzosa al islam que habían impuesto los magrebíes.

Los andalusíes derrotaron en sus alrededores a las fuerzas que acudieron para recuperar la plaza, pero la perdieron ante un gran ejército enviado con el mismo fin en julio. En el oeste, los portugueses se apoderaron durante cuatro meses de Beja, que tuvieron que evacuar en abril del año 1163, tras arrasarla.

La principal tarea del califa en el año 1162 fue preparar la gran expedición que pensaba acometer en la primavera del año siguiente, y para la que reunió una gran flota. Abd al-Mumin falleció en Salé en mayo del año 1163, cuando se preparaba para realizar una campaña en la península Ibérica.

Poco antes había decidido cambiar de heredero. Su heredero Muhámmad era tenido por disoluto, dejó el puesto a su hermano Abu Yaacub Yusuf, que había acudido a Marrakech. Otros dos hermanos, señores de Fez y Bugía, descontentos con la decisión, murieron poco después.

Abu Yaacub Yúsuf heredó el trono, pero tuvo dificultades para sostenerse en él, y tuvo que afrontar levantamientos de los Gumara alrededor de Ceuta, en el año 1167 y estabilizar la situación en al-Ándalus. Tras aplastar una revuelta bereber en su contra en el año 1165, pudo enviar tropas a la península Ibérica, que obtuvieron una serie de victorias.

Vencieron a una hueste cristiana venida de Santarén que trató de hacerles frente y arrebataron varias importantes posiciones como eran Andújar y Vélez Rubio a Muhámmad ibn Mardanís, que tuvo que reducir el hostigamiento al que tenía sometida a Córdoba. Fue derrotado cerca de Murcia a mediados de octubre.

Los bereberes gumara se alzaron entre el año 11661 al 1167, contra el emir entre Ceuta y Alcazarquivir. Dicha revuelta fue aplastada en el verano del año 1167.

Los almohades se apoderaron de Tavira en septiembre de ese año, que se había mantenido en rebeldía desde el año 1151. Los avances portugueses entre los años 1165 y 1169, hicieron que Fernando II de León se coligase con los almohades y los ayudase a recuperar Badajoz.

Para asegurarse posibles conquistas en Extremadura, el rey leonés fundó la Orden de Santiago, a la que concedió tierras en el norte de la región. Más al oeste, los castellanos continuaban con sus correrías y llegaron a las tierras de Ronda y Algeciras en el año 1170.

Un ultimátum almohade a los señores andalusíes en junio del año 1169, para que se sometiesen definitivamente al califa, no logró convencer a Ibn Mardanís, pero sí a su suegro y hasta entonces aliado, Ibrahim ibn Hamushk, señor de Jaén con el que las relaciones se habían agriado. 

Ibn Hamushk siguió apretando Córdoba y, desde el cambio de su suegro, también Jaén, que los almohades tuvieron dificultades en defender. Ese mismo año, el califa se reunió con sus gobernadores andalusíes para preparar por fin una campaña dirigida en persona por el califa en la península.

La larga enfermedad de Ibn Hamushk, de septiembre de ese año a noviembre del siguiente, le impidió seguir luchando, por lo que delegó el mando de algunas fuerzas en uno de sus jeques, que pasó a la península en julio del año 1170, socorrió Badajoz y luego acudió a enfrentarse a Ibn Mardanís en la primavera del año 1171.

La llegada de un nuevo ejército almohade el ocho de junio, esta vez al mando del mismísimo califa, desbarató los intentos de Ibn Mardanís y su hermano, que era señor de Valencia, le impidió recuperar Alcira.

Abu Yaacub Yúsuf regresó a al-Ándalus en el año 1171, donde permaneció hasta el año 1176. Emprendió varias campañas de escaso éxito durante su estancia. La primera en julio del año 1171, donde parte de su ejército luchó las tierras toledanas, mientras el califa y el grueso de sus huestes permanecían en Córdoba.

Volvió a Sevilla en septiembre, donde se encargó de atender los asuntos gubernamentales andalusíes. Mientras, uno de sus hermanos continuaba el acoso a Ibn Mardanís. Este, abandonado por todos, accedió a someterse al califa, pero murió antes de poder hacerlo, en marzo del año 1172.

Sus familiares, que en el último momento se habían alzado contra él, se reconciliaron con los almohades y recuperaron parte de sus señoríos como Valencia, Denia, Játiva o Alcira. Abu Yaacub Yúsuf sitúo a parte de sus tropas, tanto bereberes como árabes, en la región.

Sometido el Levante, el ejército almohade se volvió contra los castellanos, que oficialmente estaban en paz con el califa, pero que privadamente habían combatido como mercenarios a sueldo de Ibn Mardanís.

Tras cruzar la frontera castellana, el ejército sitió infructuosamente Huete durante diez días en julio, con notable desinterés del califa por la suerte de los combates. 

Abandonado el asedio, el ejército partió a socorrer Cuenca, cercada por los cristianos desde hacía cinco meses, y logró desbaratar el cerco. A finales de mes comenzó la precaria retirada, mal preparada, por el Levante y a comienzos de septiembre estaba de vuelta en Sevilla.

Los almohades abordaron sendas incursiones contra Talavera y Toledo, recuperaron Beja de manos de los portugueses en el año 1173, que la habían incendiado, y firmaron una tregua con Portugal y Castilla.

Los almohades estuvieron en guerra con los leoneses entre los años 1174 al 1178. Despojaron a los leoneses de Alcántara y de gran parte de los territorios al sur del Sistema Central y asediaron Ciudad Rodrigo en el año 1174.

La mezquita de Tinmel
La mezquita de Tinmel

El califa retornó al Magreb en el año 1176, azotado por una epidemia de peste que se extendió a al-Ándalus. Al año siguiente, los castellanos atacaron Cuenca y los almohades, Talavera.

Cuenca cayó tras nueve meses de asedio, en octubre. Al caducar la tregua, Alfonso I de Portugal ordenó incursiones en tierras de Arcos y Jerez en el año 1177 y Sevilla y el bajo Guadalquivir al año siguiente. Los combates se extendieron al Algarve portugués siendo muy intensos.

Revueltas en Ifriqiya y los Banu Ganiya

Abu Ya'qub Yúsuf realizó una campaña por Ifriqiya que era una provincia lejana. Esta provincia fue un foco continuo de problemas para el imperio por su lejanía del centro político y acabó con el tiempo en manos de una dinastía local, los hafsíes [4].

Una nueva rebelión en Gafsa en la que murió el gobernador almohade en el año 1180, desencadenó otra intervención del califa. Tras esta campaña, de escaso éxito pues muchas tribus continuaron hostigando a los almohades, nuevos contingentes árabes pasaron al Magreb occidental, para participar en la guerra santa en la península Ibérica.

A finales de septiembre del año 1183, comenzaron a reunirse las huestes que debían pasar a la península ibérica para detener los avances portugueses. El ejército almohade cruzó el estrecho en mayor del año 1184.

Reales Alcázares de Sevilla
Reales Alcázares de Sevilla

Abu Yaqub Yúsuf falleció en julio, en medio de la intervención en Al Andalus pereció en el cerco de Santarem y le sucedió su hijo, Abu Yúsuf Yaqub al Mansur. La proclamación como soberano y califa se realizó en Sevilla, y luego se confirmó en Marrakech, sin oposición alguna.

Hombre piadoso, más inclinado a la escuela zahirí [5], que a la predominante malikí que fue perdiendo la devoción por el fundador del movimiento almohade y que culminó luego en su hijo, que abandonó el credo de Ibn Túmart.

Su religiosidad le hizo perseguir la filosofía y la lógica y ordenar la destrucción de las obras dedicadas a estas materias. Al final de su reinado obligó además a los judíos a vestir de manera especial, para que se los distinguiese.

Al-Mansur puso fin inmediatamente a la campaña militar y regresó con el ejército al Magreb. Como habían hecho su padre y su abuelo, siguió incorporando contingentes árabes al ejército y, como había hecho ya su padre, incluyó también soldados de origen turco.

Con este soberano el imperio alcanzó su apogeo, si bien el reinado estuvo cuajado de problemas, principalmente la crisis en al-Ándalus y la rebelión de Ifriqiya, fomentada por los Banu Ganiya. Estos eran descendientes de los desaparecidos soberanos almorávides.

Los problemas magrebíes hicieron que, pese a los apuros que pasaban sus partidarios andalusíes por las acometidas portuguesas y castellanas, el califa no pudiese pasar a la península hasta el año 1190.

Ali ibn Ishaq ibn Ganiya tomó Bugía el veintidós de mayo del año 1185. Por la misma época, Qaraqus, un soldado mameluco de un sobrino de Saladino, se apoderó del Fezán y luego del Yebel Nefusa. Ambos unieron fuerzas contra los almohades. Con ayuda de algunas tribus árabes, los Banu Ganiya se hicieron luego con Argel, Asir, Miliana y Qal’a.

Perdieron Bugía a los siete meses de conquistarla, recuperada por una flota almohade pero, junto con Qaraqus, conquistaron otras plazas como Gabes, Gafsa. Qaraqus conquistó Trípoli.

Para acabar con la rebelión, al-Mansur partió hacia la provincia desde la capital imperial en diciembre de 1186. Parte del ejército resultó vencido en junio del año 1187 cerca de Gafsa. El califa a continuación batió a los enemigos el catorce de octubre, cerca de Gabes. Fue sometiendo todas las ciudades de la región que estaban en poder de la liga enemiga.

El éxito de la campaña fue temporal, y no acabó con las acciones enemigas, que continuaron. A finales de la década del año 1190, la región se hallaba nuevamente en rebelión y en parte en poder de los Banu Ganiya, Qaraqus y sus aliados árabes.

El califa tuvo que apresurarse a volver al Magreb occidental en el año 1188 pues dos de sus tíos y un hermano había aprovechado su ausencia para conspirar contra él. La confabulación fracasó, y los tres cabecillas murieron.

Concluida la campaña en el este, el soberano almohade hubo de aprestarse a pasar a al-Ándalus para hacer frente a las incursiones portuguesas y castellanas, cada vez más graves. En septiembre del año 1189 y tras cuatro meses de asedio, Sancho I de Portugal y una flota cruzada conquistaron Silves.

Alfonso VIII de Castilla seguía con sus luchas por el sur peninsular y en junio del año 1190, conquistó Magacela y de Calasparra.

La derrota en al-Ándalus

Tras las campañas en el Magreb, el califa pudo pasar por fin a al-Ándalus en la primavera del año 1190. Firmó una tregua con los castellanos y, al tener una vigente con los leoneses, se dedicó a combatir a los portugueses.

Envió fuerzas a correr las tierras de Silves y Évora mientras que, con el grueso del ejército, marchó a tomar Torres Novas. Sufrió una leve derrota en Tomar y volvió a Sevilla a finales de junio. Partió a recobrar Alcácer do Sal en abril del 1191, que conquistó en junio.

Tras desmantelar una serie de castillos portugueses cercó Silves, que cayó en su poder a finales del mismo mes de junio. Los portugueses se avinieron entonces a firmar una tregua. En octubre del año 1191, tras firmar treguas, que debían durar hasta el año1195, con castellanos y leoneses, volvió al Magreb.

Abu Yúsuf Ya'qub retornó a la península Ibérica en junio del año 1195, porque había caducado la tregua firmada con los castellanos y estos habían retomado su idea de atacar. Infligió a los cristianos una aplastante derrota en la batalla de Alarcos el dieciocho de julio. El rey castellano no esperó a los refuerzos navarros y leoneses prometidos, atacó a los musulmanes y resultó derrotado.

Las fuerzas almohades se apoderaron de Alarcos y de una serie de plazas cercanas. El califa se negó a hacer la paz con los castellanos, y realizó ataques contra ellos en los años 1196 y 1197. Contó con la colaboración de los leoneses y con los ataques simultáneos de Navarra y Aragón contra Alfonso.

En la primera campaña, tomó Montánchez, Trujillo y Santa Cruz, Plasencia. En el 1197 realizó ataques similares en el año 1197, aunque algo más extensa y llegó a pasar por las tierras de Madrid, Alcalá de Henares, Guadalajara, Huete, Cuenca y Alarcón, antes de retornar por Jaén.

Las incursiones almohades sirvieron principalmente para eliminar los puestos avanzados castellanos en la región de La Mancha, ya que en el río Tajo se les resistieron muchas plazas. La actividad de los Banu Ganiya le impidió finalmente pactar con los castellanos, aunque no con los leoneses, lo que le hizo abandonar las campañas y volver a Sevilla.

De allí pasó de nuevo al Magreb en abril del año 1198, ya enfermo, donde murió en enero del año siguiente. Ascendió al trono califal su hijo Muhámmad an Násir.

Durante el reinado de este, quedó patente la incapacidad almohade para enfrentarse a la vez a los Estados cristianos peninsulares, a sus rivales magrebíes y a las revueltas en su territorio.

En Ifriquiya los almohades solo conservaban Túnez y Constantina en el año 1200, el resto del territorio había quedado sometido a los Banu Ganiya, que vencieron a las fuerzas del califa en varias ocasiones.

Las autoridades del califato decidieron atacar el territorio balear en el verano del año 1202 enviaron una flota desde Denia que se hizo con Ibiza, al año siguiente, conquistaron Mallorca.

Esto no desanimó a los Banu Ganiya, que continuaron sus avances en el Magreb oriental. Despojaron a los almohades de Túnez en diciembre del año 1203.

El califa partió al frente de un ejército En febrero del 1205 que infligió una grave derrota a Yahya ibn Ganiya en octubre; este tuvo que abandonar Túnez y otras ciudades y concentrar sus fuerzas en la defensa de Mahdía que perdió el enero del año 1206.

El nuevo gobernador almohade, al que se le concedieron amplísimos poderes para acabar con los restos de los Banu Ganiya, fue el antepasado de la dinastía hafsi, que luego se hizo con el poder en la región.

Las treguas se respetaron fundamentalmente hasta finales de la primera década del siglo XIII en la península. El califa pasó a Sevilla en mayo del año 1211 y fue derrotado al año siguiente en la batalla de las Navas de Tolosa por una amplia coalición cristiana.

Esta derrota marcó la extensión de la debilidad en el califato. A los cristianos, les permitió retomar submeseta sur, repoblándola de nuevos habitantes al igual que la defensa de la zona corrió a cargo de las órdenes militares.

La victoria cristiana no tuvo grandes efectos inmediatos, no obstante, debido a la crisis en la que se sumieron Castilla y Aragón casi de inmediato, con la muerte de sus reyes y el advenimiento de sucesores que eran menores de edad.

Muhámmad an Násir volvió enseguida al Magreb tras el descalabro y se encerró en el alcázar real. Fue asesinado en él por sus cortesanos a finales de diciembre del año 1213. Le sucedió un hijo de corta edad, Abu Yaqub Yúsuf II al Mustánsir, que hubo de hacer frente a la pujante amenaza bereber de los benimerines [6].

El apogeo almohade

Abu Abdal lah ibn Túmart había nacido en una tribu bereber, en el noroeste de Marruecos, en un ambiente muy austero donde destacó por su capacidad de estudio. Hacia los dieciocho años, emprendió un largo viaje de quince años por el mundo árabe que lo llevó a Córdoba, La Meca, Damasco y Bagdad entre otras grandes ciudades.

De regreso a su ciudad natal de Sus, emprendió un movimiento de reforma religiosa apoyado en tres grandes pilares, y que sintetiza de manera original un gran número de influencias recibidas en el periodo anterior. Estos tres pilares son:

  • La necesidad de desarrollar la ciencia y el saber para consolidar la fe.
  • La existencia de Dios, que le parece indudable y se percibe a través de la razón.
  • La absoluta unidad de Alá, radicalmente distinto de cualquiera de sus criaturas. Criticará la costumbre típica del islam occidental de asociar lo divino con lo terreno, dotando a Alá de atributos antropomórficos. Dios es un ente puro, casi abstracto, sin ningún atributo que lo acerque a nuestra realidad. Esta unicidad absoluta se reflejaba también en su manera de entender la comunidad islámica, que debía estar dirigida por un imam, con carácter de guía y modelo, a quien todos deben obedecer e imitar.

A pesar de los esfuerzos de los gobernantes, la dinastía almohade tuvo problemas desde un principio para dominar todo el territorio de al-Ándalus, en especial Granada y el Levante, donde resistió durante muchos años el famoso Rey Lobo, con apoyo cristiano.

Algunas de sus posturas más radicales fueron mal recibidas por la población musulmana de la península ibérica, ajena a muchas tradiciones bereberes. A principios del siglo XIII había conseguido alcanzar su máxima expansión territorial con la entrega total de Túnez y la conquista de las Baleares.

El Alcázar de Jerez de la Frontera
El Alcázar de Jerez de la Frontera

Tras la victoria cristiana en Las Navas de Tolosa del año 1212, marca el comienzo del fin de la dinastía almohade, no solo por el resultado del encuentro en sí mismo, sino por la subsiguiente muerte del califa al-Násir y las luchas sucesorias que se produjeron y que hundieron el califato en el caos político.

Los benimerines [7] se enfrentan a los almohades en Fez entre los años 1216 y 1217. Ibn Hud se proclama emir de Murcia en el año 1227, alzándose frente a los almohades. Se independizan los hafsis de Túnez en el año 1229. Muhámmad I de Granada, conocido como al-Ahmar se proclama emir en el año 1232.

Es reconocido como emir en Granada en el año 1237. Un ejército formado por fuerzas de las Órdenes militares y del obispo de Plasencia puso sitio a la ciudad de Trujillo. Muhámmad ibn Hud acudió a la petición de socorro, pero se retiró sin hostigar a los sitiadores. La ciudad fue conquistada en enero del año 1232.

La decadencia almohade

Los reinos cristianos de la península Ibérica se organizaron para emprender una nueva ofensiva. Dejaron de lado sus disputas internas e infligieron a an Násir la aplastante derrota de las Navas de Tolosa como ya hemos visto.

El califa fue asesinado por sus cortesanos un año después, en 1213, y le sucedió su hijo, Abu Yakub II al Mustansir, que logró apaciguar la situación y al que se considera como el último gran soberano del imperio.

En realidad, carecía de poder, no abandonó la capital salvo para visitar la tumba de ibn Túmart y dejó la gestión del Estado en manos de sus tíos, tíos abuelos y algunos notables almohades, dedicados más a intrigar que a afrontar la grave crisis del califato.

Al-Mustánsir relevó a diversos gobernadores andalusíes y firmó treguas con los castellanos entre los años 1214 y 1221. Castilla pasaba por la minoría de dos reyes Enrique I y Fernando III. Las treguas en realidad solo se respetaban en parte.

Tuvo que aplastar revueltas bereberes en los años 1215 y 1221 y enfrentarse a los Banu Ganiya en los límites de Ifriqiya. La principal amenaza para la dinastía, provino de los benimerines, que eran bereberes cenetes que en el año 1216 derrotaron al gobernador de Fez y en el año 1217 al de Taza. Fueron extendiendo su autoridad por las zonas rurales y a cobrar tributos a algunas ciudades como Fez o Rabat.

Falleció en el año 1224, poco antes de la reanudación de las incursiones castellanas en al-Ándalus. Su poder, sin embargo, había menguado respecto del de sus predecesores. Murió quizá envenenado y no dejó hijos.

Le sucedió su tío abuelo al Wáhid, que fue un efímero gobernador de Sevilla entre los años 1121-1122, durante cuyo reinado se agudizó la decadencia almohade, tanto por las disensiones internas como por la expansión de los benimerines, que desde comienzos de siglo aparecían por las zonas rurales del Magreb.

Su advenimiento quebró la tradicional sucesión de padres a hijos que era típica de la dinastía, lo que desencadenó la ambición de otros miembros de la familia. El que debiese el trono a uno de los visires también otorgó a estos gran influencia en la política del califato.

En septiembre, tras tan solo ocho meses en el poder, fue depuesto y a los tres días, estrangulado. Los gobernadores andalusíes trataron de afianzarse en sus provincias y sacudirse el control magrebí.

El derrocamiento de al-Wáhid marcó el comienzo de las disputas por el poder entre los hijos del antiguo califa Abu Yúsuf Yaacub. A mediados de esa década, al resurgimiento del poder de los Estados cristianos peninsulares con la solución de las crisis surgidas la década anterior, se unió la agudización de la crisis almohade, caracterizada por las diferencias entre almohades peninsulares y magrebíes, entre andalusíes y almohades y entre grupos almohades en la península.

Se rebeló el gobernador de Murcia, al Asil en marzo del año 1224, al que al-Mustánsir había nombrado en el año 1222, retirándole el gobierno de Granada. Se proclamó califa y obtuvo el reconocimiento de su hermano Abi l ‘Ula, gobernador de Córdoba y Granada, el de Abdalah a Bayyasil, gobernador de Sevilla, y el del resto de los territorios musulmanes de la península, a excepción de Valencia, que siguió fiel al efímero al-Wáhid.

Taza lobulada de fuente doméstica de mármol con inscripción en árabe.Siglo XIII. Califato almohade
Taza lobulada de fuente doméstica
de mármol con inscripción en árabe.
Siglo XIII. Califato almohade

Al-Wáhid fue destronado al poco y al-Ádil reconocido por corto tiempo en todo el imperio. A finales de año, no obstante, al-Bayyasi se alzó contra él desde su nuevo feudo en Córdoba y obtuvo el respaldo de Jaén, Quesada y las plazas fuertes de la frontera media.

Ante este alzamiento, al-Ádil, que en principio había permanecido en la península a pesar de haber sido reconocido soberano también en el Magreb, la abandonó y pasó a África, donde murió asesinado en octubre del año 1226.

Los castellanos se apoderan de Capilla y Baeza. La petición de ayuda de al-Bayyasi a Fernando III de Castilla para hacer frente a Abu l-‘Ula allanó las conquistas castellanas de territorios andalusíes.

Abu l-‘Ula, hermano del califa y gobernador de Sevilla, se proclamó a su vez califa en el año 1227, veinte días antes del asesinato de al-Ádil, con el nombre de al-Mamún. Para tratar de evitar los ataques castellanos, les pagó trescientos mil maravedíes de plata.

Ibn Hud se rebeló contra él, pero fue derrotado, aunque este revés tuvo escasa consecuencias. El califa andalusí luego se aprestó a pasar al Magreb y, en previsión, amplió el pacto con el rey castellano, al que cedió varias fortalezas fronterizas más.

Pasó al Magreb un año después de su proclamación como soberano, en octubre del 1228, para tratar de imponer su dominio en el imperio, pues en África regía un sobrino suyo, al-Mutásim, al que arrebató el poder.

Su marcha marcó el fin del poder almohade en la península Ibérica, salvo en algunos núcleos aislados, que pierden el contacto con el Gobierno central. El vacío lo ocupó Ibn Hud, que extendió su influencia por al-Ándalus.

Fernando III de Cartilla avanzaba en al-Ándalus y sometía a vasallaje a los principales rebeldes al poder almohade como eran los señores de Baeza y Valencia, se extendían las sublevaciones en la península.

El llamado Pendón de Las Navas de Tolosa, conservado en el Monasterio de Las Huelgas, Burgos
El llamado Pendón de Las Navas
de Tolosa, conservado en el
Monasterio de Las Huelgas, Burgos

La principal fue la del nuevo señor de Murcia, Ibn Hud, que reconoció la autoridad religiosa de los califas abasíes de Bagdad y obtuvo el respaldo de Córdoba, Jaén, Sevilla y Granada.

En el extremo oriental, la nobleza y burguesía catalanas decidieron acabar con el foco de piratería que suponían las Baleares y que perjudicaban el comercio en el Mediterráneo occidental. Partió la expedición de conquista de Mallorca en septiembre del año 1229, que cayó el último día de diciembre.

El resto de la isla, sin defensas militares, fue ocupado con facilidad. Menorca se avino a pagar tributo a Jaime I el Conquistador en el año 1231 y en el año 1235 un grupo de nobles catalanes se adueñaron de Ibiza.

La crisis política y militar se agudizó por las debilidades del Estado almohade. Tenían una doctrina religiosa que chocaba con los dictados malikíes, cuando eran los letrados de esta escuela los que llevaban el peso de la Administración estatal.

Además, tenían una gran diversidad cultural, donde los bereberes fueron primer sostén de los almohades que luego quedaron relegados por los árabes y por ello se rebelaron repetidamente y formaron el núcleo de dos dinastías rivales los benimerines y abdalwadíes.

Tras la invasión de Berbería Oriental de los hermanos Alí y Yahia ben Gjania, que eran descendientes de los almorávides que Abd el-Mumin había desposeído después de atravesar Argelia victorioso.

Los dos hermanos habían establecido un principado en el Djerid. Alí fue asesinado, pero su hermano Yahia comenzó la conquista del centro y norte de Ifriqiya. Se las arregló para apoderarse de Mahdía, de Cairuán y de Túnez en el año 1202, haciendo prisioneros al gobernador almohade y a sus hijos.

Dírham de plata almohade
Dírham de plata almohade

Ben Ghania saqueó las ciudades, sus jardines y sus animales. Ante esta situación llena de peligros, el califa an-Násir, que reinaba en Marrakech, partió a la reconquista de Ifriqiya. Entró en febrero de año 1206, en Túnez, abandonado por el enemigo, y permaneció allí un año para restablecer la autoridad almohade en todo el territorio.

Antes de regresar a Marruecos, le confió el gobierno de la provincia a uno de sus lugartenientes de confianza, Abd el-Wáhid Abu Hafs el-Hentati. El nuevo gobierno había sido investido de amplios poderes. Reclutó las tropas que eran necesarias para la paz y para la guerra, designó funcionarios del Estado, los cadis. Fue un soberano inteligente y enérgico.

Después de su muerte, su hijo Abu Zakariya lo sucedió en el año 1228 y un año después de su nombramiento, se declaró independiente del califa de Marrakech, con el pretexto de que había abrazado el sunismo. Príncipe de una gran dinastía, Abu Zakaria debió de fundar la dinastía háfsida que gobernó el Magreb oriental durante tres siglos.

El territorio imperial quedó repartido en una serie de Estados regidos por nuevas dinastías: benimerines, hafsíes, nazaríez y abdalwadíes.

El fracaso militar ante los Estados cristianos en Al Andalus y la incapacidad almohade para mantener la unidad por la fuerza sellaron la pérdida de la autoridad.

El poder de los jeques en el este del Magreb, sostenidos por las poderosas tribus árabes de la zona, llevó al surgimiento de los hafsíes. Surgieron los abdalwadíes en la zona central junto a los bereberes y en la zona occidental, fueron benimerines, también bereberes, los que despojaron del poder a los almohades. En al-Ándalus, surgieron los terceros reinos de taifas.

Los nazaríes de Granada crearon un reino independiente que perduró hasta el año 1492. Los cristianos avanzaban rápidamente. Córdoba que fue la ciudad símbolo del islam hispano, cayó en el año 1236, Valencia en el año 1238, Sevilla en el año 1248. Murcia se integraba en el año 1243 como protectorado en la Corona de Castilla y era definitivamente conquistada en el año1266.

Estos retrocesos sucesivos y la desintegración del imperio sonaban al final de la dinastía almohade, que termina con Abú al ‘Ulá al Wathiq Idris.

La economía almohade

Pese a las continuas guerras, el imperio fue próspero durante el reinado de los tres primeros califas. En la época de los almohades, los musulmanes, que ya habían organizado las formas de su comercio en función de las necesidades del tráfico internacional, refinaron sus métodos, en los que se inspiraron los cristianos

A pesar de las diferencias de religión, las relaciones e intercambios entre cristianos y musulmanes no dejaron de crecer. El Magreb no comerciaba sólo con la península Ibérica, pues sus lazos comerciales llegaban a las ciudades de Túnez, Bugía, Tremecén y Ceuta.

Los bienes producidos en esta zona eran transportados e intercambiados con los estados de Pisa, Génova, Venecia y Marsella. Pese a las diferencias religiosas, el califato firmó un tratado comercial con Pisa en el año 1186.

Fez
Fez

El arte en el mundo almohade

Las construcciones de los almohades se caracterizan por ser simples y austeras, un reflejo de la dura vida de los nómadas del Magreb. Sin embargo, en muchas ocasiones los edificios alcanzan un considerable tamaño.

Son monumentos clásicos de este movimiento la Torre del Oro y la Giralda en Sevilla, la torre de Espantaperros en Badajoz, la mezquita Kutubyya de Marrakech o la torre de Hassan en Rabat.

Uno de los ejemplares textiles más famosos conservados es el conocido como “Pendón de Las Navas de Tolosa,” así llamado porque se pensó que era un botín ganado por Alfonso VIII a los almohades, en la batalla de las Navas de Tolosa del año 1212.

Algunos autores han considerado que fue un botín ganado unos años después por Fernando III y que el pendón fue luego donado al Monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas en Burgos, donde permanece en la actualidad.


BIBLIOGRAFÍA

Aguilar Sebastián, Victoria. “Tribus árabes en el Magreb en época almohade 1152 al 1269”. 2012. Universidad Complutense. Madrid.
Dodds, J.D. “Al-Andalus: the Art of Islamic Spain”. 1992Ed. The Metropolitan Museum of Art. New York.
Huici Miranda, Ambrosio. “Historia política del Imperio Almohade”. 2000. Edición de Vicente Carlos Navarro Oltra, Emilio Molina López 2000.
Kennedy, Hugh. “Muslim Spain and Portugal: a political history of al-Andalus”. 1996. Longman.
Rodríguez López, Ana. “La consolidación territorial de la monarquía feudal castellana: expansión y fronteras durante el reinado de Fernando III”. 1994. Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Valor Piechotta, M.; Ramírez del Río, J. “Las defensas”. 1999. Universidad de Sevilla. pp.27-40.
Viguera Molins, María Jesús. “Los reinos de Taifas y las invasiones magrebíes: Al-ándalus del XI al XIII”. 2007. RBA.
Viguera Molins, María Jesús. “El último siglo de la Sevilla islámica: 1147.1248”. 1999. Universidad de Sevilla.


[1] Malikismo, es uno de los cuatro Madhab, escuelas de derecho y jurisprudencia islámica fiqh que existen dentro del Islam suní. El malikismo es ante todo la escuela de jurisprudencia representante de la tradición de la ciudad de Medina. Es conocida por incluir la práctica de los eruditos de Medina como parte de su metodología. Diez mil compañeros del profeta Mahoma vivieron y murieron en Medina y el imán Malik aprendió de sus alumnos.
[2] De la tribu berberisca de Zanhaga, una de las más antiguas y principales del África septentrional y de cuyo seno salieron los almorávides.
[3] Los hamadíes forman un movimiento reformador dentro del islam, reflexionando sobre la esencia de esta religión. Los hamadíes se separan claramente de los grupos militantes y fundamentalistas, destacando los elementos pacíficos y tolerantes del credo islámico.
[4] Fueron una dinastía bereber masmudaque tras ser aliada de los almohades, pasó a ser, desde el año 1229 y hasta el año1574, la dinastía gobernante en Ifriquía en la actual Túnez. Su territorio, en el momento de mayor apogeo, se extendía por el nordeste de la moderna Argelia, Bugía, Túnez y una pequeña parte del noroeste de Libia.
[5] Fue una escuela teológica y jurídica islámica caracterizada por un acentuado literalismo coránico, manifestada por primera vez de forma oficial en el siglo IX en Isfahán en Persia. Su fundador fue Daud el-Zahiri (815-884). Fue un intento de volver a la pureza original del texto sagrado alejándose de la pretensión que otros juristas musulmanes aprovechaban para imponer sus opiniones o intereses personales.
[6] Es el nombre castellanizado que reciben los Banu Marin, miembros de un imperio de origen bereber zenata cuyo núcleo fundamental estaba en el norte del actual Marruecos. Durante los siglos XIII y XIV, los Benimerines también controlarían, brevemente, algunas partes de Andalucía y de la zona este del Magreb. Surgieron tras la caída del Imperio almohade y fueron reemplazados por la dinastía wattásida. Fueron fundadores del barrio Jdid en Fez que convirtieron en su capital y donde también construyeron muchos monumentos.
[7] Son miembros de un imperio de origen bereber zenatacuyo núcleo fundamental estaba en el norte del actual Marruecos. Durante los siglos XIII y XIV, los Benimerines también controlarían, brevemente, algunas partes de Andalucía y de la zona este del Magreb. Surgieron tras la caída del Imperio almohade y fueron reemplazados por la dinastía wattásida. Fueron fundadores del barrio Jdid en Fez, que convirtieron en su capital y donde también construyeron muchos monumentos.

El Imperio almohade