Hoy miércoles, 26 de agosto, se cumplen 25 años de aquella noche de verano de 1990 en la que la historia del pequeño municipio pacense de Puerto Hurraco cambió para siempre: la muerte de nueve de sus vecinos a manos de los hermanos Antonio y Emilio Izquierdo, un capítulo que un cuarto de siglo después sus habitantes quieren dar por cerrado y olvidar.

Así lo asegura Eduardo Tena, alcalde de Benquerencia de la Serena, población de apenas 400 habitantes y a la que pertenece Puerto Hurraco como pedanía, que tiene 110 vecinos censados. El primer edil recuerda que solo tenía 11 años cuando ocurrió la masacre y como tantos niños en verano estaba jugando en la calle cuando empezaron a llegar las malas noticias de la pedanía, que dista diez kilómetros de su casa. “Recuerdo que mi madre me ordenó entrar en casa y cerró la puerta”, relata el alcalde.

la masacre Los vecinos de Puerto Hurraco no podían imaginarse la tragedia que rondaba sus calles aquella noche. Emilio y Antonio Izquierdo, vestidos de cazadores y armados con escopetas, llegaron al centro de la aldea y comenzaron a disparar indiscriminadamente sobre un grupo de personas. Antes, se habían despedido de sus hermanas con la frase “Vamos a cazar tórtolas”.

Los hermanos Izquierdo recorrieron las calles de la pequeña aldea disparando “contra todo lo que se movía”, según relató un testigo, cacería que resultó en nueve muertos y doce heridos graves. El motivo de esta carnicería, su sed de venganza contra la familia Cabanillas, a la que culpaban de todos sus males, y a la que pertenecían la mayoría de las víctimas.

Las familias Izquierdo y Cabanillas llevaban años enemistadas por los límites de unas tierras, situación que llevó a Jerónimo Izquierdo, el mayor de los hermanos, a apuñalar hasta la muerte a Amadeo Cabanillas en 1961. Años después, en 1984, la madre de los Izquierdo falleció en un incendio en su casa, accidente considerado fortuito pero por el que los hermanos siempre culparon a los Cabanillas, tal vez porque atribuyeron a esta familia la misma sed vengativa que se despertó en ellos tras este episodio.

Jerónimo Izquierdo salió de la cárcel en 1986 y volvió a Puerto Hurraco para vengar la muerte de su madre. Apuñaló a otro de los hermanos Cabanillas, Antonio, que a pesar de todo logró sobrevivir. Jerónimo murió a los nueve días en un psiquiátrico, y sus hermanos reanudaron su misión. Aquella fatídica noche del 26 de agosto de 1990, las primeras víctimas fueron Antonia y Encarnación Cabanillas, de 13 y 14 años de edad.

Emilio y Antonio Izquierdo fueron detenidos la tarde siguiente por la Guardia Civil de Badajoz, tras una batida por los maizales de la zona. Pero no se arrepentían: “Si no nos hubieran detenido, habríamos vuelto al pueblo a dispararles durante el entierro de los muertos”, aseguró Antonio. Sus hermanas, Luciana y Ángela, evitaron dar declaraciones, pero muchos las consideraron las instigadoras de la masacre.

Ninguno de los tristes protagonistas de este capítulo de la historia negra española está ya vivo. Luciana y Ángela fallecieron en el psiquiátrico de Mérida en 2005, mientras que Emilio murió de un infarto en la cárcel de Badajoz en 2006. Su hermano Antonio, que nunca mostró remordimiento, se ahorcó en la misma prisión cuatro años después.

actualidad La casa de los Izquierdo permanece prácticamente igual desde hace décadas, abandonada y a mitad de la tristemente famosa calle Carrera (la principal de Puerto Hurraco y recorrido de los asesinos aquel 26 de agosto). En su fachada principal, las antaño pintadas de “asesinos” han sido sustituidas ahora por otras inocentes de adolescentes, mientras que sus ventanas sirven de improvisados paneles en los que se pegan carteles de todo tipo. Nadie quiere esta casa, por lo que el ayuntamiento va a declararla en ruina para su posterior demolición y espera que antes de final de este año culmine todo el proceso administrativo “y ahí digamos adiós a otro recuerdo más, el último ansío”.

Puerto Hurraco es hoy día un municipio “normal” de Extremadura, recalca el alcalde. La calle Carrera presume ahora de varias casas de moderna edificación, y la aldea tiene su propia página web e incluso un perfil en Facebook. Sus vecinos están por fin listos para pasar página y enfrentarse a un nuevo capítulo, cerrando para siempre el episodio más negro de la historia española reciente.