El beso que Judas regaló a Jesucristo ante los guardias romanos para descubrir su identidad y facilitar su captura ha sido representado en multitud de escenas a lo largo de la historia. En la Ribera de Navarra, el ajusticiamiento de Iscariote se celebra especialmente en las localidades de Tudela y Cabanillas. Desde 1732, según lo acreditan los documentos, los vecinos de la capital ribera castigan a su Judas particular, el Volatín. Colgado en un eje de madera que se extiende desde uno de los balcones de la Casa del Reloj, el muñeco articulado vestido con harapos da vueltas velozmente con un petardo en la boca que, al explotar, destroza sus ropajes. La ovación popular es acompañada por la suelta de balones, chucherías y juguetes que simbolizan la alegría por la muerte del traidor.

Sin embargo, la localidad que dota de vida a esta representación es, sin duda, Cabanillas. Desde el siglo XIX, los más jóvenes de la localidad encarnan a los principales personajes de la escena. El Domingo de Resurrección, a partir de las 13.00 horas, la plaza del Ayuntamiento de Cabanillas se convierte en el inicio de la persecución que acabará con la vida de Iscariote. Tras el anuncio del ángel a la Virgen Dolorosa de que su hijo ha resucitado, la comitiva romana abarrota el lugar. Así, el mágico momento de la vuelta a la vida de Jesús da paso a la indignación popular de los numerosos vecinos que se suman a la carrera por apresar a quien se encargó de vender a Jesús con un beso para conseguir 30 monedas.

santiago carcavilla

Judas, por tercer año

El símbolo del mal y la traición es encarnado cada año por un vecino de la localidad. En esta ocasión, el encargado de huir por las calles, camuflarse entre la gente y saltar de balcón a balcón para evitar su ejecución fue Santiago Carcavilla, quien simbolizó el mal y la traición de Judas Iscarote por tercer año consecutivo.

Ataviado con un curioso traje rojo y plateado y cubriendo su cabeza con una malla que protege su identidad, el traidor permanece escondido en un balcón de la plaza mientras la guardia de honor rinde armas y pleitesía a Jesucristo en la eucaristía. Tras ser localizado, Judas inicia la huida entre una multitud que no cesa de increparle a lo largo de toda su carrera. Sin embargo, la destreza y agilidad de Iscariote le permite escabullirse del grupo de diez romanos que intentan apresarle sin éxito. Mientras tanto, Judas sorprende a los vecinos del pueblo con la captura de niños como rehenes, el asalto de diversas casas con el fin de robar comida y deslizándose entre balcones y terrazas para evitar su captura. Así, pese a que los romanos están a punto de hacerse con él en multitud de ocasiones, el traidor se presenta como un ser superior que es capaz de escaparse una y otra vez.

Pero el bien siempre triunfa frente al mal. Por ello, los 20 minutos de persecución en los que se implican todos los vecinos del pueblo culminan con la captura del joven, que es ajusticiado frente a la masa popular. Así, los vecinos de Cabanillas se disponen debajo de uno de los balcones de la plaza del Ayuntamiento con el fin de contemplar la muerte de aquel que vendió a Jesucristo. De esta forma, Judas es decapitado a la vista de todos para luego llevar su cuerpo en volandas hasta el Ayuntamiento. En este momento se da por finalizada la persecución y continúa la fiesta. Además, desde el mismo balcón central del Consistorio se recitan unos versos dedicados a los soldados que tratan de recordar las andanzas de los jóvenes durante el año, haciendo especial hincapié en los devaneos amorosos. Son frases burlescas que recuerdan a lo que se recita tradicionalmente en los Paloteados de diversas localidades de la Ribera.

tradición

Desde el siglo XIX

Según explica el investigador Fernando Hualde, la persecución y captura del Judas Iscariote es un acto que se lleva realizando en Cabanillas desde el siglo XIX. Pese a que la esencia continúa siendo la misma, debido a que la historia continúa intacta, es cierto que sí se han ido adecuando y mejorando determinados detalles.

En este aspecto, los que hoy persiguen al traidor ataviados con vestimentas de legionarios romanos, no tuvieron el mismo comienzo. En los inicios de la representación, los encargados de alcanzar y ejecutar a Judas eran miembros del arma de Caballería. Así, durante la persecución, ellos poseían capacidad y potestad para confiscar burros, mulos y cuantos animales de cuatro patas considerasen conveniente. Sin embargo, según fue avanzando la escenificación, las carreras de jinetes por las calles de la localidad fueron desapareciendo por motivos de seguridad, ya que cada vez era más gente la que se aglutinaba en torno a la figura del traidor para increparle antes de que se llevara a cabo su ejecución.

recurso turístico

Una seña de identidad

La tradición de la captura de Iscariote tras la procesión del encuentro es un espectáculo que cada vez posee más auge en Cabanillas y que se ha ido transmitiendo de padres a hijos. De hecho, quienes forman parte de este espectáculo son principamente jóvenes ágiles capaces de realizar tanto el rol de romano como el papel de Judas traidor.

Por otro lado, este acto de las fiestas de Semana Santa se ha convertido ya en un recurso turístico, referencia importante de esta localidad y, a su vez, en seña de identidad que llena de orgullo a sus ciudadanos.

Ahora, los vecinos de Cabanillas tendrán que esperar hasta el próximo año para descubrir de nuevo quién encarnará al huidizo personaje escondido bajo una malla y que cubre su cuerpo con un disfraz rojo y plateado. Entonces, las cornetas anunciarán la llegada de la comitiva romana que volverá a abarrotar las calles de la localidad en busca de Judas. Él, por su parte, esconderá de nuevo su identidad y aprovechará el reparto de chucherías entre los más pequeños de la localidad para integrarse entre la gente y evitar ser descubierto un año más.