Madrid - Angelitos negros, El manisero y Dos gardenias son temas populares e inolvidables que marcaron una época y que pertenecían al célebre cantante y compositor cubano Antonio Machín del que hoy se cumple el 40º aniversario de su muerte en Madrid a los 74 años.

Pero Machín descansa en Sevilla por propio deseo. Había manifestado expresamente que quería ser enterrado en la capital hispalense, ciudad donde vivió y se casó, en junio de 1943, con Angelita Rodríguez, el amor de su vida, una andaluza más joven que él, y donde está inmortalizado en bronce desde diciembre de 2006 frente a la capilla de Los Negritos.

Antonio Machín, que era miembro de la SGAE, tenía registradas más de 500 canciones cuyos derechos de autor siguen gestionando sus herederos. Precisamente, la aportación de Antonio Machín a la música popular universal fue generosamente reconocida en 2002, con motivo del 25º aniversario de su muerte.

Entonces, y bajo una iniciativa cultural que se denominó Proyecto Machín, tuvieron cabida la edición de su biografía Machín. Toda una vida, elaborada por el que fuera su yerno, Eduardo Jover; la película de idéntico nombre dirigida por Nuria Villazán; un disco con sus temas más internacionales; y la programación de un centenar de actos en su memoria.

Nacido el 11 de febrero de 1903 en Sagua la Grande, provincia de Santa Clara (Cuba), de padre gallego y madre cubana, la niñez de Antonio Machín se desarrolló en el seno de una familia humilde y numerosa (eran 16 hermanos).

Aprendió de su madre, a los cuatro años, la primera canción y solo diez años después hacía su primera aparición pública, en el casino de La Habana. Un año después, inició su andadura artística junto al cantante Miguelito Zaballa.

Formó parte del Trío Luna y después, el joven Machín ingresó en una de las formaciones más vanguardistas de la escena iberoamericana de los años 20 y 30, la Orquesta de Azpiazu, dirigida por Justo Ángel Azpiazu, con la que realizó sus primeras actuaciones en Nueva York y grabó varios álbumes. El primero fue El manisero en 1929.

Desde entonces sus canciones se dispersaron por América Latina y Estados Unidos. En la década de los treinta, actuó en París y Londres y a finales de 1939, la amenaza de la Segunda Guerra Mundial le obligó a trasladarse a España, donde tras debutar en Barcelona, estrenó el inmortal tema de Maciste y Blanco, Angelitos negros, del que se vendieron miles de discos.

Pronto su nombre fue conocido en todo el país y temas como El manisero, Perfidia, Mira que eres linda, Madrecita, Envidia y tantos otros superaron las modas para seguir en el recuerdo y la emoción de varias generaciones. Paralelamente, su inquietud creativa le llevó a formar el Cuarteto Machín, con el que obtuvo gran éxito en EEUU.

Su popularidad se extendió por Europa, presentó su célebre Lamento esclavo, de Grenet. Todo ello le permitió afrontar con garantías empresas artísticas de mayor envergadura, como la formación de la Orquesta Habana, con la que realizaría numerosas giras por el Viejo Continente. A finales de los cuarenta y convertido ya en referencia del musical y el teatro de variedades, el cantante incorporó a su repertorio otra de sus piezas más universales, Dos gardenias, de Isolina Carrillo.

A aquella época pertenecen sus espectáculos Ébano y marfil, Cancionero cubano, o Caras conocidas. En la década de los cincuenta, coincidió en España el auge del cha-cha-chá con una orquesta de Machín que fue reestructurada para animar este género.