💞 Juntar dos loritos y que se lleven BIEN
¿No te apetece leer? El mismo contenido ahora en vídeo. 😉☝
¿Cómo elegir la pareja ideal?
Antes de empezar, hay tres cosas muy importantes a tener en cuenta cuando queremos buscarle pareja a nuestro agapornis:
1. El nuevo agapornis ha de ser del sexo opuesto
Si tenemos un macho, buscaremos una hembra. Y si tenemos una hembra, buscaremos un macho.
(A propósito, solo hay una manera fiable 100% de saber si tu agapornis es macho o hembra, y es con una prueba de sexado por ADN).
2. Ambos han de ser de la misma especie (roseicollis, fischer, personata, …).
Procurar que sean de la misma especie, es cuidar el linaje de los agapornis.
Los agapornis resultantes de una pareja de distintas especies, son conocidos como híbridos, y son más propensos a tener problemas de salud. Es más, la descendencia de una pareja de agapornis en la que uno tiene anillo ocular y el otro no, resulta estéril.
3. No pueden ser parientes.
Es decir, no pueden ser hermanos, ni padres e hijos, o cualquier otro parentesco directo.
Al tener un ADN demasiado similar, si se reproducen los huevos podrían no llegar a nacer nunca (aunque estuvieran fecundados).Y si llegaran a nacer los polluelos, podrían salir con anomalías genéticas, graves carencias o débiles, e incluso podrían morir a muy temprana edad.
Vistas estas tres cosas, ya tenemos claro cómo ha de ser la pareja ideal para nuestro agapornis. Pero hay una cuarta cosa que puede que te ronde la cabeza: la edad.
¿Busco un agapornis de su misma edad, uno más joven, uno más viejo?
La verdad es que no es algo demasiado importante (por eso no está con los tres puntos importantes a tener en cuenta 😉). La edad no importará demasiado si hacemos bien todos los pasos que vamos a comentar a continuación.
Como consejo, procura que la diferencia de edad no sea abismal: teniendo en cuenta que los agapornis suelen vivir unos 12 años, procura que puedan pasar la mayor parte de su vida juntos. Es decir, no juntes a un agapornis de 10 años, con uno de 3 meses, porque para cuando el pequeñín alcance su madurez sexual, el otro será ya muy muy anciano.
Emparejar agapornis con éxito:
Teniendo claros los puntos anteriores, vamos a ver paso a paso qué podemos hacer para que nuestro pequeño agapornis acepte a su nuevo compañero.
1. Preparar al agapornis que ya tenemos en casa.
Sobre todo si es hembra, es muy común que se ponga más territorial de lo habitual.
Para evitar que eso pase, poco a poco vamos a cambiar ligeramente su entorno: los elementos de dentro de la jaula, e incuso donde está situada la jaula.
¡AL LORO!
A los agapornis les cuestan los cambios, y necesitan habituarse poco a poco. Si en cualquier momento del proceso, ves que alguno de los dos (sea el que ya tenías, sea el nuevo) muestra síntomas de malestar, retrocede y vuelve a lo que le es familiar y conocido.
2. Llegada del nuevo agapornis.
Sé que es muy tentador querer correr y juntarlos enseguida, pero hay que tener a ambos agapornis en jaulas distintas y separadas. Por varios motivos:
- Primero, porque el nuevo agapornis ha de pasar un periodo de cuarentena. Así nos aseguramos que no es portador de ninguna enfermedad que pueda contagiar al agapornis que ya tenemos en casa.
- Segundo, porque para el nuevo agapornis todo es extraño. Hay que de dejar que se adapte a su nuevo hogar, concediéndole un tiempo de adaptación. Deja que se familiarice con el entorno poco a poco.
Créeme, si realmente quieres que tengan una buena convivencia, hay que ir paso a paso.
2.2. Si el nuevo agapornis es papillero.
Cómo comentamos en el post sobre “Cómo cuidar un agapornis papillero”, de pequeñitos necesitan tranquilidad, y hasta pasados los dos meses, no son autosuficientes.
Es por eso que no podemos seguir con los pasos 3 y 4 hasta que estemos seguros de que el pequeño tiene todas las plumas y vuela con soltura.
Pongámonos en lo peor e imaginemos que de buenas a primeras, no se caen bien. Si nuestro pequeño papillero no puede defenderse ni huir, la cosa puede acabar realmente mal…
3. Juntos pero no revueltos.
Vamos a dejar que vuelen, pero no a la vez, y de forma alterna. Es decir:
- Dejamos salir de la jaula al agapornis nuevo.
- Cuando haya acabado de investigar, volverá a su jaula.
- Dejamos salir al agapornis que ya teníamos en casa.
- Y cuando se canse, volverá a su jaula.
En todo momento, uno de los dos sigue en su jaula. Así logramos que puedan acercarse (si quieren) sin correr ningún peligro.
Repetiremos esta secuencia durante un par de semanas, incuso más si lo creemos conveniente (recuerda que el nuevo agapornis aún no conoce tu casa, así que seguramente las primeras veces se dedique más a investigar el entorno que a conocer a su futuro amor).
Es importante ir cambiando el orden en el que los dejamos salir: si hoy sale de la jaula primero el nuevo, mañana sale primero el que ya teníamos en casa. Para que ninguno de los dos se sienta con ventaja.
Durante estos “encuentros”, es vital observarlos. Ver si se buscan, si se acercan, que actitudes adoptan ¿Alguno de los dos se ha puesto agresivo? ¿Intentan darse cariñitos?
Si vemos que la relación tiene buena pinta, que no se atacan y ambos están cómodos, podemos empezar a acercar las jaulas. De esta forma, pasarán mucho más tiempo “juntos” pero sin llegar a estar “revueltos”; sigue siendo un entorno seguro para ambos.
4. El vuelo del amor.
Cuando vemos claramente que se llevan bien, que teniendo las dos jaulas pegadas, se buscan, e incuso a veces duermen el uno al lado del otro (pese a tener los barrotes en medio), es el momento de dejarlos volar JUNTOS.
Para mi este es el momento más emocionante, porque por primera vez, van a poder interactuar sin salvavidas. Pero también es el momento más delicado, precisamente porque ahora ya no habrá barrotes que los separen.
A riesgo de repetirme como el ajo, reitero: no des este paso hasta que veas claramente que ninguno de los dos ataca al otro.
Después de volar juntos unas cuantas veces, llega un día, en el que deciden entrar juntos a una misma jaula. A veces pasa a la primera, a veces tardan más. Pero cuando eso pasa, ya puedes retirar la jaula extra, porque *¡tachan tachan!* ya han formado una pareja feliz.
La cara B del casete:
A veces, por muy bien que hayamos hecho cada paso, no se logra formar pareja. Y es que no todos los agapornis se gustan entre si solo por el hecho de ser dos agapornis (es como si a ti tuviera que gustarte otra persona solo porque es humana como tú).
La parte buena es que a los agapornis les encanta la compañía, así que si lo hacemos todo bien y con calma, tenemos muchos puntos de lograrlo.
Ten en cuenta que las parejas más fuertes y con una mejor convivencia, son aquellas que se forman solas. Por eso es importante darles su espacio y su tiempo. Si ellos solos deciden juntarse, la relación será mucho más sana que si les obligamos a estar juntos.
¡Esperamos que te haya gustado este post!
¿Cómo lo ves? ¿Te parece complicado? ¿Lo has probado y ha funcionado a las mil maravillas? Cuéntanoslo en los comentarios. Y como siempre, si tienes dudas, ¡somo todo oídos!
¿Ya sabes todo lo que has de saber para cuidar de tu agapornis?
😍 No… ¡Pero quiero aprender!
😊 ¡Sí! Yo ya tengo mi libro