Dos linajes de piojos nos han acompañado a lo largo de la historia

Un estudio genético de piojos realizado en distintos lugares del mundo desvela que estos insectos parásitos han seguido a los humanos durante millones de años y casi nunca se han mezclado entre sí.

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Piojo de la cabeza
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Según los datos que se desprenden de la nueva investigación, los piojos llegaron a América en dos ocasiones, una durante la primera ola migratoria humana a través del estrecho de Bering y otra durante la colonización europea.

Sergi Alcalde National Geographic
Sergi Alcalde

Periodista especializado en ciencia, sociedad y medio ambiente

La historia de los piojos está indisolublemente unida a la de sus huéspedes, incluidos nosotros. En 2022, una investigación publicada en la revista Nature desveló que el origen de estos parásitos está relacionado con un ancestro común de los afroterios -un superorden de distribución africana al que pertenecen, entre otros animales, los elefantes, los damanes y los dugongos- que vivió hace decenas de millones de años. Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista Plos One ha desvelado hasta qué punto estos parásitos no solo han acompañado a los humanos y nuestros ancestros durante millones de años, sino que, además, han evolucionado conjuntamente con nosotros a lo largo de la historia. “Mediante el analisis genetico de los piojos humanos, los investigadores hallaron que por lo menos existirian dos linajes geneticos de estos parasitos y que la mezcla entre ellos por hibridizacion no es frecuente. 

"Los humanos no vivimos en una burbuja, con lo que los piojos son parte de nuestras vidas y de nuestra historia", declara Marina Ascunce, genetista evolutiva del Departamento de Agricultura de Estados Unidos y autora del nuevo estudio, al diario The New York Times. El problema es que los fósiles de piojos no son comunes, con lo que, para revelar mucho sobre la historia de estos parásitos, aunque su ADN contiene muchas pistas adicionales. Por este motivo, el análisis del material genético sirve a los entomólogos para construir el árbol genealógico de estos parásitos.

¿Y qué nos dicen los genes? Que en el mundo de los piojos, el pariente más cercano de una especie coincide con el de su huésped. Por ejemplo, hace 20 años, un estudio realizado en la Universidad de Florida desveló los piojos humanos están estrechamente relacionados con los que viven en el pelaje de los chimpancés, nuestros parientes más cercanos. En otras palabras, estos insectos nos han acompañado desde el principio de nuestra existencia. Un estudio publicado en 2004 concluyó que las aves y los piojos coevolucionaron hace millones de años. Su autor, Torsten Wappler, explica a National Geographic que estos insectos aparecieron en el triásico tardío tras la aparición de hospedadores vertebrados con pieles o plumas. Luego, durante el jurásico se diversificaron y se especializaron, lo que dio lugar a los piojos propiamente dichos. "Los piojos primitivos podrían haber vivido en las primeras aves o en dinosaurios emplumados -explica Wappler-. Con la rápida diversificación de las aves modernas y quizá también de los linajes de mamíferos y las transferencias posteriores o concomitantes a otros hospedadores, los linajes modernos de piojos se expandieron rápidamente". 

Dos linajes de piojos que casi nunca se mezclan


En el estudio recién publicado, Ascunce y su equipo fueron más allá: Analizaron el ADN de 274 piojos recogidos de personas en 25 lugares del mundo de distintos continentes y concluyeron que existen dos linajes claramente mayoritarios: uno originario de África y Asia y otro de Europa, cuyas trayectorias están vinculadas con los patrones migratorios humanos. Y no solo eso, estas grandes familias rara vez se han mezclado entre sí, más allá de algunas poblaciones limitadas del continente americano, cuyos híbridos son el resultado de las sucesivas olas migratorias humanas.

los piojos de américa central, más emparentados con los de Mongolia

“La mayoría de los trabajos existentes hasta la fecha relacionados con los piojos humanos se realizaban con marcadores mitocondriales -explica Marina Ascunce a National Geographic España-, por lo que necesitábamos saber qué ocurría a nivel nuclear. La principal conclusión es que hemos hallado la presencia de dos grupos genéticos distintos, con pruebas de hibridación de épocas recientes, la mayoría de ellos en América, lo que interpretamos como una señal de contacto entre los piojos descendientes de los nativos americanos y piojos de poblaciones llegadas de Europa”.

Por ejemplo, los investigadores descubrieron que había una estrecha relación entre los piojos de América Central y Mongolia, lo que, sospechan, significa que las poblaciones asiáticas que cruzaron el estrecho de Bering hace unos 20.000 años trajeron consigo un nuevo linaje, una hipótesis que los investigadores esperan corroborar en el futuro analizando la secuenciación genética de parásitos de Asia Oriental.

Sean cuales sean las conclusiones futuras, la investigación es una prueba más de la utilidad del análisis de los piojos para rastrear la historia de la humanidad, apunta Ascunde. Y es que los híbridos de estos insectos no parecen ser capaces de persistir en el tiempo, lo que significa que mantienen la firma genética de nuestro pasado, incluso en el futuro. Futuras investigaciones ayudarán a rastrear el mapa mundial de los piojos, algo que permitirá una investigación más profunda sobre su evolución… y sobre la nuestra, pues, aunque nos pese, estos parásitos se han convertido en unos incómodos familiares que lo saben todo sobre nosotros y de los que no nos podremos desprender fácilmente. Como la suegra o ese cuñado molesto en la cena de Navidad.