Hongos, viajeros desconocidos

Una nueva revisión analiza lo que sabemos sobre el modo de dispersión de los hongos y su papel en los ecosistemas.

Héctor Rodríguez
Héctor Rodríguez

Editor y periodista especializado en ciencia y naturaleza

Actualizado a

Cuerpos frutíferos de un hongo del género Pholiota
Foto: Bala Chaudhary

Cuando pensamos en los hongos, a la mayoría de personas se le viene a la mente la imagen de una seta, sin embargo, aunque estas representan su parte más llamativa, no todos los hongos producen setas. De hecho, en la actualidad, las estimaciones sugieren que en todo el mundo existen aproximadamente entre 3 a 13 millones de especies de hongos, mientras que tan solo unas 600.000 especies de setas, de las cuales únicamente unas 600 son comestibles. 

Los hongos habitan en una gran variedad de entornos, como en los suelos, dentro de los tejidos de las hojas, en las selvas tropicales o en los océanos profundos, y pese a que se conforman como una parte fundamental de los ecosistemas, en la actualidad existen considerables lagunas de conocimiento respecto a los mecanismos de dispersión de estos microorganismos, así como de las consecuencias, tanto ecológicas como sociales, que estos pueden tener tanto a escala local como global. 

"Comprender cómo se mueven los hongos a través de una variedad de escalas espaciales resulta indispensable para comprender los ecosistemas, con todas las implicaciones que ello conlleva para la agricultura y la salud humana", declara la micóloga del Dartmouth College, Bala Chaudhary, autora principal de una revisión publicada en la revista Annual Review of Ecology, Evolution, and Systematics, que bajo el titulo Fungal Dispersal Across Spatial Scales analiza lo que sabemos en la actualidad sobre el modo en que los hongos se mueven por el mundo. 

El papel de los hongos en la naturaleza

Los hongos a menudo se asocian con la muerte y la descomposición, como el moho en un frigorífico o los hongos que descomponen las hojas en el suelo del bosque. "Por lo general, pensamos en los hongos como descomponedores, pero son crípticos y hacen muchas cosas diferentes", expresa Chaudhary. “Los hongos pueden funcionar como recicladores de nutrientes, patógenos o mutualistas que viven en una asociación beneficiosa con las plantas y otros organismos”, añade. 

Hongo del género Mucor
Foto: iStock

Los hongos también pueden ser patógenos humanos. Por ejemplo, Coccidiodes es un hongo terrestre que libera esporas en el aire como resultado de la alteración y degradación del suelo. Cuando se inhalan las esporas de este hongo, Coccidiodes puede causar la llamada fiebre del valle, también conocida como coccidioidomicosis, una enfermedad respiratoria grave. “Los expertos que trabajan en agricultura, salud pública y muchos otros campos, están interesados ​​​​en comprender la dispersión de los hongos, ya que esta información se puede emplear para predecir la incidencia de enfermedades humanas o futuras pandemias en los cultivos", continúa Chaudary, quien además añade que "estudiar cómo se dispersan los hongos es fundamental para comprender la biodiversidad fúngica y su distribución en la Tierra".

¿Cómo viajan los hongos?

Para reunir y sintetizar la información existente sobre la dispersión de los hongos y destacar las nuevas investigaciones más avanzadas en este área, el equipo de Chaudary examinó más de 4.500 documentos procedentes de cerca de 1.200 fuentes publicadas entre 1951 y 2021. La mayoría de los artículos hacían referencia a la investigación sobre la dispersión de hongos en los Estados Unidos, el Reino Unido y China.

De este modo, los investigadores encontraron que la literatura científica sobre la dispersión de hongos se había centrado en tres áreas temáticas básicas, enfermedades fúngicas; diversidad fúngica y la evolución de los hongos. 

Díptero parasitado por un hongo del género Cordiceps
Foto: iStock

Así, Chaudary y sus colegas identificaron cuatro escalas de movimiento fúngico. A una escala más pequeña, por ejemplo, los hongos pueden moverse en el suelo como lo hacen las raíces de las plantas gracias a unas estructuras conocidas como micelios.

 Los animales invertebrados, entre los que se incluyen desde hormigas a lombrices de tierra, pueden transportar hongos a través de sus nidos, sobre sus propios cuerpos o incluso en el interior de los mismos. Este último es el caso de los hongos del género Ophiocordyceps, los cuales parasitan el cerebro de algunos insectos haciéndoles adoptar comportamientos que les son favorables para su ciclo de vida y dispersión convirtiéndolos en auténticos zombis. 

A una escala un poco mayor, los pequeños mamíferos y las aves, que pueden transportar hongos a través de sus patas, plumas y vías digestivas, suponen otra efectiva vía de dispersión para los representantes del este reino de la vida, que ni son animales, ni son plantas. 

Y por último, los vectores abióticos como el agua y el viento, son responsables del movimiento de hongos a mayor escala, en el paisaje y los continentes. 

Los hongos y el cambio climático

“Con el cambio climático, los ambientes se están volviendo más secos en algunas regiones y más húmedos en otras, factores que pueden cambiar el lugar donde residen los hongos”, defiende Chaudhary. “Y la alteración del suelo por la agricultura, el desarrollo de la tierra y otras actividades humanas también pueden liberar hongos del suelo al aire”, continúa. 

“El cambio climático, junto con el empleo que el ser humano hace de la tierra, realmente puede afectar la forma en que se mueven los hongos. La importancia relativa de estos vectores de movimiento cambia a lo largo de la escala espacial y a día de hoy tenemos muy pocos datos que respalden estas relaciones. Es por eso que aún necesitamos muchos más datos para realmente comprender la biodiversidad de los hongos y su movimiento en nuestros ecosistemas", concluye.