Erupciones volcánicas: qué son, qué efectos tienen y por qué son tan peligrosas

¿Qué es una erupción y por qué se produce? ¿Cuáles han sido las más famosas de la historia? Te lo contamos en este artículo.

Héctor Rodríguez
Héctor Rodríguez

Editor y periodista especializado en ciencia y naturaleza

Actualizado a

Volcán Fagradalsfjall, Islandia
Foto: iStock

Qué es una erupción volcánica

Las erupciones volcánicas son algunos de los fenómenos naturales más sobrecogedores de nuestro planeta y un impresionante ejemplo del poder de la Tierra. Una erupción volcánica es un evento geológico que se produce cuando el magma y los demás materiales que alberga el interior de un volcán emergen de forma abrupta a la superficie terrestre.

Pero, ¿por qué se producen? Las erupciones volcánicas se producen como consecuencia del aumento de la temperatura y de la presión de los gases en una masa de magma en el manto terrestre. Este magma asciende por diferencial de temperatura y densidad, aumentando la presión en el interior de la caldera de un volcán -o sobre la propia corteza terrestre en el caso de una pluma mantélica- hasta que los materiales encuentran una salida hacia el exterior, momento en el que se produce una erupción volcánica.

Tipos de erupciones volcánicas

Según las características del magma o de la clase de los volcanes, existen diferentes tipos de erupciones volcánicas. En base a su actividad las podemos catalogar en erupciones explosivas, es decir, aquellas en que las que se produce una gran acumulación de gases que acaban saliendo al exterior de forma violenta; y erupciones efusivas, en las que la presión se libera paulatinamente y el magma fluye de forma más gentil.

Pero las erupciones volcánicas también se pueden clasificar en base al mecanismo que las origina. En este sentido existen 3 tipos de erupciones volcánicas:

  • Erupciones magmáticas.
  • Erupciones freatomagmáticas.
  • Erupciones freáticas.
Volcán Fagradalsfjall, Islandia
Foto: iStock

Erupciones magmáticas

De entre todos los tipos de erupciones volcánicas las más conocidas son las erupciones magmáticas, aquellas que se producen por la liberación del gas del magma. Esta desgasificación provoca una disminución de la densidad de que hace que el magma de desplace en vertical. Así, existen varios tipos de erupciones magmáticas, muchas de las cuales se nombran en base a algunos de los volcanes icónicos o las áreas en las que se suelen producir:

  • Erupciones hawaianas: toman su nombre de la isla de Hawái. Se trata de erupciones efusivas de lavas muy fluidas y de bajos contenidos en gases. Suelen formar un lago de lava en cráter del volcán y desbordarse formando coladas rápidas de lava que dan lugar a volcanes de poca pendiente.
  • Erupciones islándicas: también se trata de erupciones efusivas. Son aquellas que se originan a lo largo de una fisura en la corteza terrestre a través de la cual fluye la lava.
  • Erupciones estrombolianas: son eventos caracterizados por pequeñas erupciones explosivas periódicas en las que se expulsan piroclastos como bombas, lapilli y cenizas, separadas por periodos de calma.
  • Erupciones vulcanianas: reciben su nombre del volcán Vulcano, ubicado en las islas de Lípari. Se caracteriza por fuertes explosiones y por la expulsión de lava muy viscosa y grandes cantidades de ceniza.
  • Erupciones vesubianas o plinianas: nombradas en honor al Monte Vesubio y a Plinio el viejo, estas erupciones se caracterizan por explosiones aún más violentas que las erupciones vulcanianas. Esto es debido a las altas presiones que se alcanzan en la cámara magmática. Estas erupciones también se caracterizas por la emisión de nubes ardientes en forma de pino u hongo y la expulsión de grandes cantidades de cenizas y gases tóxicos.
  • Erupción peleana: reciben su nombre en honor al Monte Pelée, ubicado en la Isla de Martinica. Se caracteriza por lavas extremadamente viscosas que solidifican con rapidez y que pueden llegar a tapar la salida del volcán, lo que desemboca en una gran explosión generalmente acompañada de grandes nubes ardientes y de cenizas.

 

Erupciones freatomagmáticas

Las erupciones freatomagmáticas son aquellas provocadas por la interacción directa entre el magma y una fuente de agua. Al contrario que las erupciones magmáticas, impulsadas por una expansión térmica, las erupciones freatomagmáticas se producen por una contracción térmica del magma y la generación de grandes cantidades de vapor de agua.

Existen 3 tipos de erupciones freatomagmáticas:

  • Erupciones surtseyanas: estas erupciones hacen honor a la isla de Surtsey, en Islandia. Se producen en aguas poco profundas, mares o lagos al entrar en contacto agua y magma. Al entrar ambas fases en contacto, el magma se enfría y se contrae a la vez que el agua se evapora súbitamente, lo que genera violentas explosiones así como extensas columnas de gases -en su mayoría vapor de agua- piroclástos y fragmentos de roca.
  • Erupciones submarinas: son las erupciones volcánicas más frecuentes pero, por su localización, las que pasan más inadvertidas. Se producen por el mismo mecanismo que las erupciones surtseyanas, pero a profundidades tan grandes que los gases se disuelven antes de llegar a la superficie y las proyecciones son detenidas por el agua.
  • Erupciones subglaciales: son aquellas caracterizadas por interacción del magma con el hielo. No suelen ser erupciones explosivas y suelen dar lugar a volcanes con una cima plana y laderas empinadas.
Isla creada tras la erupción surtseyana del volcán submarino Hunga Tonga-Hunga Haʻapai
Foto: Cordon Press

Erupciones freáticas

El tercer tipo de erupciones volcánicas son las llamadas erupciones freáticas, las cuales se deben al contacto indirecto del magma con un volumen de agua. En estos casos el calor del magma origina un calentamiento y evaporación muy rápida del agua, generando una alta presión y con ello una gran explosión de vapor, agua, cenizas y piroclastos. Por lo general, en este tipo de erupciones no se producen coladas de lava.

Efectos de la erupción de un volcán

Así pues, las erupciones volcánicas son algunos de los fenómenos naturales más asombrosos de nuestro planeta y una impresionante muestra del poder de la naturaleza. Un poder capaz originar auténticos desastres naturales que en ocasiones suelen traducirse en la pérdida de numerosas vidas humanas. La peligrosidad de un volcán depende de la cercanía de las poblaciones humanas que se asienten cerca de ellos, y en este sentido, la erupción conocida con más víctimas mortales fue la tuvo lugar en el Monte Tambora en 1815, en la que fallecieron cerca de 60.000 personas. Entre los peligros que entrañan los volcanes podemos encontrar:

  • Explosiones: las explosiones producidas en una erupción pueden arrojar material volcánico de diferentes tamaños a grandes distancias provocando una lluvia de proyectiles sobre los terrenos circundantes.
  • Derrumbamientos: las erupciones volcánicas a menudo vienen acompañadas de ondas sísmicas y terremotos de diferente magnitud que pueden afectar a las construcciones humanas cercanas y producir derrumbamientos.
  • Coladas de lava: son flujos de roca fundida que arrasan todo lo que encuentran a su paso. Si bien son muy destructivas, salvo en el caso de las lavas muy fluidas, dado que avanzan muy lentamente, rara vez suponen un peligro para los seres humanos y animales.
  • Lahares o flujos de lodo: pueden producirse en periodos de erupción o bien de tranquilidad volcánica. Se trata de corrientes de lodo conformadas por fragmentos de roca volcánica y ceniza arrastrados por el agua de lluvia o de deshielo que discurren por las pendientes de un volcán. Dependiendo de la cantidad de agua y materiales evacuados pueden destruir todo lo que se encuentran a su paso y desplazarse hasta 200 kilómetros de distancia.
  • Avalanchas: en este caso no de nieve, si no de los escombros procedentes del derrumbe del edificio volcánico afectado por una erupción. Ocurren con poca frecuencia, pero cuando tienen lugar son fenómenos enormemente destructivos.
  • Nubes y lluvia de cenizas: la erupción de un volcán arroja a la atmósfera grandes cantidades de ceniza volcánica que posteriormente se depositarán en la tierra, a veces formando capas de varios centímetros de espesor. Estas cenizas pueden causar problemas respiratorios en personas y animales, afectar a la flora y cultivos impidiendo a las plantas realizar la fotosíntesis, o contaminando fuentes de agua. En las erupciones volcánicas de mayor magnitud, las cenizas depositadas en la atmósfera pueden llegar incluso a afectar al clima terrestre a nivel global.
  • Flujos piroclásticos: si los gases que emanan de un volcán no tienen la suficiente energía o la densidad adecuada para elevarse hacia la atmósfera, estos gases a altas temperaturas (de hasta 700 ºC) y que viajan a gran velocidad (de hasta 550 kilómetros por hora), pueden desplazarse ladera abajo del volcán calcinando todo lo que encuentran a su paso.
  • Emanación de gases: los gases emanados por un volcán suelen dirigirse y dispersarse rápidamente en la atmósfera. Una consecuencia de ello es la formación de lluvia ácida, la cual puede producir daño en los cultivos, por corrosión o por contaminación de fuentes de agua. No obstante, estos gases también pueden alcanzar grandes concentraciones en las partes bajas de un volcán o en zonas deprimidas, donde pueden producir numerosas muertes por intoxicación o asfixia.
  • Incendios: si la erupción de un volcán se produce en las inmediaciones o cercanía de un bosque, las altas temperaturas generadas suelen propiciar la expansión de incendios forestales añadiendo nuevas consecuencias al desastre.
  • Tsunamis: si una erupción volcánica tiene lugar bajo el agua también pueden producirse tsunamis asociados al vulcanismo. Estos pueden atender a dos procesos: bien debido a las fuertes explosiones producidas por el contacto entre el magma y el agua, o bien debido al hundimiento de una caldera volcánica submarina.
Erupción del volcán de Cumbre Vieja, en la isla de La Palma, Islas Canarias, España en 2021.
Foto: iStock

Medidas de seguridad

Como ha quedado claro, las erupciones volcánicas son muy peligrosas. En este sentido y como en tantos otros aspectos de la vida, la mejor mejor medida de seguridad para protegerse de los efectos de una erupción volcánica es la prevención, por lo que lo ideal sería evitar vivir en zonas que puedan ser afectadas por la actividad de un volcán, algo que puede hacerse atendiendo a los mapas de riesgo elaborados por diversas instituciones.

Sin embargo, por multitud de razones, esto no es siempre posible, y en la actualidad millones de personas en todo el mundo viven en zonas adyacentes y afectadas por volcanes. Es por ello que estos casos también existen algunas medidas de seguridad destinadas a mantener a la población a salvo. Entre ellas destacan:

  • La evacuación inminente de la zona afectada en caso de erupción, sobre todo en caso de que la erupción se produzca acompañada de lluvias.
  • Tratar de evitar las áreas bajas, las áreas a sotavento del volcán y los valles de los ríos cercanos a este.
  • Tener siempre preparada una mochila con los artículos necesarios para permanecer temporalmente fuera de la vivienda.
  • Estar al tanto de las noticias locales para conocer los informes de situación emitidos por las autoridades locales. En este sentido resulta muy útil tener siempre a mano una pequeña radio.
  • Si no fuera posible o necesaria la evacuación, es importante proteger tanto los ojos como los conductos respiratorios mediante el uso de gafas, mascarillas o un pañuelo húmedo.
  • También es recomendable el uso de ropa que cubra la mayor parte del cuerpo para evitar afecciones en la piel.
  • Evitar conducir en espacios alcanzados por las cenizas volcánicas, las cuales pueden obstruir los motores y atascar los vehículos.
  • Es importante cubrir los alimentos y fuentes de agua para evitar la contaminación a causa de la ceniza y sellar puertas, ventanas y chimeneas para evitar la entrada de la ceniza en las viviendas.
  • Si todas la personas están a salvo, se tienen animales y existe la posibilidad, lo ideal es llevarlos a refugios cerrados.

Erupciones volcánicas famosas

A lo largo de la historia se han producido multitud de erupciones volcánicas. Algunas de ellas cambiaron para siempre nuestro planeta, afectando al clima e incluso al conjunto de especies que en aquellos momentos habitaban en la Tierra, como la del supervolcán de Yellowstone. Sin embargo para encontrar erupciones de tal magnitud hemos de remontarnos centenares de miles de años en el tiempo.

Afortunadamente, en la historia reciente de la Tierra no se ha producido ninguna de estas enormes erupciones. De ser el caso, probablemente no nos encontraríamos aquí. Sin embargo, durante todo este tiempo sí que se han producido erupciones que por su gran magnitud o por sus devastadores efectos, serán recordadas por el resto de los tiempos. Estas son algunas de las erupciones volcánicas más famosas de la historia.

  • La erupción del Monte Tambora, del 10 de abril de 1815, fue una gran erupción de tipo ultrapliniana que alcanzó la magnitud 7 del índice de explosividad volcánica. Esta erupción es considerada la más grande de toda la era moderna. En ella fallecieron cerca de 60.000 personas. Pero lo más impresionante de esta erupción es que tuvo grandes consecuencias a nivel global, ya que la gran cantidad de cenizas que expulsó a la atmósfera provocó un cambio en la cantidad de radiación solar que llegaba a la Tierra, enfriando el clima hasta tal punto que el año posterior a su erupción, 1816, pasó a la historia como el año sin verano.
  • De las muchas erupciones del Monte Vesubio, un gran estratovolcán situado en el sur de Italia, la más famosa sin duda es su erupción del año 79 d.C., la cual engulló las ciudades de Pompeya, Herculano, Oplontis y Estabia. Se trata de uno de los volcanes más estudiados del mundo debido a las numerosas erupciones periódicas que ha exhibido durante los últimos 2.000 años. La erupción del año 79 se produjo en dos fases: una primera caracterizada por la expulsión de grandes cantidades de piedra pómez y cenizas, y una segunda y súbita fase de emisión de flujos piroclásticos que calcinó los alrededores provocando la muerte de cerca de 5.000 personas.
  • Erupción del Monte Santa Helena: la mañana del 18 de mayo de 1980 la explosión del Monte Santa Helena produjo una nube ardiente de gases, rocas y ceniza que calcinó bosques, prados y arroyos a 25 kilómetros del volcán. Se trata de una de las erupciones volcánicas más catastróficas del siglo XX. Su explosión fue también la mayor de todas las registradas en los Estados Unidos. En segundos, los gases emanados por el volcán derritieron glaciares centenarios y el agua hirviendo recorrió las laderas del volcán arrasando bosques enteros. Tras la erupción, la majestuosa cima del volcán desapareció por completo y una montaña de 2.956 metros altura menguó hasta los 2.560.​
  • Erupción del Monte Pelée del 8 de mayo de 1902 es considerada la erupción más mortífera de todo el siglo XX. En ella, y a causa de un único flujo piroclástico, fallecieron cerca de 30.000 personas de la inmediaciones, muchas de las cuales acudieron a refugiarse en la ciudad de Saint Pierre, en la isla de la Martinica, la cual, desgraciadamente, quedo prácticamente reducida a escombros.

  • La erupción del Monte Pinatubo del 15 de junio del año 91 fue la segunda erupción volcánica más grande del siglo XX. También, sin duda alguna, la más grande que ha afectado a una zona densamente poblada. La erupción produjo avalanchas de alta velocidad de ceniza y gas caliente y una nube de ceniza volcánica de cientos de kilómetros de diámetro y 34 kilómetros de altura. El mismo día, además, un tifón llamado Yunya golpeó la isla generando gigantescos flujos de lodos y ocultando en parte la verdadera magnitud de la erupción. El desastre causó la muerte de 847 personas, algo que podría considerarse un éxito rotundo dada la magnitud de la erupción y la gran cantidad de personas que vivían en los alrededores. Gracias a la evacuación de la zona durante los días previos pudieron salvarse decenas de miles de vidas.

  • Hablando de erupciones cataclísmicas, resulta imposible olvidarse de la erupción del Monte Krakatoa del 27 de agosto de 1883, una de las erupciones más poderosas jamás registradas en la historia reciente que tuvo lugar entre las islas de Java y Sumatra. Cuentan las crónicas de la época que la explosión producida por el volcán fue tan grande que se escuchó hasta a 4.500 kilómetros de distancia. En ella murieron cerca de 36.000 personas, y aunque se trató de una erupción muy violenta de tipo pliniana, se estima que la mayoría de fallecidos no se debieron a la propia erupción, si no a los grandes tsunamis con olas de hasta 30 metros que se sucedieron en la zona y a los que se achaca la muerte de al menos 31.000 personas.

Cráter del Monte Pinatubo tras la erupción de 1991
Foto: USGS / T. J. Casadevall