Pablo CABEZA
BILBO
Elkarrizketa
DAVID GONZÁLEZ
BAJISTA DE COBRA

«Tenemos que ofrecer propuestas interesantes y, en lo posible, originales y con personalidad»

Cobra llega a su quinta referencia tras 15 años de brega vividos entre sonidos oscuros y rayos de sol bermejos. «Fyre» asume todos los capítulos del pasado; nada parece ajeno en sus cuarenta minutos. Sin embargo, los diez títulos plantean un renacer vital donde rock clásico, stoner, doom, jarkore, metal… se mezclan para formar una poderosa entidad capaz de franquear cualquier resistencia.

“Fyre” es muy bestia, no tiene piel, no tiene huesos, es solo músculo. Se retroalimenta con sus diez canciones y crece desde sí. Vive entre los unos y los ceros del cedé y entre las estrías del vinilo. El escuchante compartirá con “Fyre” esta experiencia de crecimiento, pues siempre descubrirá un matiz pendido de sus duras carnes. El ente es un ser abestiado incluso en sus trances más melódicos, “Oroiminduak”, “Here lies”, pero el jodido incivil tiene corazón, pulmones y mente, aunque fuera de él.

La fibra en cada bit, el resto en nombres como Haritz Lete, Josu Luengo, Ekain Elortza y David González, experimentados músicos (Berri Txarrak, Morgan, Seiurte, Dinero, Kokein…) que superan el pasado para crear el disco de sus mejores pesadillas, el álbum de la portada roja henchida de sangre.

Cobra ha vapuleado con respeto su pasado. “Fyre” es un coloso donde los músicos, junto con Xanpe desde el estudio, han vertido la mejor bilis de sus vidas. Solo cabría esperar que el futuro no fuera tan cornudo como acostumbra y que permitiese alcanzar algo más que cinco minutos de gloria, quizá el merecido reconocimiento que se ha ganado un disco donde al inspirado trabajo melódico de voces –con el permiso de un enorme Lete que se abre paso a guantazos de tráquea– se le encara una pegada instrumental turbadora. Da igual dónde se inicie la aventura, si es por la tendencia de pulsar en el primer corte, en “Firebird”, la sangre correrá a borbotones ya que el inicio es propio del death-core metal extremo. “No miracles” nos devuelve al mejor sonido heavy, pesado y fumeta. “Emerald city” podría estar dedicada a Lemmy. En directo mejor no estar pegado a una pared. “Parasites” es densa como el plomo, no hay venas para esta sangre tan espesa. En “Oroiminduak” el aire es más suave, un himno para ser cantado cerca del altar. “Letdown” cuenta con un estribillo vocal y guitarrero que se cantará hasta por signos. “We are next” sacará los diablos internos a hostias, thrash-core con cierto aire a Metallica. “Here lies” devuelve un corte rockero melódicamente muy directo y dado al trance camino de reventar, “New old days” es rítmicamente muy esbelta. “Legarreko kanpaiak” cierra de forma inesperada, pero certera, disco, y a ritmo medio revienta la mente en su viaje a uno y otro lado. Es para pensárselo: la felicidad a solo un click del play.

El autotune de verbena le gana espacio al rock, no es el mejor momento para este a pesar de los miles de discos que se editan.

Es algo inevitable con lo que nos toca lidiar, ya que el cambio generacional siempre ha existido y ello trae consigo nuevos hábitos y diferentes motivaciones. Las inquietudes cambian entre la juventud y emergen nuevos estilos musicales que abarcan algo más. Es lo que pasó en su día con el punk o el hardcore, que transcendía de lo musical, era una manera de conectar con la realidad de muchos adolescentes y sus problemas o preocupaciones, convirtiéndose en una forma de vida. Es un poco lo que pasa con el trap y demás vertientes estilísticas, que han conseguido conectar con gran cantidad de gente.

¿Es una cuestión de seducir, de crear buenas propuestas…?

Creo firmemente que los que estamos en el mundo del rock tenemos que ofrecer propuestas interesantes y, en la medida de lo posible, originales y con personalidad. No vale pensar que no tenemos responsabilidad alguna de todos nuestros males. Está en nuestras manos el reavivar la escena y, tal vez, si esto no sucede sea porque las propuestas que hay no son lo suficientemente interesantes como para conectar con el oyente. Ahí es donde tenemos que ponernos las pilas, porque está demostrado que la gente reacciona ante cualquier propuesta con personalidad o novedosa. Hay muchos grupos haciéndolo muy bien y a la vista está el resultado que están teniendo.

Han cambiado muchas cosas en el sonido de Cobra desde aquel debut repleto de nombres propios, pero continúa siendo una apuesta muy reconocible. Todo igual, todo diferente.

Hay quince años de diferencia entre el primer disco y “Fyre”, y por el camino nos hemos curtido como músicos y como banda. Al principio las canciones se basaban en un riff o idea concreta y con el tiempo hemos aprendido a tener una perspectiva más amplia a la hora de escribir canciones. En este disco hemos intentado hacer temas buscando menos protagonismo en los riffs, resaltando las melodías en busca de estructuras sólidas y con más matices de lo normal. Por otro lado, el sonido de Cobra siempre ha estado muy definido y posiblemente esa sea la esencia del grupo, veo más una evolución en la manera de escribir canciones que en el sonido del grupo en sí.

«Fyre» inspira la idea de que cada tema es un single, que tuvo que haber mucha magia durante todo el proceso tanto creativo como a la hora de arreglar y grabar.

Teníamos muy claro qué disco no queríamos sacar y con eso fue suficiente para poder avanzar en el proceso creativo. Una vez superado este punto volver a la zona de confort junto con Xanpe era una de las claves para obtener el resultado que queríamos. Él nos conoce a la perfección y sabe cómo hacer sonar al grupo. El disco está grabado en los estudios Koba en Bilbo y hemos dispuesto del tiempo necesario para poder hacer las cosas como queríamos. Cada instrumento está grabado con mucho detalle, muchas veces por partes (estrofas, estribillo…) para encontrar el sonido o el arreglo idóneo para cada momento. Xanpe nos ha ayudado y encauzado durante todo el proceso y entre todos hemos conseguido lo que buscábamos.

«We are next» es una mezcla de sentimientos musicales muy profundos, donde el jarkore, el thrash y un entorno muy épico brillan. Es el tema elegido para que colabore el canadiense Liam Cormier, vocal de Cancer Bats.

Esta es una de las canciones más especiales del disco. El riff final fue el primero que escribí para este disco, algo así como la primera piedra de “Fyre” convirtiéndose más tarde en el primer single. Y luego está la colaboración de Liam Cormier, que hace de esta canción algo muy especial en el repertorio del grupo. Cancer Bats son, además del ejemplo perfecto como banda, gente muy cercana y siempre han sido un referente para nosotros. A Liam lo conocí hace ya unos años y desde entonces hemos estado en contacto. Desde hace ya tiempo sentíamos curiosidad por saber cómo encajaría su voz en nuestra música y con el perfil de esta canción vimos que era el momento perfecto.

«Emerald city», cabalgada sobre jarkore y que en directo derivará en esguinces.

El no repetirnos era una de las premisas a la hora de componer “Fyre” y este tema es un claro ejemplo de ello. Era necesario renovar la intensidad y energía que ha caracterizado a este grupo hasta ahora y este tipo de canción con un toque de suciedad y rapidez era una asignatura pendiente. Es un tema muy divertido de tocar y seguramente ocupe un lugar importante en el futuro repertorio.

Se abre un disco con cierta conciencia de lo que significa, pero se suele pensar parecido para finalizarlo. A «Legarreko kanpaiak» le corresponde despedir y es singular por las líneas de guitarra y su desarrollo. Un corte para interiorizar y cerrar, de paso, no solo el disco, sino los ojos.

“Legarreko kanpaiak” es el último tema que compusimos para “Fyre”. Parte de una idea que tenía Josu [guitarra] y no quiso dejarla pasar, estaba muy convencido y nos insistió hasta el punto de tener que ir un día antes al estudio para montar la canción. Es posible que nunca llegásemos a tocarla todos juntos y tanto la línea de voz como la letra se hicieron el día antes de grabar, mientras que la línea de bajo está improvisada en el momento. Muchas veces la frescura de una primera toma o de esos primeros acordes es lo que hace que una canción transmita naturalidad y fluidez, en este caso hasta tal punto que acabó siendo nuestro segundo adelanto. En cierto modo es un tema un tanto diferente a todo lo que hemos hecho hasta ahora y creo que ha encajado de una forma muy natural en el disco.

Las letras en inglés son de su hermano Mikel, quien ya les ayudó en «Riffyard».

Mikel estaba tan inspirado que nos echamos a un lado y tan solo le ayudamos con alguna idea. “We are next” habla sobre las cosas terribles que hacemos como especie. “Lockdown” sobre un mitómano, alguien que disfruta mintiendo y haciendo daño. “Here lies” va sobre la gente sencilla y noble que dedica su vida a trabajar y sacrificarse pasando por la vida de forma discreta. “No miracles” sugiere enfrentarse a las adversidades sin buscar excusas y tirar hacia delante. “New old days” incide sobre algo tan valorado en los tiempos que corren como montarse en la furgo y salir a la carretera a tocar. Un tema que, aprovechando el momento, va dedicado a todas esas bandas que están encerradas en casa sin poder salir de gira.