Parque Nacional Marítimo Terrestre del Archipiélago de Cabrera

El clima Parque Nacional Marítimo Terrestre del Archipiélago de Cabrera

Localizado en la región bioclimática mediterránea, sus islas tienen un clima semiárido caracterizado por inviernos templados y poco lluviosos y sus veranos muy calurosos y secos. La precipitación anual se concentra más en otoño, fluctúa de un año a otro, y se sitúa entre la mínima de 150 mm y más de 300 mm de media anual. Su humedad relativa es alta y las temperaturas se mueven entre los -1°C y 30°C, con pocas excepciones. 

El parque nacional cuenta con una estación meteorológica, y una boya océano meteorológica que ha estado aportando datos temporalmente.

Estaciones meteorológicas en el Parque nacional Marítimo Terrestre del Archipiélago de Cabrera

La escasa altura, 172 m punto máximo en la isla de Cabrera, no interfiere en sus vientos constantes, que producen alta evapotraspiración en la vegetación. Son habituales los episodios de cambios repentinos en sus vientos.

El déficit hídrico, especialmente los meses de mayo a septiembre, repercute en toda su biodiversidad que ha desarrollado estrategias para adaptarse a la falta de agua y, en algunos casos, a la influencia del aerosol de agua marina.

Las escasas lluvias hacen que el aporte de sedimentos por arrastre al mar sea prácticamente nulo. Como consecuencia, las aguas marinas tienen una excepcional transparencia y permiten una extraordinaria visibilidad.

El clima y la oceanografía condiciona su biodiversidad

El perfil recortado de las islas se extiende y supone una costa de 57 km. Encontramos numerosas calas, alguna pequeña playa, cantiles rocosos y numerosos acantilados, algunos de altura considerable. Sorprenden los acantilados submarinos. Se pueden apreciar bruscas caídas del fondo con paredes verticales que caen hasta los 90 m en la zona de los islotes del sur. 

En las islas, la riqueza de especies se mide más por su singularidad, que por su número; hay menos especies que en el continente, pero es mayor el número de endemismos propios y exclusivos de ellas. En las islas mediterráneas el agua es el factor limitante, determinando el tipo de vegetación, de su fauna e influyendo en el tamaño de las poblaciones. 

El paisaje de este parque nacional es el mejor exponente de ecosistemas insulares no alterados del Mediterráneo español. Está dominado por plantas adaptadas a largos períodos de escasez de agua; bosques y matorrales de hoja perenne sobre suelos, generalmente, pobres. Se contabilizan más de 500 especies de flora vascular. La vegetación terrestre del parque está muy influenciada por su situación geográfica. Predomina el matorral mediterráneo con arbustos leñosos de hoja coriácea y pequeña, formadores de la “garriga”, matorral perfectamente adaptado a los rigores del clima mediterráneo, plantas como acebuche, lentisco, sabina, romero y euforbia que en algunas partes se mezclan con pino carrasco. Interesantes comunidades de vegetación litoral y plantas de acantilados con presencia de varios endemismos baleares o del propio parque.

Su fauna adaptada a zonas templadas y con características climáticas que atraen migraciones procedentes de zonas frías se sitúa en la ruta migradora de unas 150 especies de aves que utilizan las islas como zona de descanso y “repostaje”. Importantes colonias de aves marinas, de ellas 23 especies nidifican en el archipiélago. La gaviota de Audouin, mediterránea, las pardelas balear y cenicienta y el paíño común cuentan con importantes efectivos en el parque, también varias rapaces. 

Importante fauna invertebrada; también su lista de reptiles como lagartija balear, con subespecies distribuidas en islotes, la salamanquesa común y la rosada y en el mar la tortuga boba. El número de mamíferos presentes es bajo y todos introducidos (erizo moruno, gineta, rata negra, ratón, gato cimarrón y conejo), excepto cuatro especies de murciélagos autóctonos.

Las condiciones oceanográficas del mar Balear ofrecen unos fondos marinos con más de 200 especies de peces y numerosos invertebrados endémicos en El Parque Nacional Marítimo Terrestre.

Hasta el momento se han inventariado 455 especies de plantas marinas (diatomeas, macroalgas y fanerógamas y algas marinas. La comunidad del Posidonia oceánica tiene una importancia especial por su carácter de elemento fijador del sustrato frente a la erosión y hábitat esencial para multitud de especies tanto vegetales como animales. La pradera de posidonia ocupa un importante porcentaje de superficie del fondo marino creciendo hasta su máxima profundidad conocida, sobre los 45m. Es uno de los ecosistemas marinos más diversos, cumpliendo la función de oxigenación de sus aguas que, por su pobreza en nutrientes, son poco productivas. Entre sus hojas se fijan gran cantidad de organismos que sirven de alimento a otras especies. Aquí viven peces como la chopa (Spondyliosoma cantharus), la vaca (Serranus scriba), la dorada (Sparus aurata), el dentón (Dentex dentex), la lubina (Dicentrarchus labrax), la salpa o salema (Sarpa salpa), de reflejos dorados, que se alimenta de las hojas de la posidonia en grupos o cardúmenes de hasta cientos de individuos, auténticos rebaños submarinos, erizos, sepias, incluso a la nacra (Pinna nobilis), enorme molusco bivalvo.

Los fondos rocosos son los hábitats submarinos que ofrecen una mayor diversidad por el refugio y alimento que aportan a la fauna. Éste es el lugar donde viven los meros (Epinephelus guaza), peces de gran tamaño y buen carácter, las escórporas y rascacios (Scorpaena spp.), de venenosas espinas, maestros del camuflaje, los pulpos (Octopus vulgaris), las morenas (Muraena helena), los congrios (Conger conger), etc., todos ellos moradores de cuevas y recovecos. Aquí se localizan numerosos invertebrados: bígaros, bellotas de mar, cangrejos, holoturias, estrellas, etc. Sobre la roca crece un simpar número de algas, desde la delicada Acetabularia, con forma de sombrilla, hasta las duras algas calcáreas, que constituyen el soporte del coralígeno.

Las costas de Cabrera acogen animales de mayor tamaño, como el delfín mular (Tursiops truncatus), el delfín listado (Stenella coeruleoalba), el delfín común (Delphinus delphis) y la tortuga boba (Caretta caretta).

La fauna marina censada, hasta el momento, supone más de 950 especies, incluyendo al menos 25 crustáceos como la langosta, el bogavante, el cigarrón, el centollo, y más de 215 especies de peces.