Miles de personas en todo el mundo afirman haber sido abducidas por alienígenas. Y otras muchas relatan haber tenido contactos con espíritus y otras entidades sobrenaturales. Parte de esos casos se pueden explicar por trastornos mentales o psicológicos. Pero hay otros muchos que son el efecto secundario de un trastorno que se produce al dormir conocido como "parálisis del sueño".

Desde siempre, la noche ha sido el momento propicio para los fenómenos sobrenaturales, tal y como atestiguan las leyendas y la literatura de terror. Cuando dormimos permanecemos inermes ante nuestro entorno, y es el momento perfecto para convertirnos en víctimas de íncubos, súcubos, vampiros y espectros de todo tipo y condición.

Puede que todo lo anterior te suene a cuento. O puede que no, y que lo que te vamos a relatar a continuación te sea familiar. Te encuentras tumbado en la cama, profundamente dormido (o eso crees) y sientes la repentina necesidad de despertarte, pero descubres que eres incapaz de moverte. Estás paralizado sobre el lecho y tus músculos no responden. Y, por si la situación no resultara bastante angustiosa de por sí, es probable que también sientas alguna extraña presencia a tu lado. Algo que te toca, que te aprisiona, que, incluso, te habla y que intenta apoderarse de tu ser. Entonces, te vuelves presa del pánico. Afortunadamente, unos instantes después lograrás abrir los ojos y moverte por fin. Tu corazón está acelerado; puede que incluso sudes y te preguntarás: “¿Lo que ha sucedido es algo real?”.

LA PARÁLISIS DEL SUEÑO, UNA JUGARRETA DEL CEREBRO

Si alguna vez has experimentado una situación similar, debes saber que no se trata de una simple pesadilla. Aunque, por supuesto, tampoco había ningún ente oscuro rondando por tu dormitorio. En realidad se trata de un tipo de alucinación hipnagógica (las que se producen en el tránsito del sueño profundo al estado de vigilia) denominada parálisis del sueño. Mientras se produce, la persona está totalmente consciente, con capacidad auditiva y táctil, pero es incapaz de moverse o hablar, lo que provoca una angustia indescriptible. El sujeto sufre la paralización de prácticamente toda la musculatura voluntaria, excepto los ojos y el diafragma respiratorio (gracias a lo cual puede seguir respirando). También es habitual la paralización de la laringe, por lo que resulta imposible, hablar, gritar o pedir ayuda mientras se sufre este trastorno del sueño. Al cabo de unos minutos el episodio suele ceder de manera espontánea.

Antiguamente, este tipo de experiencias se relacionaban con fenómenos místicos o paranormales y son la explicación a muchos casos de supuestas posesiones diabólicas o de apariciones espectrales. Actualmente la parálisis del sueño también suele ser una de las causas que explican el fenómeno de las llamadas ‘abducciones alienígenas’, en las que algunas personas dicen haber sido raptadas o manipuladas por extraterrestres mientras dormían (aunque hay que matizar que en muchos de estos casos también se juntan problemas psiquiátricos previos).

Hay que tener en cuenta que lo experimentado durante la parálisis del sueño puede llegar a ser muy vívido, ya que la alucinación puede manifestarse de manera visual, auditiva y olfativa, y afectar a casi todos los sentidos. Pero, en otros casos habría que hablar de pseudoalucinaciones, ya que es probable que la persona sepa que lo que le está ocurriendo no es real. Y ¿a qué se debe? Pues a que durante la fase del sueño REM (por las siglas en inglés de ‘rapid eye movements’) existe una gran activación de la corteza cerebral. “Es entonces cuando se producen los sueños y se da una atonía muscular generalizada. En ocasiones, estas características fisiológicas del sueño REM se introducen de alguna manera en la fase no REM, es decir, entre el sueño profundo y la vigilia”, explica el experto.

Si estás pensando que este fenómeno es algo muy extraño y que solo afecta a pocas personas, estás muy equivocado. Algunos estudios afirman que entre el 50 y el 60% de la población mundial lo sufre, al menos, una vez en su vida. Aunque tan solo entre un 3 y un 6% lo padece de manera regular. ¿Sabemos qué lo produce?

El estrés, el jet lag o la falta de una buena higiene del sueño pueden causar la aparición esporádica de este trastorno. También algunos medicamentos están en el origen este fenómeno. Y el problema se agrava cuando la parálisis del sueño se presenta de forma habitual.

Cuando se produce de forma repetida, suele ir acompañada de otros síntomas como la catalepsia o la narcolepsia, la pérdida brusca del tono muscular y las crisis de sueño repentinas durante el día. Esto puede deberse a causas hereditarias o familiares, cuando la parálisis del sueño la sufren varios miembros de una misma familia, aunque estas suelen ser las menos frecuentes. También puede estar asociada a cuadros psicológicos más graves, como el síndrome de estrés postraumático.

La buena noticia es que, pese a lo desagradable que resulta esta experiencia, es completamente benigna. Hay personas que tras sufrirla creen que han podido ser víctimas de un ictus o un conato de infarto, pero lo cierto es que la salud física no se ve afectada por la parálisis del sueño. “Si hablamos de parálisis del sueño aisladas, sin otros trastornos asociados, podemos decir que no supone ningún problema para la salud”, explica Celia García Malo, neuróloga del Instituto del Sueño. La mala es que no existe un tratamiento concreto y efectivo contra ella.

¿EXISTE TRATAMIENTO PARA LA PARÁLISIS DEL SUEÑO?

Si la parálisis se manifiesta de forma esporádica, el principal método de tratamiento es la adopción de unos hábitos de sueño adecuados, lo cual incluye acostarse y levantarse según un horario lo más regular posible, pasar en la cama el número de horas adecuado, evitar las siestas prolongadas durante el día y no acumular falta de sueño. Por otro lado, si los episodios son recurrentes, se suelen utilizar la terapia cognitivo-conductual y técnicas de meditación. También se han probado tratamientos con inhibidores de la recaptación de serotonina por su capacidad para suprimir la fase REM del sueño (la más superficial), pero los resultados han sido dispares. Pese a ello, se siguen probando nuevas terapias.

La más reciente se realizó en Cambridge y los resultados se publicaron en agosto de este año. En un experimento con diez pacientes que sufrían episodios recurrentes de parálisis del sueño asociados a la narcolepsia, se les pidió que realizaran un protocolo en tres fases. Primero debían aprender a reevaluar la experiencia recordándose que se trata de algo benigno y pasajero. Luego, necesitaban entrenar para distanciarse psicológicamente de ella y entender que el miedo solo empeoraba la experiencia. El tercer paso consistía en centrarse en algún recuerdo positivo o en lograr una relajación muscular completa para poner fin a la experiencia.

Durante la primera fase del experimento, los voluntarios reportaron una media de 17 crisis en tan solo once días, pero en el último mes de la investigación la cifra se había reducido un 50%. El experimento tiene que replicarse para ver si los resultados se repiten en pacientes sin narcolepsia. Si es así, eso significará que podríamos tener a nuestro alcance una terapia sencilla y eficaz para tratar de combatir la parálisis del sueño.

En definitiva, la gama existente de terrores nocturnos es muy amplia, pero este tipo de experiencias son su versión más sofisticada, angustiosa y real. Y quien la padece de forma habitual acaba sintiendo una angustia incontrolable cada vez que tiene que irse a dormir.

Lo más probable es que ese no sea tu caso, pero en alguna ocasión también serás víctima de esta desagradable experiencia, aunque ahora que ya sabes en qué consiste podrás superarla mejor. Si alguna vez pensaste en fantasmas o alienígenas visitantes de dormitorios, ya sabes que solo son alucinaciones hipnagógicas: una mala pasada que te juega tu cerebro durante la fase REM del sueño. En todo caso, míralo por el lado bueno: siempre puedes usar la experiencia para escribir un relato de horror. A H. P. Lovecraft le funcionaba.

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Vicente Fernández López

Especialista de fitness, salud y ciencia en Men's Health. Licenciado en Periodismo, antes he trabajo en la revista Quo.