Deportes de Aventura

Un '4.865', primera etapa de aclimatación de las seis montañeras del Reto Pelayo Vida

Deportes de Aventura El Nevado Sajama espera a las seis expedicionarias

El miércoles por la tarde fue la primera vez que los ojos de las seis expedicionarias se posaban sobre el Nevado Sajama, el gigante de roca y hielo que mira impertérrito a todos aquellos que intentan ascender hasta su cumbre situada a 6.542 metros de altitud y que permite a este volcán mirar desde lo alto a todo Bolivia. La verdad que el recibimiento no fue el esperado. Aquella inmensa masa de roca que se levanta aislada sobre un páramo tan sólo habitado por llamas, vicuñas y algunas familias de pastores o mineros, aparecía por vez primera ante los ojos sorprendidos de Raquel, Begoña, Felisa, Victoria, Estrella y Rina, en tono amenazador. Unas gigantescas nubes de color negro soltaban cortinas de lluvia intensa sobre la cumbre y ladera que las seis mujeres supervivientes de cáncer deberán pisar en tan solo unos pocos días.

"Como 'paseito' de iniciación y nada más llegar a Sajama he metido a las seis un ascenso de 4.500 metros de altitud con 300 metros de desnivel", cuenta Rosa Fernández. "Ahora tras las duras etapas que han vivido en el Salar de Uyuni tenemos que conseguir tres cosas: que descansen lo más posible, que aclimaten cuanto antes y que se acostumbren al frío intenso que van a vivir ahí arriba" explica la famosa 'ochomilista' asturiana y directora de esta quinta edición del Reto Pelayo Vida, mientras levanta su dedo índice y me señala miles de metros más arriba de nuestras cabezas la punta nevada del Nevado Sajama. Para empezar dos jornadas de entrenamiento y aclimatación para el grupo que dirige la himalayista asturiana Rosa Fernández.

Hoy la jornada para nuestras seis montañeras se iniciaba a las 5 de la mañana. Felisa Requena, Begoña Conde, Estrella Paulete, Victoria Martínez, Raquel Millán y Rina Gitler iban a iniciar su andadura para conseguir una perfecta aclimatación antes de embarcarse en la labor de conquistar la cumbre del Sajama. Tras un acercamiento a una sencilla zona de geiseres, las 6 supervivientes de cáncer que participan en esta quinta edición del Reto Pelayo Vida iniciaron un primer ascenso hasta la llamada Laguna Khasiri, situada a 4.865 metros de altitud. Seis horas de caminata en dirección ascendente ha servido a Rosa Fernández y Marco Antonio Capriles Beltrán, jefe de guías en el Sajama y que ha conquistado su cumbre en más de veinte ocasiones, a comenzar a calibrar la resistencia y la aclimatación de las seis participantes.

La leyenda de la laguna Khasiri

El destino final ha sido la laguna Khasiri, con aguas de color esmeralda. Según cuenta la leyenda, unos campesinos pidieron a la diosa Al Ajayu de esta laguna coger un poco de sus aguas e invocar con ellas a las lluvias para sus tierras. De repente se levantó una ola cristalina en el techo de la laguna. "Ésa es una de las leyendas que mi madre me contó, y a ella su abuela", nos cuenta Santos Choque, miembro de una gran dinastía de guías de montaña, tres de cuyos miembros escoltarán a las expedicionarias del Reto Pelayo Vida. Él, como el resto de sus hermanos son hoy los guardianes de esta laguna ancestral. Estos antiguos campesinos decidieron un día que su vida debería estar dedicada a estas montañas y los cuatro hermanos consiguieron la difícil certificación de la UIAGM (Unión Internacional de Asociaciones de Guías de Alta Montaña) y hoy son ya una leyenda en los Andes. Todos conocen estas montañas como la palma de su mano. Ninguna piedra, ni sendero cambia sin que ellos lo sepan y con mucha tristeza han visto cómo en el último cuarto de siglo los glaciares han abandonado ya estos cerros andinos.

La columna liderada por Rosa Fernández pasó por otras dos más pequeñas: Kallwani y Taypi Khota. A la montaña en la que Khasiri reposa se asciende por delgados y complicados senderos zigzagueantes entre rocas gigantescas. Ninguno fue abierto por el hombre. "Son caminitos de los toros salvajes", asegura Choque mientras señala la parte más alta de los cerros. A lo lejos se ven decenas de bovinos que huyen al notar apenas el paso humano. En el ascenso, la brisa fresca se va tornando en viento gélido que va aumentando su potencia a medida que se acerca la tarde. En medio de un cráter rocoso, flanqueado por varias montañas -de las que sólo una conserva un poco de nieve- está Khasiri.

Rodear la laguna lleva a las expedicionarias del Reto más de una hora y media de camino entre rocas, riachuelos y pequeñas cascadas. Bajo el agua de Khasiri, sin esfuerzo se distinguen las piedras en ciertos lugares, arena fina y amarilla en otros. Sin duda este particular ecosistema, ayudará a Rosa y a Marco, jefe de guías a calcular la resistencia de las expedicionarias ante el próximo reto: escalar el volcán Acotango, con una altura de 6054 metros de altitud, quinientos metros menos que su hermano mayor, el Nevado Sajama. Ahí arriba, toda una señora distancia