La segunda vez fue definitiva y se completó la salida. Tras barajarse diferentes horarios durante toda la mañana, finalmente, a las 14:15, justo después de que el Melillero soltara amarras, se iniciaba la maniobra de salida del Santísima Trinidad del puerto de Málaga donde ha permanecido cinco años. 

Con los amarradores a pie de muelle y el práctico listo, el remolcador Vehinte se posicionaba a popa del artefacto flotante y hacía firme un cabo de maniobra. Con una muy ligera brisa de levante (de haber aumentado habría dificultado mucho la maniobra), y para facilitar el arranque del Sertosa Dieciocho que, desde el lunes permanecía unido al Trinidad por dos gruesas cadenas, el remolcador Vehinticuatro, que inicialmente no tenía previsto participar en esta operación, se colocaba a proa del Sertosa fijando sobre este un nuevo cabo de labor para colaborar en el arrastre. 

Ya con todos los remolcadores listos y con el artefacto flotante libre de amarres a tierra, este peculiar tren de barcos comenzaba a moverse. Con el Vehinticuatro tirando del Sertosa para posicionarlo en el centro de la dársena de Guadiaro; y éste, moviendo a su vez al Trinidad que llevaba controlada su popa por el remolcador Vehinte, muy lentamente, los tres remolcadores y el artefacto arrumbaban hacia la bocana del puerto.

Pasadas las tres y cuarto de la tarde (justo una hora después de haberse iniciado la maniobra), el Santísima Trinidad salía a mar abierto, y los remolcadores de la Clase H, tras liberar sus cabos, dejaban a solas al Sertosa Dieciocho, el cual, en ese mismo instante, comenzaba su remolque. Un remolque que, si no hay incidentes durante la navegación, finalizará en Alicante, punto de destino del artefacto flotante, en tres o cuatro días.

Una agridulce historia que ha durado cinco años (una historia con más momentos agrios que dulces), que ayer, 14 junio de 2011 finalizaba con la marcha definitiva del puerto de Málaga del Santísima Trinidad.