PATRIMONIO  PERSONAJES  Gregorio Marañón Posadillo (1887-1960)
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  Fuente: http://www.enciclonet.com/  
     
 

Médico y escritor español, nacido en Madrid en 1887, y muerto en su ciudad natal en 1960. Estudió en la Facultad de Medicina de Madrid, obteniendo el grado de licenciado en 1909 y el de doctor en 1910. Marañón fue iniciado por Madinaveitia y por Sañudo en el estudio de la endocrinología, disciplina que en España estaba entonces en sus comienzos; este conjunto de saberes, acumulado durante lo que denominó período de crecimiento explosivo de la endocrinología, lo presentó al público español en La doctrina de las secreciones internas. En 1910 realizó investigaciones quimioterápicas en el laboratorio de Paul Ehrlich en Frankfurt. Vuelto a España, comenzó a trabajar en el Hospital General de Madrid, en 1911.
Típica del acercamiento de Marañón a la endocrinología, fue su defensa entusiástica de la organoterapia en los años veinte y su participación en un buen número de aireados trasplantes de cápsulas suprarrenales y gonadas, en colaboración con León Cardenal. Al igual que Cardenal, se interesó en los métodos de rejuvenecimiento de Eugen Steinach y Serge Voronoff. En La edad crítica, y en otros escritos posteriores, aseguró que el envejecimiento y el declive de las funciones sexuales estaban muy ligados, y que el primero podía ser descrito perfectamente con la terminología del último. Conservó su interés por el envejecimiento y puede ser considerado como uno de los fundadores de la gerontología en España.

Marañón fue un importante comentador español del psicoanálisis y de las teorías psicosexuales de Freud. Fue el único médico español importante que conoció personalmente a Freud y uno de los pocos biólogos que fue considerado seriamente por los primeros psicoanalistas. Para Marañón, como para Freud, la libido (a la que Marañón llamaba "hambre sexual") era un impulso primario; pero, para el endocrinólogo, esta energía específica era producida, originalmente, por un fenómeno químico: la irrupción en la sangre de las secreciones internas de las gónadas (Freud lo admitió, pero puntualizó que los orígenes químicos de la libido eran irrelevantes para su psicología). Debido al apoyo biológico que había ofrecido a las teorías de Freud, los trabajos de Marañón sobre la sexualidad fueron muy populares en Italia, donde el movimiento católico de oposición a la psicología freudiana era muy grande. Aceptó el concepto freudiano de sexualidad infantil y creyó que ambos sexos pasaban por etapas de intersexualidad, los hombres en la adolescencia y las mujeres en la menopausia.

El interés clínico de Marañón no se limitaba al campo de la sexualidad. Llevó a cabo investigaciones sobre la pituitaria, las suprarrenales (enfermedad de Addison), las paratiroides y, fundamentalmente, sobre el tiroides, glándula a la cual dedicó más de cuarenta trabajos. Fue el primero en demostrar la frecuente aparición de hipertrofia muscular en las piernas de los niños con mixedema e inyectó, experimentalmente, adrenalina para conseguir un estado hipermetabólico en casos de disfunción tiroidea.
En 1931, Marañón fundó el Instituto de Patología Médica y resultó elegido diputado para las Cortes Constituyentes republicanas. Un año después fue nombrado, sin oposición, catedrático de Endocrinología.

En los últimos días de 1936, a causa de la guerra civil, hubo de abandonar España, instalándose en París hasta el año 1943, fecha en la que regresó a Madrid. En 1945 se resolvió la cuestión de su reincorporación para ejercer la docencia de la Endocrinología; en 1946 fue nombrado vocal del Pleno del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En 1948, el Consejo creó, a petición suya, el Instituto de Endocrinología Experimental que, posteriormente, se integró en el Centro de Investigaciones Biológicas.

A lo largo de su carrera, se interesó por la historia y la estructura de la ciencia y, como escritor, destacó en el campo del ensayo, la biografía y la historiografía; Laín Entralgo, su más señalado biógrafo, ha destacado de su figura tres facetas: la de médico, la de historiador y la de moralista. Su estilo, base indudable de su éxito, se debe a su capacidad expositiva, que se sitúa a medio camino entre la prosa científica y la expresión literaria. Por ello, está considerado, no sólo como uno de los principales ensayistas de nuestro tiempo, también como el eslabón entre el ensayo literario y el específicamente científico.


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