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Asturias exporta talentos

Pablo Rodríguez: “Asturias debe liderar la reinvención de la fábrica del siglo XXI”

“Con las jubilaciones y las subvenciones, Asturias tiene riesgo de aburguesarse y perder una generación de jóvenes muy preparados”

Pablo Rodríguez.

PABLO RODRÍGUEZ (Barcelona). Ingeniero de Telecomunicaciones y doctor en Informática por el Politécnico Federal de Suiza, Pablo Rodríguez (La Felguera, 1972) es miembro del consejo nacional de Inteligencia Artificial y consejero del Laboratorio de Tecnologías disruptivas de Google. Logró dos importantes premios en EE UU: el del Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos y el de la Asociación de Ingenieros Informáticos.

Pablo Rodríguez

Pablo Rodríguez

Conectamos con el ayer. Pablo Rodríguez, miembro del consejo nacional de Inteligencia Artificial y consejero del Laboratorio de Tecnologías disruptivas de Google, recuerda de su La Felguera natal “el olor de menta y las ortigas de los pasos, la viruta de los tornos de la siderurgia, los pasteles de manzana, las tardes de frontón en los Dominicos, el puesto de los barquillos del parque viejo, los ‘cuentos de hadas y las hazañas bélicas’, de los ‘Stukas’, la movida de la Pomar, y tantos otros regalos que guardo con cariño”.

En aquel tiempo “la sirena de la fábrica sonaba todos los días, había bullicio por las calles por la industria, y se unían varias clases sociales con un propósito común. Todo aquello ya no está. Y no creo que volverá, al menos no de la misma forma. Con esta crisis hemos visto que nuestro modelo económico demasiado basado en el turismo y los servicios no está del todo diversificado, y esto nos hace poco resilientes, o sea que cuando el PIB baje un punto el desempleo no aumente un 10%. Asturias tiene la oportunidad de empujar el emprendimiento y la tecnología, gracias a su tradición industrial e ingenieril, y además de ser un paraíso natural convertirse en el paraíso del talento y las start-ups”.

Se fue al viaje de la ciencia y la innovación, “una aventura por el Silicon Valley, Nueva York, Londres, Suiza, Francia, y Barcelona. Pero cuando alguien me preguntaba qué te recuerda a casa, hoy y siempre será Asturias y La Felguera. Y tener presente esas raíces, y celebrarlas incluso estando fuera, fue algo que me marcó en mis viajes. Me sorprendió también la admiración que se tiene por España desde el extranjero, a veces más positiva que la que tenemos de nosotros mismos”.

Le tienta “volver e impulsar un centro de meditación Vipassana, que consiste en largos retiros de silencio. Yo he hecho varios en Italia, España y Japón, y he descubierto el poder de elevar nuestra conciencia, cambiar comportamientos que no nos sirven y transitar el caos de la vida, despojándose de prefiguraciones, y ver la realidad tal cual es. Deberíamos realizar la misma inversión en mejorar la tecnología y la inteligencia artificial como en desarrollar nuestra conciencia e inteligencia humana colectiva. Asturias tiene una energía y magia especial para ayudar a estas reflexiones”.

Supongamos que soy un joven estudiante asturiano que quiere salir adelante fuera de España: “Se trata de trabajar y de soñar muy fuerte. Y después de tener la capacidad de sacrificio para irte al lugar, jugártela y levantarte siempre; aprender a perder, mas que a ganar. Nunca hay un fracaso total. De todo se aprende...”.

Salir adelante “es muy difícil, requiere esfuerzo, constancia y suerte. Es necesario mantenerse curioso y estar dispuesto a recibir lecciones de humanidad y de humildad continuas. Y permanecer fiel a tus valores como brújula, trabajando siempre con gente mejor que tú, de los que aprender”.

Asturias ha representado “el activismo y lo colectivo antes que lo individual. Con una visión que nuestros padres han tenido siempre clara: no pedían para ellos, pedían por sus hijos, por su futuro, por el futuro. Con las jubilaciones y las subvenciones, Asturias tiene riesgo de aburguesarse y perder una generación de jóvenes muy preparados que emigra”.

En Asturias, afirma, “deberíamos mantener un espíritu activista y colectivo mientras reconstruimos el tejido industrial, pensando en global, y reduciendo desigualdades y brechas sociales”.

Tomemos nota: “La inteligencia artificial, la Agenda Digital de España 2025 y los fondos de recuperación van a transformar la economía, y deberían generar empleo de calidad. Asturias tiene el derecho propio, por su talento y capacidad de superación, de participar de esta transformación digital”.

La pandemia ha acelerado “la digitalización y ha demostrado que ya no es una opción, sino una obligación que favorece la eficiencia y resistencia y que contribuye a la sostenibilidad. Las empresas españolas lo están haciendo bien, pero es el momento de acelerar y hacerlo mejor. España acaba de presentar una ley de emprendedores para facilitar la atracción de los nómadas digitales y fomentar el teletrabajo. Esto permitirá a regiones como Asturias ser atractivas para talento que quiera instalarse y trabajar de forma remota. El presentismo laboral se ha acabado”.

A las autoridades políticas les pediría: “Estimular la innovación donde más rinde y más falta: en la industria 4.0. Estamos a las puertas de una transformación profunda, de la cuarta revolución industrial, de la reinvención de la fábrica del siglo XXI, y Asturias no solo no puede perder esta oportunidad, sino que debería liderarla. Que Asturias actúe como un nodo de captación de talento y de esta inversión digital, apostando por tecnologías emergentes, como la robotización y automatización de procesos, inteligencia artificial (IA) o analítica de datos. Estas traerán importantes beneficios concretos: aumentar ingresos, reducir costes o mejorar la toma de decisiones. Habrá otras oportunidades, pero es difícil que haya otra como esta. Esta crisis y los fondos de recuperación son cruciales para la modernización de Asturias. No podemos desaprovechar esta oportunidad histórica”.

Visitando en Suiza el mítico CERN (acelerador de partículas de Ginebra), le comentó un ingeniero “que tenían buenas relaciones con empresas de siderurgia asturianas, como Duro Felguera. Y ahí me di cuenta de que todo es posible y que nos estábamos autolimitando, que habíamos dejado de pensar en grande. Por el camino se me fueron cayendo muchos mitos. Darme cuenta de que las cosas se pueden conseguir, de que no hay sueños imposibles”.

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