Menú

Gran parte de la herencia de Encarna Sánchez es un misterio: se ignora quién la disfruta

Clara Súñer fue la gran beneficiada de un importante patrimonio, a día de hoy se desconoce quién o quiénes también.

Clara Súñer fue la gran beneficiada de un importante patrimonio, a día de hoy se desconoce quién o quiénes también.
Mila, Isabel y Encarna | Gtres

Colea aún el misterio acerca de buena parte de la millonaria herencia de Encarna Sánchez, de cuya muerte se cumplirán veintisiete años el próximo 5 de abril. Si sorprendió que una lejana amante de la locutora mejor pagada de España, conocida en el mundo artístico como Clara Súñer, fuera inicialmente la gran beneficiada de un importante patrimonio, a día de hoy se desconoce quién o quiénes también, sin testamento de por medio, se hayan apropiado de cuanto dejó en vida la radiofonista almeriense (nunca fue periodista por mucho que así la llamen algunos), pues ésta, de haberlo querido, hubiera dispuesto que fueran a parar a sus manos. A pesar, desde luego, que Encarna Sánchez, aún sintiéndose muy enferma, creyó que podía superar el cáncer que finalmente la llevó a la tumba, como así atestigua su más cercano colaborador en las ondas, Pedro Pérez, autor de un libro fundamental en el caso que nos ocupa, quien junto a otro magnífico periodista, el albacetense Juan Luís Galiacho, firman "Encarna en carne viva", aparecido hace pocas semanas. Me lo he leído entero, de un tirón: por su amenidad e interés (pese a que repitan innecesariamente pasajes de quien da título a la obra), aunque alcancen las quinientas cincuenta y ocho páginas.

Dejemos claro (nunca mejor dicho dado su apelativo) lo referido a la heredera universal, la tal Clara Suñer, que es el sobrenombre que utilizó la murciana Juana María del Pilar Cebrián Morenilla en su condición de actriz. Destacó mediados los años 60 y parte de los 70 en los repartos dramáticos de programas de Televisión Española y también en representaciones teatrales. No fue desde luego muy relevante, tampoco una secundaria. Estimable desde luego en sus trabajos. Fue íntima de Encarna Sánchez y cuando ésta tuvo que irse a México apresuradamente por un feo asunto, pidió a Clara, a Pilar, que se ocupara de su madre, la de la locutora, ya de avanzada edad. En testamento firmado en 1979 dejaba como heredera de pleno dominio a la autora de sus días. Encarnación Giménez López y a la joven actriz como "sustituta vulgar" de la herencia, denominación que se emplea en términos jurídicos sin ningún otro carácter peyorativo.

Regresó Encarna unos años después a Madrid, ya no sostenía relación alguna con aquella Pilar Cebrián, se olvidó del testamento, incluso al fallecer su progenitora. Y resulta que a la muerte de la locutora, sin haber testado otra cosa ni revocado el documento notarial primigenio, aquella amante olvidada se encontró con la sorpresa de que era heredera de un patrimonio importantísimo. ¿De qué se benefició? De la mansión de Encarna en la privilegiada urbanización de La Moraleja, de otras propiedades pero apenas escaso dinero en cuentas bancarias. Aun así, se estima que lo percibido pudiera acercarse a los mil millones de pesetas (al cambio, seis millones de euros), aunque aconsejada por dos administradores de la propia locutora, se deshizo de tales inmuebles, aun a costa, parece, de perder en el envite bastante dinero, si se tiene en cuenta su auténtico valor de mercado.

Pilar y los susodichos administradores trataron inútilmente de acceder a otras propiedades de la difunta, sin conseguir su propósito, inducidos por una voracidad sin límites, en la creencia avariciosa de que no se creían lo de la ausencia de billetes de banco en las dos cajas fuertes que Encarna tenía en su lujosa vivienda, amén de documentos valiosos, correspondientes a posibles justificantes de acciones; depósitos en cuentas corrientes aquí y en el extranjero (Suiza, Mónaco) amén de caras colecciones de vestidos y abundantes joyas de oro, plata y metales preciosos. Todo esto último que la heredera Pilar Cebrián y sus consejeros cuestionan; es lo que constituye el gran misterio, que particularmente Pedro Pérez es lo que cuenta en su libro, aparte de lo investigado por Galiacho, ambos muy de fiar en sus pesquisas. Digamos que el periodista citado en primer término, murciano, trabajó codo con codo junto a Encarna en Barcelona, productor en Radio Miramar en el programa "Encarna de noche", quien ya en Madrid ofició de la misma condición laboral en espacios de enorme difusión: "Directamente Encarna", en la cadena Cope, a lo largo de doce años. Se jubiló en 2021 y, puede asegurarse, es quien más secretos almacenó en su memoria sobre la gran figura femenina de la radio española.

Varias mujeres están íntimamente ligadas a la vida de Encarna Sánchez. La primera de ellas Nuria Abad Sentís, barcelonesa nacida en 1961. Fue secretaria, amiga íntima de la locutora, quien la trajo a Madrid y convivió con ella temporadas, no todas seguidas. Le proporcionó un apartamento en la zona norte de la capital. Le pagaba un buen sueldo, le hacía regalos. Y hasta la convirtió en consejera de algunas de sus empresas. Se cree que Nuria heredó buena parte, si no toda, del vestuario de Encarna, joyas y quién sabe si algo más, que ni Pedro Pérez ni nadie podría cuantificar. Celosa cuando a la vida de la almeriense llegó Isabel Pantoja, al quedar relegada en el corazón de su protectora. De Nuria partió la decisión de arrojar las cenizas de la locutora, según se asegura de que ésta le pidió en sus últimos instantes. Si Pilar Cebrián figuraba en el Registro de Últimas Voluntades, nadie más lo estuvo. Ni siquiera Nuria, que fue el segundo amor de Encarna. ¿Y el primero? Sin lugar a dudas Isabel Pantoja.

Pero mucho antes de que apareciera en el universo sentimental de Encarna Sánchez la susodicha coplera sevillana, hubo otra mujer que acabó encamándose con ella, según confesión propia y creencia absoluta de los que estaban al cabo de la calle: Milagros Ximénez de Cisneros Rebollo, quien cuando estuvo casada con Manolo Santana utilizaba el primer apellido del tenista. Nació en Sevilla en 1952, tuvo otros amores antes de contraer matrimonio; por ejemplo, con un médico en cuya consulta ella trabajaba de enfermera. Nunca fue periodista, pese a que así se asegure en el libro de Pedro Pérez; sólo que firmó algunas entrevistas que le permitió el entonces director de "ABC" Luis María Anson, cautivado por el encanto de Mila, que ha dado tantas oportunidades a otras aspirantes a firmar en el veterano diario. El caso es que Mila entrevistó a Encarna para las páginas del matutino periódico, congeniaron, ésta la ayudó con un talón por importe de medio millón de pesetas, convirtiéndola en colaboradora de su programa en la Cope, también a cambio de un buen sueldo. Le regaló un "Mercedes". Y la animó, una vez que le facilitó unos cuantos millones de pesetas, para que se fuera a vivir a una urbanización, cerca de ella, de Encarna. Cuando tarifaron, a Mila le costó ir pagando las letras de aquella vivienda. Pero con su astucia, siguió adelante y en "Sálvame", de Telecinco, con su agresividad permanente en la pequeña pantalla, fue bien recompensada económicamente. A Isabel Pantoja siempre la odió con todas sus fuerzas. Tenía sus razones.

Mas antes de que Isabel hiciera buenas migas con Encarna, ésta sintió vivos deseos de estrechar lazos con Rocío Jurado. No llegaron a entenderse, de primeras. Y a las alabanzas que prodigó durante una temporada a la chipionera, sucedieron lanzas y críticas adversas, porque para la almeriense de Carboneras quién cantaba mejor que ella y era mejor artista se llamaba Isabel Pantoja. Sevillana nacida en 1956 fue la íntima amiga de Encarna Sánchez en el periodo comprendido entre 1990 y 1995. Idilio que nunca pudieron ocultar porque las revistas del corazón las tenían constantemente en sus páginas. Encarna fue generosísima con Isabel, la sacó de sus problemas económicos, le hizo regalos sobre todo en joyas, de gran valor. Estaba enamorada hasta lo más íntimo de su ser de la que ya hacía tiempo era viuda de "Paquirri". Pero las veleidades de ésta fueron consideradas por Encarna como de alta traición. Aquellas imágenes playeras de la Pantoja y María del Monte destrozaron a la locutora, que se desesperaba, llorando amargamente muchas noches de duermevela. Etapa que aprovechó Nuria Abad para retornar al reducto hogareño de su protectora.

Volvamos al embrollo de la herencia restante de lo que le correspondió a Pilar Cebrián. Los gestores, administradores del patrimonio de Encarna Sánchez fueron Gerardo Cordero Feo y Pedro Bonilla Rodríguez, a los que ella otorgó los poderes necesarios para disponer de cuanto ella tenía, sabedora ya de que sus días estaban contados, por mucha fe que tuviera para vencer a la muerte. Y ellos son los que de verdad estaban en el ajo para saber qué fue de aquellos bienes. Las conjeturas que se hace Pedro Pérez en su libro no significan que acuse a nadie. Faltaría más. Ni nosotros. Nos limitamos a reproducir lo que el autor subraya.

Carmen Jara, la tan querida amiga, desaparecida recientemente (en realidad apellidada López García), cuñada de Paco Gordillo (el representante de Raphael), consideró que el primogénito de éste, sobrino suyo, Alejandro (Sacha) Gordillo Jara, en calidad de ahijado de Encarna, debía haber sido el auténtico heredero. Pero no recibió ni un euro. Carmen recordó que en más de una ocasión, la locutora almeriense se refería a Sacha con verdadero cariño. Pero como no hizo un nuevo testamento… ¿Cómo es posible que no rectificara aquel antiguo fechado en 1970 si con su lejana amante Pilar Cebrián ya nada tenía que ver, ni sabía absolutamente algo de ella? Quizás es que Encarna, aparte de ese olvido, no quería pensar en la muerte y, como posiblemente hacen muchos, ignoraba ese paso de ir a un notario para formalizar legalmente quiénes debían ser sus legítimos herederos, a los que ella en verdad quería. Dado su carácter, muy pocos. De su familia, ninguno, si exceptuamos a uno solo de sus hermanos, Carlos, que falleció. ¿Quiénes podían ser los hipotéticos nuevos herederos? ¿Nuria Abad? ¿El ahijado? No se nos ocurren más nombres. Quizás Carmen Jara podría haber recibido algo también. ¿Alguna de sus sirvientes? Se desconoce quién se llevó los cuarenta y tres millones de pesetas en billetes contantes (sonantes no, a no ser que fueran monedas) que desaparecieron de una de us dos cajas fuertes. Del monto que tenía depositado en bancos de Suiza y Mónaco parece ser que Encarna se adelantó llevándose lo que le pertenecía. A Mónaco arribó en vida de Encarna, Isabel Pantoja. Dícese que allí tenían una cuenta de la que la cantante podía disponer. Y a falta de liquidez, la cantaora pudo llegar a Montecarlo, acudiendo al banco, donde se enteró que estaban cancelados todos los depósitos. ¿Hizo o no ese viaje? En el libro que nos ocupa se menciona el caso.

Pedro Pérez confiesa que le ofrecieron una millonada si acudía a un programa de televisión contando cuanto supiera sobre Encarna Sánchez. Se negó. Sobre él se han publicado maliciosas acusaciones, sin pruebas. Revela que Encarna le encargó a finales de febrero de 1996, ya a las puertas de la muerte, que se ocupara de gestionar sus empresas. Desechó la propuesta. Así es que la locutora decidió que fueran sus dos administradores antes mencionados los que cumplieran esa labor tan delicada. Pura honradez la de Pedro. Quien ya antes de poner fin a su libro, escribe: "Le importaba un comino lo que pasara con sus bienes. Es decir, apenas nada. Sí quería que Nuria se quedara con sus joyas y prendas más valiosas antes de morir. Porque así lo dijo. Sobre el resto del patrimonio, sabía que sus gestores Cordero y Bonilla estaban autorizados para manejarlo". Concluye Pérez su obra, dedicando a Encarna Sánchez estas frases: "Fue la comunicadora más influyente y mejor pagada de la radio española de todo el siglo XX. Encarna Sánchez Giménez. Una mujer única e irrepetible".

Temas

En Chic

    0
    comentarios