Tiene Cayetana Guillén Cuervo, que cumple 51 años este lunes 15 de junio, una sugestiva biografía en la que se combinan sus trabajos en el cine, la televisión y el periodismo. Fundamentalmente es actriz, pero reconozcamos que parte de su popularidad la ha obtenido presentando semanalmente Versión española, veterano programa cinematográfico, nada menos que desde 1998. Se cumplen también quince años de su feliz matrimonio, tiene un hijo, de catorce años. Y es para cuantos la contemplamos a través del televisor un rostro amable, muy sonriente, entrevistando con buen tino y espontaneidad a los colegas y directores de las películas que emite la 2 de Televisión Española. Se sabe los guiones sin necesidad de leerlos. Gran profesional.
Hija de dos actores muy importantes (Fernando Guillén, fallecido en 2013, y Gemma Cuervo, que cuenta ochenta y cinco años y está retirada de la escena), Cayetana ha pasado estos tres meses en su casa, con su marido y su hijo, sin poder abrazar a su madre, que tiene los alifafes propios de su edad, sobre todo con problemas respiratorios. Echa mucho de menos a su padre, sobre el que escribió un libro, recordándolo. Escribe artículos en El Mundo. Como ama de casa confesaba en El Hormiguero que en las actuales circunstancias no ha tenido más remedio que ponerse a planchar, algo que no practicaba mucho. Y le va cogiendo el punto…
Siempre reservada en su vida íntima, procuró no aparecer en las revistas rosas cuando tenía algún noviete. Mantuvo una relación de tres años con un conocido director cinematográfico. Y conoció después al fotógrafo de origen palestino Omar Ayyashi Ramiro, con quien contrajo matrimonio en 2005, en Santa Eulalia, población ibicenca. Un año más tarde les nació Leo. Forman un hogar familiar muy estable. Cayetana elogia el buen carácter de su marido, con el que comparte momentos de ocio practicando deportes.
Desde hace cuatro temporadas Cayetana interviene en el largo reparto de la serie El Ministerio del Tiempo, donde incorpora el personaje de Irene Larra, una agente lesbiana que le ha supuesto aumentar el número de admiradoras. Confiesa que ya mucho antes observaba ser continuo objeto de miradas y saludos de mujeres del movimiento LGTB, lo que nunca le ha molestado. Respeta esa tendencia sexual, aunque ella no la comparta. La única explicación que encuentra para despertar en ellas tal atracción quizás se deba al tono de su voz grave.
Le esperan a Cayetana dos películas por estrenar en las que ha tomado parte: La maldición del guapo y El secreto de Ibosim. Y cuando le sea posible, como a tantos millones de confinados, se irá de vacaciones con su esposo e hijo, a alguno de esos lugares paradisíacos que suele conocer cuando no trabaja.