jaime garcía
El origen de los insultos más populares

Del gallinato de Cervantes al cruel dicho infantil: «gallina, acusica, la rabia te pica...»

La ofensa sirve para señalar al sujeto cobarde y pusilánime, que se asusta con facilidad y abandona al menor peligro

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Dada su peligrosa escasez, la valentía se ha convertido en un bien muy preciado para la humanidad. En un mundo abocado a la sumisión económica, laboral y social cada vez se hace más raro observar a alguien que rompa con lo establecido. Y es que muchas veces necesitamos de los impulsos más primarios para llevar a cabo que de otra forma sería imposible. «¡No seas gallina!». Bastan tres palabras pronunciadas de forma enérgica para atreverse a dar el paso, pero cuidado, tampoco conviene pasarse de rosca...

El gallina, en palabras de Pancracio Celdrán, autor de «El Gran Libro de los Insultos», publicado por la editorial La Esfera, es un «individuo cobarde, pusilánime, muy apocado y tímido, que se asusta con facilidad, y abandona al menor peligro».

Dentro del complejo entramado que liga el mundo animal al abanico de insultos que nuestro vocabulario alberga, es curioso resaltar que el gallo, a pesar de pertenecer a la misma especia y familia, es utilizado para definir al sujeto valiente.

Sebastián de Covarrubias expone en su Tesoro de la lengua castellana o española (1611):

'Al cobarde dezimos gallina por ser medrosa'. Y puntualiza: '¿El que está echando bravatas y se precia de valiente, hablando con arrogancia y jactancia, siendo un lebrón y gallina.'

Aunque hoy en día esté relacionado con juegos de niños, en otra época llamar gallina a alguien podía costarte la muerte. «Antaño fue insulto serio, de los que requerían satisfacción e incluso duelo», desvela el autor.

Cervantes emplea el término gallinato en El rufíán dichoso:

Estas señoras del trato

precian más en conclusión

un socarra valentón

que un Medoro gallinato

Juan Eugenio Hartzenbusch lo ve así, mediado el siglo XIX:

Hay gentes muy peregrinas

que tienen vueltas bellacas:

En un concejo, ¡qué urracas!;

en un lance, ¡qué gallinas!

En alusión a la timidez y naturaleza cobarde de quien carece de valor y bizarría, Gonzalo Correas plasma en en su Vocabulario de refranes y frases proverbiales (1627): 'Encogerse como gallina en corral ajeno'. Como la gran mayoría de ofensas se utiliza en sentido figurado, al considerarse desde hace siglo a este animal como uno de los más asustadizos y medrosos.

Lope de Vega utiliza la variante gallinoso con valor semántico de hombre pusilánime, tímido y cobarde:

Más por vida del César que si el humo se me sube una vez, con los picaños, belitres, gallinosos, que presumo que ha de haber que contar por muchos años.

No obstante, Celarán recopila otra variante del posible origen el vocablo. «Pudo decirse por ser estas aves particularmente parleras y escandalosas, como antaño se dijo de las mujeres, que apenas alborea el día ya quieren cantar y empiezan la mañana cacareando y diciendo cuanto saben y algo más. En ese sentido gallina vale tanto como mujeril, que dicho del hombre resulta humillante por lo que conlleva de falta de aplomo, seriedad y firmeza».

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