Con Álvaro Domecq, su mujer y el pregonero Enrique García Paz. :: IMÁGENES CEDIDAS
Jerez

Un maestro de pregoneros

Francisco Montero Galvache destacó por su oratoria y su capacidad para transmitir

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Aunque esto de los pregones suena cada día más vacuo, manido y trasnochado, es justo decir que hubo época en la que la personalidad y el nivel de los pregoneros era tan alta que apenas hacerse pública su intervención cobraba prez y categoría el acto. La mayoría de estos señores eran consumados oradores y poetas y su formación provenía de la filosofía y las letras. Aquella moda de dar pregones se extendió de tal manera que un sin número de colectivos quisieron tener el suyo, así que, entre hermandades, peñas flamencas, clubes deportivos y hasta comunidades de vecinos buscaron con denuedo a sus rapsodas por lo que pronto agotaron el caudal de aquellos eximios poetas, que, hartos de aconsonantar, apenas oían la palabra pregón les entraban náuseas. Esquilmados éstos, una pléyade de versificadores cogieron el testigo, construyendo romanceados pregones que nada tenían que ver con la literatura.

Pero, claro, en un pueblo como el nuestro, cualquier interminable letanía de ripios era un memorable pregón, bastaba con que el pregonero fuera un personaje popular y que sus estrofas culminaran con 'Nochebuena', 'yerbabuena' y 'berenjena'; cosa que hacían repitiendo las hortalizas a la vez que alzaban el tono y aporreaban el atril. Ni que decir tiene que tamaño efectismo ponía a sus pies al respetable que lo vitoreaban rendidos con una interminable salva de aplausos.

Nada que ver con nuestro personaje de hoy, cuyas novelas, artículos, ensayos y poemarios han quedado perennes en el recuerdo de los que leímos o sentimos en su voz el sonoro ritmo de sus endecasílabos; haciéndonos ver lo distante que se puede estar de un verdadero poeta, cuyas ejemplares composiciones marcan las abismales diferencias existentes con los que al ignorar, perpetran osados estas parcelas de la literatura.

Familia de marinos

Nuestro admirado amigo Francisco Montero Galvache nació en San Fernando el 8 de octubre de 1917, en el seno de una ilustre familia de marinos gaditanos. Debido a ello, hizo sus primeros estudios en Almería, para más tarde y por razones de traslado de sus padres cursar el bachiller en el instituto Padre Luis Coloma de nuestra ciudad, para, al terminar, matricularse en Sevilla, donde llevó a cabo la carrera de Filosofía y Letras, en cuya universidad obtuvo la licenciatura en el año 1942.

Su vida transcurrió con una dedicación casi absoluta a las letras, abarcando todos los campos. No podemos dejar de citar aquí la que llevó en el terreno periodístico, en rotativos tan importantes como ABC, El Correo de Andalucía, Diario de Sevilla o España y Tánger, llegando a ser director de algunos periódicos: como El Ayer y La Voz del Sur, ambos de Jerez, o el diario Lucha de Teruel. Fue también fundador y director de revistas de sociedad de reconocido prestigio nacional, tales eran: Revista de Sociedad de Artes y Letras o aquella otra llamada Cauces, publicada en Sevilla durante los años 40 y 50. O la titulada Gala, editada en Madrid durante la década de los 60 principios de los 70.

Paco Montero fue también cronista taurino de ABC y de la revista El Ruedo.

Debido a sus excelentes crónicas y artículos periodísticos, fue galardonado con el Premio Nacional de Prensa, así como distinguido con el Antena de Oro de la Radio. Debido a sus acendrado amor a Andalucía, puso en antena dos programas de radio en los que resaltaba los valores andaluces. Tales fueron 'Andalucía nuestra' o 'Nosotros los andaluces'. Fue también un gran aficionado al arte flamenco, prueba de ello es que diera varios pregones en los que exaltaba esta vertiente artística. Pregón flamenco de la Semana Santa de Jerez en la decana Peña de los Cernícalos, único pregonero que lo dio en dos ocasiones. También fue mantenedor de los Juegos Florales del Flamenco, acto organizado por la Cátedra de Flamencología en el Teatro Villamarta.

Académico

Don Francisco Montero Galvache fue Académico de la Real de Buenas Letras de Sevilla, de la Real Hispanoamericana de Cádiz, de las Reales de Córdoba, de la de San Dionisio de Jerez y San Romualdo de San Fernando, así como de algunas academias extranjeras: Ciencias, Artes y Letras de Buenos Aires, de la de Ausaldi de París o el Instituto Brasileiro de São Paulo y de la Unesco de Trieste. Estando en posesión de la Orden del Mérito de Francia (Médaille Civile) y de la Columbus Association.

El que esto escribe fue un profundo admirador de este verdadero hombre de letras; excelente columnista diario, consumado periodista, escritor y novelista, dos de cuyas novelas fueron finalistas de los premios Nadal y Planeta, tituladas 'El mar está solo' y 'Las manos también lloran'. Como poeta fue premiado con el Sánchez Bedoya por la Real Academia de Sevillana de las Buenas Letras. El premio Juan Varela de Cabra, el Ciudad de Sevilla, el Hábeas canario de la Orotava o el Premio de la Vendimia de Jerez.

Pero lo que más nos subyugó fue su oratoria y la capacidad que tenía para transmitir con sus pregones, actividad ésta de la que fue creador y maestro y que engrandeció elevándola a la categoría de Género Literario. Aunque su obra literaria es amplia y variada en sus diferentes géneros, Francisco Montero ha quedado en la memoria como el maestro de los pregoneros. Reconocido por oradores y escritores de la talla de José María Pemán, quien lo calificara de «orador y estilista magistral», o César González Ruano, el que dijera que era «millonario del bien decir» o Jesús de las Cuevas, quien lo nombró «el Sorolla de la palabra»; como también su compañero en estas lides, Antonio Murciano, quien le otorgara los títulos de «pregonero mayor de Andalucía» o «el Nazareno mayor de la palabra».

No creemos que haya existido escritor más prolífico y variado en este terreno, sobre todo con la calidad de Montero Galvache. Lo prueba lo mucho que fue demandado, recorriendo los cuatro puntos cardinales de nuestra geografía. Su temática pregonera fue editada, encontrándose recogida en varios volúmenes, tales son: 'Cantando a mi provincia' (1975 Cádiz), 'Entre la viña y el mar' (1991), 'El andar Nazareno' (1997), 'El Clarín y la palabra' (1995), 'Peregrino hacia la Cruz' (2001), 'Adorando a Sevilla' o 'Lo verdadero esperando'.

Escritor

Dentro de su carrera como escritor, cabe destacar el gran conocimiento que tenía de la preceptiva literaria, de ahí su versatilidad estilística, como también de su riqueza de vocabulario y terminología al huso, acusada cualidad que le llevó a crear decenas de término y vocablos que sin estar en el Diccionario de la Real Academia, intercalaba hábilmente: adjetivos y palabras, algunas tan bellas y sonoras que en más de una ocasión nos indujo a consultar su etimología, encontrándonos que pertenecían a su 'diccionario' particular, la mayoría licencias literarias extraordinariamente bien aplicadas y conjugadas.

Amén de su recopilación de pregones, publicó parte de su obra poética en 'Huerto cerrado', como el delicioso 'Ovaciones en mi albero', de temática taurina en el que sus sonetos a Rafael de Paula y a otros toreros no tienen parangón. Así como ese otro libro que, pleno de ternura, dedica a su esposa Angelita, 'Monte de la hermosura'.

Como ensayista y biógrafo cabe destacar su obra 'La vida y arte de Conchita Cintrón', en la que describe con minuciosidad la trayectoria de la legendaria rejoneadora.

Articulista

Otros títulos en los que selectivamente se recopilaban sus artículos de prensa son 'Jerez, escudo y piquera', 'La sal arbolada', 'Las calles de Jerez', 'Seis brindis por Alcalá de Guadaira' o 'Al pie del Picacho', en los que con su peculiar prosa poética describe el pulso de los pueblos y ciudades con los que tuvo relaciones sentimentales, residenciales o laborales. Tales fueron San Fernando, Sanlúcar, Jerez y Los Puertos, así como Sevilla y Alcalá de Guadaira, Huelva y Moguer, los que en su mayoría le han reconocido y correspondido con nombramientos y rotulaciones.

A sus cualidades literarios habría que sumarle otras como las religiosas o las humanas, de la que destacaría su generosidad; siempre estaba presto en ayudar o colaborar con todas aquellas personas, entidades culturales o religiosas que les pedían los favores de su pluma o de su verbo.

Descendencia

Francisco Montero Galvache contrajo matrimonio con Ángeles López Orihuela, su amor de toda la vida, a la que conoció en la Universidad de Sevilla, en cuya facultad ambos estudiaron Filosofía y Letras. De su matrimonio tuvieron tres hijos: Francisco, José Luis y Purificación, que a su vez les dieron tres nietas y un biznieto. Después de toda una vida de dedicación y amor a las letras, Francisco Montero Galvache dejó de existir lleno de afectos y reconocimientos el 29 de septiembre de 1999.

Loor por tanto a nuestro admirado amigo y Maestro de Pregoneros al que al enterarnos de su marcha dedicamos este soneto:

Fue su pluma, su voz y su elocuencia,

y el prodigio sagaz de su memoria,

la forma de contarnos nuestra historia,

la humilde descripción de su sapiencia.

La Isla de León, la dulce complacencia

de todo su cantar, la meritoria

obra en verso, el pregón, la narratoria

de Jerez y Alcalá por excelencia.

De la Bética raíz quedose preso,

y de las marismas y de su aroma

rozaba de lirismo el embeleso.

Y ahora que su corazón se asoma

al altar de los cielos, con un beso

ya lo espera impaciente La Paloma.

Del libro 'Sarta de Sonetos'