Un garabato infantil.
Un garabato infantil.

Asociado a nuestra etapa infantil, primeros pasos a través de la escritura con ceras, lápices y bolígrafos, daba riendas a nuestra imaginación. Recuerdo algún garabato, sin ninguna pretensión, que dio lugar a algo sorpresivamente bonito. Es curioso, mientras más y más garabatos hacía, mejores me salían.

Quizás en esta época digital, los garabatos también tengan su dimensión, aunque habrá que actualizar la definición por parte de la RAE, si bien no perdamos la sensibilidad de la escritura a través de nuestras manos, una demostrada e imprescindible manera de aprender.

En nuestra etapa juvenil y/o previa a la obtención del DNI o pasaporte, hacemos un sinfín de garabatos para obtener nuestra firma que nos acompañará documentalmente toda nuestra vida. Una vez despachando con el director, no recuerdo quién de administración le trajo una carpeta para firmar y dijo "para que eche usted unos cuantos garabatos", buenos recuerdos.

Ingenieros, arquitectos, urbanistas, paisajistas y pintores no serían lo que son sin esos trazos ininteligibles, a priori sin un orden ni sentido, que lograron formar mentes privilegiadas. Cada vez que recuerdo las recetas médicas hasta no hace tanto, me hace reflexionar que quizás el garabato sea la solución infantil de los jeroglíficos de adultos.

Como también la acepción de pequeña vara de hierro —admitida de madera— acabada en un garfio sin punta, esencial a la hora de colgar alimentos u otros menesteres a salvo o coger un animal, especialmente ovejas y cabras, por la articulación de la pata trasera, levantarla y agarrar el animal, por parte de esos grandes pastores mantenedores de nuestro territorio rural.

Andar con rodeos, o no ir derecho en lo que se dice o hace, cita como significado del verbo garabatear. Los escarabajos - gran bioindicador de territorios de gran biodiversidad, limpios de contaminantes - en la arena dejan marcado su rastro, en itinerarios de ida y vuelta, a simple vista garabatos, si bien con el sentido de la vida.

Existe una aldea, un arroyo, un camino y un cerro con ese término. Una vareta con la punta encendida por las ascuas de una candela, al agitarla en el aire, describe líneas que se mantienen en la memoria, aunque sean instantes, quizás sea la magia del garabato.

Refranes prácticos como “con paciencia y un garabato, hasta las verdes se apean”, “muchas manos en un plato hacen mucho garabato” y el “con un ojo al gato y otro al garabato” me recuerda las personas que son capaces de estar en dos cosas a la vez y hacerlas bien. El poder de la mente humana es ilimitado, no atrofiemos nuestra sociedad con tanta digitalización. Un bien básico el garabato.

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