Miguel Mandayo: «Mi madre no entiende que me gane la vida subiendo vídeos»

A CORUÑA

CESAR QUIAN

Con 22 años, tiene casi un millón de seguidores en TikTok, juega al fútbol en el Victoria y estudia Terapia Ocupacional

26 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

A la chavalada le hacen gracia sus vídeos y los mayores dicen que es muy riquiño. «Mi público va de los 10 o 12 años hasta los 25. Salgo de fiesta y la gente me reconoce. Y ahora, como colaboro con el Malicia noticias de la TVG, me conocen personas de otras edades que dicen que les transmito ternura», explica Miguel Mandayo Lagoa, de 22 años y vecino de toda la vida de la calle Antonio Ríos. La verdad es que es un chaval que transmite buen rollo. Dan ganas de abrazarlo. Es educado, de sonrisa contagiosa y muy nervioso. «Mucho. Un fuguillas, me decían en el colegio. No puedo estar quieto. Me cuesta estar en casa. Trabajo mucho en el ordenador por las noches, hasta las tres o cuatro de la madrugada y siempre enciendo una vela. A esas horas no me molesta nada ni hay nada que me despiste, que soy muy dado a ello. Pero si me levanto más tarde de las diez y pico tengo la sensación de que me perdí el día», reflexiona Mandayo, como todos le llaman. 

Un millón de seguidores

Cada día sube uno o dos vídeos a TikTok y a Instagram. Uno de ellos, en el que va cantando en un coche camino de los campos de la Torre llegó a los 10 millones de visualizaciones. «La clave es ser natural. Tienes que estar cómodo y que te guste a ti, si no, mala cosa, y esto se acaba. Cuido mucho lo que hago para intentar no meter la pata», comenta este coruñés que empezó en TikTok hace dos años y cuatro meses y ahora mismo suma 815.000 seguidores en esa plataforma y otros 156.000 en Instagram. «Me van saliendo proyectos y colaboraciones. Trabajo con una agencia de representación de influencers que me pone en contacto con las marcas. Es un negocio muy variable, hay meses que ganas mil euros y otros nueve mil. Depende de las firmas comerciales. No es nada fijo y no sabes lo que va a durar. Mi madre me apoya y ve todos los vídeos para darme su punto de vista, pero no acaba de entender que me gane la vida subiendo vídeos», asegura este joven al que invitan a fiestas, discotecas o viajes pero tiene los pies en el suelo. «Soy un pollito recién salido del cascarón. No me creo nada», destaca. Charlamos en una mesa alta del Sanbrandan de la avenida de Oza. Pide un café con leche. «Siempre me dicen que soy más gracioso en persona que en los vídeos. Con los colegas siempre fui el del mítico chiste que es una tontería y hace gracia. Lo mío es el humor de pullitas. No me veo humorista. Me siento cómodo en la tele, los eventos, las redes sociales, en el mundo del espectáculo pero con un guion y con un poco de margen para la improvisación», asegura. 

Lateral izquierdo sin técnica

Me cuenta que el apellido Mandayo es del concello de Frades y que el origen familiar está en una aldea de este municipio cuyo nombre lo dice todo, Campoduro. «Mis abuelos emigraron a Suiza y mi padre nació allí, pero se vino siendo un niño. Yo estudié en la Grande Obra de Atocha y antes estuve en la escuela infantil Carricanta del Monte das Moas. Sigo viviendo con mis padres y estudiando, aunque un poco lento por el trabajo en redes y en al tele. Hago Terapia Ocupacional y más adelante igual me meto en Enfermería», dice este chaval que siempre salía a cantar y bailar en las fiestas colegiales.

Otra cosa que hizo desde pequeño es jugar al fútbol, primero en el Deportivo Ciudad y desde muy pequeño en el Victoria. «Soy lateral izquierdo sin técnica. Solo corro. Físicamente soy un portento pero siempre digo que tengo los pies peleados de sitio. Me gusta mucho el deporte, ir al gimnasio, a nadar... Me ayuda en lo físico y lo mental», destaca Mandayo sin dejar de sonreír un solo momento. «Es que soy un privilegiado. Los compañeros de la tele ya son amigos, conozco gente muy buena... El dinero viene y va, pero la experiencia vivida queda. Lo veo todo como un regalo», sentencia. Coge el móvil y tiene un sinfín de notificaciones. Es su vida.