Río de Janeiro. En sus últimas palabras a los jóvenes antes de emprender el regreso a Roma, en este caso los voluntarios que trabajaron en la organización de este multitudinario evento, el papa Francisco les pidió que recen por él. Unas horas antes, más de dos millones de peregrinos habían participado y orado en la misa de cierre del Encuentro Mundial de la Juventud, en el impactante escenario del paseo marítimo de Copacabana.
La última misa fue el final perfecto de este encuentro multitudinario que tuvo fallas en la organización –que se fueron superando sobre la marcha– y que dejó como saldo principal el fuerte vínculo que el primer papa latinoamericano comenzó a construir con la juventud.
Las imágenes de cuatro kilómetros de playa y de la avenida Atlántica (la principal de Copacabana) cubiertos de peregrinos apretujados fue el corolario de una larga jornada (ver Galería de Fotos).
La peregrinación había comenzado en la medianoche del sábado, cuando cientos y cientos de jóvenes que estaban alojados en la periferia de la ciudad decidieron hacer la vigilia en la arena, contradiciendo una disposición municipal que indica que no se puede dormir en la playa. Pero ellos transformaron Copacabana en un gigantesco camping.
“La vigilia más grande del mundo”, como la calificaron los medios locales, fue un anticipo de lo que sucedería sobre el mediodía de ayer, durante la misa de cierre del evento: la arena gris se transformó en un crisol de colores por las banderas de los peregrinos de más de 150 países que participaron de esta convocatoria, que había realizado el antecesor del papa argentino, Benedicto XVI.
La vigilia de la misa de cierre es el evento más esperado por los jóvenes. En una noche se encuentran peregrinos de todo el mundo. Al final de la jornada se produce un acto voluntario que es el más significativo y le pone su sello a este encuentro: los jóvenes se intercambian banderas, escudos y remeras y cada uno vuelve a su país con algún trofeo de la confraternidad de varios días.
Francisco tuvo su último baño de respaldo popular cuando recorrió en papamóvil el trayecto entre el Fuerte de Copacabana y el escenario. Como en las tres oportunidades anteriores, se pudo ver a una multitud entusiasta que demostró su devoción por el nuevo papa, que una vez más rompió el protocolo: hizo parar el vehículo y bendijo a un niño que le alcanzó una peregrina.
Cuando Francisco llegó al gigantesco escenario playero, en la primera fila de los invitados especiales ya estaban la presidenta anfitriona, Dilma Rousseff, Cristina Fernández y Evo Morales, de Bolivia.
El primer papa latinoamericano ofició una misa que tuvo como particularidad que las canciones fueron interpretadas por cantantes conocidos, entre ellos, los argentinos Soledad Pastorutti y Axel.
En su homilía, el Santo Padre volvió a dirigirse a los jóvenes, a quienes considera un elemento fundamental en su estrategia de conductor de la fe católica. “Vayan sin miedo para servir. Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos del mundo. Llevo en mi corazón cada momento de este encuentro”, dijo Francisco, haciendo estallar a la gente en la playa.
Por la gran cantidad de gente, la mayoría siguió el oficio religioso a través de las numerosas pantallas gigantes que estuvieron ubicadas hasta a cuatro kilómetros de distancia del escenario.
Otro momento fuerte de la ceremonia religiosa ocurrió cuando Francisco anunció que Cracovia (Polonia) será la sede de la 29° edición de este Encuentro Mundial de la Juventud. Una elección que no tuvo nada de azarosa. Se trata de la tierra de Juan Pablo II, quien será santificado antes de fin año, y que fue el impulsor de estas jornadas de la juventud, sobre una idea del fallecido y recordado cardenal argentino Eduardo Pironio.
Por ser la última jornada de su estadía en esta ciudad, para el Papa fue tan agitada como las anteriores. Luego de dejar el escenario de Copacabana, almorzó por última vez en la residencia de Sumaré y luego encabezó una reunión con obispos del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam). Allí hizo una fuerte autocrítica de la Iglesia y le marcó a los obispos los lineamientos de su conducta.
Matrimonio. Más tarde, antes de emprender el regreso, presidió una reunión con los voluntarios que trabajaron en la organización de este encuentro. En ese escenario, Francisco hizo una fuerte defensa del matrimonio. "Muchos predican que lo importante es disfrutar el momento, que no vale la pena comprometerse para toda la vida. Yo les pido que sean revolucionarios, que se revelen contra lo provisorio y que asuman responsabilidades", dijo el Papa, en otro mensaje significativo para los jóvenes.
Como lo hace en cada uno de sus mensajes desde que llegó al Vaticano, Francisco pidió que recen por él. También hace esta solicitud en cada uno de sus mensajes escritos. Ayer, en esta ciudad más de dos millones de jóvenes de todo el mundo rezaron por él y por un mundo mejor.
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