La demencia senil se trata de una serie de alteraciones que sufre el cerebro y que perjudican la capacidad cognitiva de las personas mayores que la padecen. Su principal rasgo es que se trata de una enfermedad incapacitante, lo que provoca que quien la sufra acabará perdiendo su independencia. Llegándole a resulta imposible realizar tareas cotidianas básicas. Por lo que necesitará atención y cada vez más, puesto que es un trastorno degenerativo.
Muchos casos de personas con demencia senil necesitarán de una atención especializada, es decir, de personal profesional que pueda cubrir sus necesidades de salud, sobre todo en casos más avanzados. Pero resulta habitual que, en las primeras o intermedias etapas de la enfermedad, personas del entorno del paciente, como la familia directa, se hagan responsables de su cuidado. En estos casos, se recomienda tener en cuenta ciertos consejos.
¿Cómo cuidar a una persona con demencia senil?
Los cuidadores de una persona con demencia senil, cuando estos no son profesionales, deben lidiar con una serie de obstáculos durante su labor. Por ello es necesario tener presente ciertos aspectos importantes. Lo primero de todo será obtener dicho diagnóstico por parte de un médico, quien también informará y orientará a los cuidadores, aparte de explicar el tratamiento que deberá llevarse a cabo para el paciente.
La responsabilidad de cuidar de alguien con demencia senil puede dar lugar a situaciones en las que estos cuidadores se encontrarán emocionalmente al límite. Por ello es fundamental armarse de paciencia y mantener siempre la calma, ya que tendrá un impacto muy positivo en el paciente. Especialmente conforme la enfermedad vaya avanzando y se afecte cada vez más la memoria.
Otro aspecto clave es informar adecuadamente al entorno de la persona mayor. Así podrán comprender su comportamiento y los cambios que se vayan produciendo. Será más fácil que estén preparados para ser respetuosos y comprensivos, además de apoyar y ayudar si fuese necesario.
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Algo muy beneficioso para estas personas, cuando aún conservan cierta independencia, consiste en establecer rutinas y hábitos. Que deberán ser supervisados con visitas frecuentes por las personas de su entorno. También para comprobar cómo va evolucionando la enfermedad.
Un punto muy importante que debe resolverse cuanto antes es lo relativo a la burocracia. Bancos, seguros, propiedades, facturas, todo ese tipo de trámites, que serán más complicados de gestionar en un futuro.
Uno de los consejos que más deben tener en cuenta los cuidadores es el hecho de no olvidarse de sí mismos, puesto que es algo relativamente común. Aunque la persona a su cuidado se convierta en una prioridad, esta siempre deberá permanecer al lado de la vida privada. De modo que ambos aspectos confluyan y uno no solape al otro, de lo contrario, puede llegar a tener fuertes consecuencias psicológicas en el cuidador.