Pere Mata, institución mental y obra de arte a la vez

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Los estudiosos de Domènech i Montaner creen que Reus fue el 'ensayo general' del arquitecto para proyectar el hospital de Sant Pau de Barcelona

Detalle exterior del Institut Pere Mata de Reus, de Domènech i Montaner

Detalle exterior del Institut Pere Mata de Reus, de Domènech i Montaner

Jordi Domènech i Arnau / Flickr o (CC BY-SA 2.0)

Un enorme ángel de piedra custodia la entrada principal del Institut Pere Mata de Reus. Lleva allí desde que el complejo de edificios sanitarios se puso en marcha en 1912. La fachada es netamente modernista, con mezcla de ladrillo, azulejos y el balcón taraceado. Anuncia el paso a una serie de edificaciones espectaculares, y poco hace pensar en su verdadera función.

El Pere Mata nació como institución psiquiátrica y sigue prestando servicios en el ámbito de la salud mental, aunque se fundó con un nombre que hoy no sería aceptable: Sociedad Manicomio de Reus. Sin embargo, en la dinámica que ya se tomaba a finales del siglo XIX, se intentaba alejar la imagen tétrica, llena de barrotes y pabellones siniestros. Se trataba de renovar la psiquiatría con unas instalaciones que resultaran más amables para los pacientes.

Domènech i Montaner proyectó un hospital mental en forma de pabellones como haría después en Sant Pau 

El encargo arquitectónico se le entregó a Lluís Domènech i Montaner, uno de los destacados del modernismo catalán, la corriente artística de la época que destacó por realizar obras útiles a la vez que se hacía hincapié en la belleza y el detalle hasta el extremo del miniaturismo persa.

Domènech puso manos a la obra proyectando un hospital mental en forma de pabellones –como el que después haría, también magistralmente, en el de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona– buscando soluciones arquitectónicas siempre barnizadas con soluciones bellas.

Imagen exterior el Institut Pere Mata de Reus

Imagen exterior el Institut Pere Mata de Reus

Jordi Domènech / Wikimedia Commons CC BY-SA 3.0

Hoy el Pere Mata sigue funcionando como institución psiquiátrica, pero algunas de las instalaciones que se pusieron en marcha hace algo más de un siglo se visitan como la obra de arte que es. El pabellón que causa más emoción es el número 6 o Pavelló dels Distingits (Pabellón de los Distinguidos), destinado a los enfermos con mayor poder económico. 

Todo gira en torno a un comedor en el que los azulejos que representan unos naranjos cargados de frutos son de una belleza hipnotizante. El techo es de cerámica vidriada, con un medallón central que contiene el escudo de la ciudad de Reus del que aparece una mujer con los ojos vendados sosteniendo una lámpara de aceite, una alegoría de que se entraba al psiquiátrico en la mayor de las oscuridades y se anunciaba una curación, la salida a la luz.

Las puertas no tienen barrotes sino vidrieras de colores con alma de plomo para impedir las fugas

Las puertas no tienen barrotes sino vidrieras de colores, aunque su alma de plomo estaba disimulando en realidad una reja para quien decidiera que quería romperlo y escapar.

El salón de billar es otra de las estancias relajantes, con un parquet en forma de zigzag y unas monumentales luces de techo que parecen orgánicas. Las salas de la planta baja comunican con un patio central ajardinado en el que las columnas, aun siendo de ladrillo, eliminaron las aristas y redondearon sus bordes para evitar al máximo daños a los enfermos.

Detalle del comedor modernista del Pere Mata de Domènech i Montaner

Detalle del comedor modernista del Pavelló dels Distingits del Pere Mata 

Jordi Domènech i Arnau / Flickr o (CC BY-SA 2.0)

La elegante escalera principal carece de hueco, lo que eliminaba caídas, voluntarias o accidentales. En los pisos superiores se situaban las habitaciones –con el mínimo mobiliario para que, nuevamente, los enfermos no pudieran autolesionarse– y en algunos casos estaban comunicadas con otras más pequeñas mediante una mirilla. Era donde dormían los criados de los pacientes más poderosos, que también se ingresaban para seguir atendiendo a sus señores.

Los baños eran lujosos para la época, con bañeras, pero las alcachofas de la ducha surgían del techo y no quedaban al alcance de nadie, nuevamente por motivos de seguridad. Cada rincón estaba pensado para convertirse en un “hotel” en función de las posibilidades económicas de cada cual, pero siempre recordando que se trataba de unas edificaciones que albergaban enfermos mentales.

Una torre que se ve desde el exterior permitía suministrar agua a todo el recinto

Hay dos elementos del conjunto relacionados con el agua que son muy distintivos. Por un lado, la torre que se ve desde el exterior y que permitía llevar el suministro a todos los rincones del complejo. Es como la de un castillo almenado. Y, ya más oculta pero visitable desde hace poco tiempo, la enorme cisterna que servía como almacén del líquido.

Los estudiosos de Domènech i Montaner están convencidos de que las instalaciones del Institut Pere Mata fueron el “ensayo general” del arquitecto para proyectar años más tarde el recinto modernista más grande del mundo, el hospital de Sant Pau, una de las maravillas modernistas más visitadas por el turismo internacional en Barcelona.

Detalle de la vidriera de una puerta del Pavelló dels Distingits del Pere Mata

Detalle de la vidriera de una puerta del Pavelló dels Distingits del Pere Mata

Jordi Domènech i Arnau / Flickr o (CC BY-SA 2.0)

El Pere Mata se visita con reservas a través de la web  o llamando al tel. 977 338 565. Se puede combinar la visita con otros lugares destacados del modernismo reusense como la Casa Navàs, el Centro Gaudí, el campanario de la iglesia de Sant Pere o el museo local.

El Institut Pere Mata se halla a las afueras de Reus, pero las líneas de autobús local 30 y 31 llegan hasta allí desde las cercanías del mercado Central.

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Sandra García
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