Puerto Hurraco: marcados por el odio

HACE 25 AÑOS

Puerto Hurraco es 'el crimen del rencor, la cola de la España negra'.

Las rencillas familiares entre los los Izquierdo y los Cabanillas, o Patapelás y Amadeos, como eran conocidos en el pueblo se saldó con nueve muertos y diez heridos graves.

Las hermanas Izquierdo, indultadas como inductoras de la matanza de Puerto Hurraco, fallecerían en el psiquiátrico de Mérida

Las hermanas Izquierdo, indultadas como inductoras de la matanza de Puerto Hurraco, fallecerían en el psiquiátrico de Mérida

Propias

“Vamos a cazar tórtolas” es la frase con la que la tórrida noche veraniega, del 26 de agosto de 1990, los hermanos Emilio y Antonio Izquierdo se despiden de su familia y salen de su casa en Puerto Hurraco. A continuación la emprenden a tiros, pero no contra ningún ave sino contra un grupo de sus vecinos. Entre ellos se encuentran dos niñas, Antonia y Encarnación Cabanillas de 13 y 14 años respectivamente benjaminas de una familia rival.

La cacería se salda con nueve muertos y doce heridos graves.

El detonante es el odio atávico, incubado durante treinta años, entre dos familias, los Izquierdo y los Cabanillas, o Patapelás y Amadeos, como eran conocidos los respectivos clanes en el pueblo. Su origen, una rencilla interminable por la delimitación de unas tierras.

La historia se remonta a 1961, cuando Jerónimo Izquierdo, el primogénito de los hermanos, apuñaló hasta la muerte a Amadeo Cabanillas. Tras cumplir la condena en 1986, Jerónimo regresó a la pedanía para vengar la muerte de su madre, fallecida en un incendio, suceso del que culpaba a la familia rival. Sediento de venganza, apuñaló a otro de los hermanos Cabanillas, Antonio, que, sin embargo, consiguió sobrevivir. Jerónimo por su parte, ingresó en un psiquiátrico en agosto de 1986 donde murió nueve días después.

Pero aún quedaban cuatro miembros de la familia Izquierdo que culpaban a los Cabanillas de todo y ansiaban vengarse, eso al parecer era para lo que vivían, aunque se cree que las inductoras fueron las dos hermanas Ángela y Luciana , talludas solteras ambas.

Tras la cruenta matanza, los hermanos Izquierdo huyen a la sierra donde son capturados sin oponer resistencia, por la Guardia Civil. En sus declaraciones, ninguno de ellos muestra ningún signo de arrepentimiento. Demostrada su culpabilidad en el crimen son recluídos en la cárcel de Badajoz.

Luciana y Angela, por su parte, indultadas como inductoras de la matanza, son ingresadas en el psiquiátrico de Mérida donde fallecerán en 2005.

Un año después Emilio, el mayor de los hermanos Izquierdo, será encontrado sin vida en su celda, sus problemas cardíacos le habían condenado a la pena máxima a los 72 años. Antonio, su secuaz en la sanguinaria cacería se ahorcará en su celda cuatro años después.

La matanza de Puerto Hurraco es, como afirmará el criminólogo Pérez Abellán, “el crimen del rencor, la cola de la España negra”.

Puro Shakespeare en la tórrida noche de una aldea extremeña.

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