De Paco Godia a la trágica muerte de Alfonso de Portago

El clasicómano

Los pioneros españoles de la F-1 protagonizaron experiencias irrepetibles

CARRERA DE LAS MILLE MIGLIA Brescia, 12/05/1957.- El Marqués de Portago aparece en esta foto junto al piloto inglés Peter Collins, en el control de salida de la prueba de las Mil Millas, en la que encontró su trágica muerte al estrellarse en su Ferrari 315S a más de 150 Kilómetros por hora. EFE

Alfonso de Portago, en el control de salida de las Mille Miglia

EFE

La historia de la Fórmula 1 en España nace con el circuito barcelonés de Pedralbes y la Peña Rhin, el grupo de amantes del automovilismo que impulsó, entre otras muchas competiciones, el primer Gran Premio puntuable para el Mundial de F-1. Sucedió en 1951, después de varios ensayos que demostraron su capacidad organizativa y el atractivo de un recorrido que, con salida y meta en la Diagonal, transitaba por las avenidas de Esplugues y Pedralbes, el paseo de Manuel Girona y la calle de Numancia. La experiencia fue un éxito absoluto, con victoria nada menos que de Juan Manuel Fangio con Alfa Romeo en una carrera decisiva para que el piloto argentino conquistara el primero de sus cinco títulos mundiales.

Con asistencia, cómo no, de las autoridades políticas, militares, policiales y ciudadanas de la época, de una ingente multitud y de los miembros de la Peña Rhin, con su presidente, el industrial cementero Joaquim Molins, a la cabeza, a las once de la mañana del domingo 28 de octubre de 1951 se dio la salida a 19 competidores, entre los que se hallaba el pionero español, el barcelonés Paco Godia, al volante de su Maserati. Fangio luchaba con los italianos Giuseppe Farina y Alberto Ascari y completó 442,12km (70 vueltas al circuito de 6,3 km) a una media de 158,936 por hora.

En el circuito barcelonés de Pedralbes se disputó en 1951 el primer GP de España de Fórmula 1

Godia pasó a la historia como el primero de los españoles. Compitió en F-1 hasta 1958 y llegó a acabar noveno del Mundial de 1956, una gesta que ninguno de sus sucesores superó hasta la llegada de Fernando Alonso. Curiosamente, entre los inscritos en ese GP de España de 1951 figura otro español, el también barcelonés Joan Jover Sañés, que había sido segundo de las 24 horas de Le Mans dos años antes. Pero a Jover le falló el motor de su Maserati y no pudo tomar la salida.

La muerte de Portago en la prensa de la época

La muerte de Portago en la prensa de la época

VIDA DEPORTIVA

La velocidad vivía entonces unos años de altísimo riesgo. Los accidentes mortales abundaban. Los miembros de la Peña Rhin comprobaron que ya no podían cumplir las medidas de seguridad, que se incrementaron tras un trágico accidente en Le Mans en 1955, y la historia del circuito de Pedralbes, como sucedería años más tarde con el de Montjuïc, se dio por concluida en 1954.

Tras Godia y el fugaz Jover la primera relación de pioneros españoles de la F-1 la completa un personaje singular: Alfonso de Portago. Siempre con Ferrari, disputó cinco grandes premios entre 1956 y 1957 y es uno de los cuatro únicos, con Alonso, Pedro de la Rosa y Carlos Sainz jr., que ha logrado subir al podio. Hizo segundo tras Fangio en Silverstone (1956).

CARRERA DE LAS MILLE MIGLIA Brescia, 12/05/1957.- El Marqués de Portago aparece en esta foto junto al piloto inglés Peter Collins, en el control de salida de la prueba de las Mil Millas, en la que encontró su trágica muerte al estrellarse en su Ferrari 315S a más de 150 Kilómetros por hora. EFE

CARRERA DE LAS MILLE MIGLIA Brescia, 12/05/1957.- El Marqués de Portago aparece en esta foto junto al piloto inglés Peter Collins, en el control de salida de la prueba de las Mil Millas, en la que encontró su trágica muerte al estrellarse en su Ferrari 315S a más de 150 Kilómetros por hora. 

EFE

Alfonso Antonio Vicente Eduardo Ángel Blas Francisco de Borja Cabeza de Vaca y Leighton, marqués de Portago y conde de Mejorada, nacido en Londres en 1928, fue, en todos los aspectos, un playboy. Nunca tuvo angustias económicas y sí una educación exclusiva que le permitía hablar varios idiomas. Su padrino fue Alfonso XIII, su infancia transcurrió en Biarritz y su proyecto de vida lo resumían la fama y las aficiones deportivas, cuanto más temerarias mejor. Fue olímpico en bobsleigh en Cortina d’Ampezzo (1956), destacó en saltos de trampolín, en competiciones hípicas –llegó a disputar el Grand National– y en natación. Por supuesto consiguió el título de piloto de aviación y también fue cazador y esgrimista. Vivía entre París y Nueva York, se casó con una millonaria norteamericana y se le suponían varios romances de alto nivel. Todo un crack del papel couché.

La Fórmula 1 era un destino lógico para Alfonso de Portago y dio el último paso al conocer a Enzo Ferrari. Pero la vida desenfrenada de Portago tuvo un trágico final en la edición de 1957 de las Mille Miglia. En Guidizzolo, entre Brescia y Mántova, Portago perdió el control de su Ferrari a más de 250 por hora, chocó con un poste, saltó un arroyo, arrasó a varios espectadores y acabó boca abajo. El neumático delantero derecho, que sus mecánicos ya habían visto desgastado y le habían propuesto cambiar, había explotado. Con Portago murieron su copiloto, Eddy Nelson, y nueve espectadores, cinco niños entre ellos. Las Mille Miglia ya nunca se volvieron a organizar.

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