Adustez y preciosismo en el Año Nuevo con Christian Thielemann

Crítica

El director berlinés se centró más que en la expresión festiva en el elogio de lo sutil

La Orquesta Filarmónica de Viena ofrece este lunes su célebre Concierto de Año Nuevo que, bajo la batuta del maestro alemán Christian Thielemann, es televisado en directo a cerca de un centenar de países cada primero de año desde la Sala Dorada del Musikverein de la capital austríaca.

La Orquesta Filarmónica de Viena con Christian Thielemann en el televisado Concierto de Año Nuevo esde la Sala Dorada del Musikverein de la capital austríaca.

EFE/ Filarmónica de Viena

Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena ★★★✩✩

Dirección: Christian Thielemann. Lugar y fecha: Musikverein, Viena (1/I/2024)

Oficialmente abierto este nuevo año con el tradicional concierto inaugurado en infaustos tiempos de guerra en 1939, y ahora –si bien lejana- ensombrecido por una violencia sin límite en manos de quienes (aunque no es su ámbito predilecto) deberían reflexionar. Barenboim, que estuvo en ese podio, lo ha dicho recientemente con claridad.

Y también con claridad se expresó musicalmente en este concierto el maestro Thielemann, una personalidad berlinesa ya consagrada que asumirá pronto la dirección de la Staat Oper de su ciudad. Su adustez marcó el perfil del programa y su interpretación, adentrándose en los detalles de la serie de piezas de carácter generalmente festivo o conmemorativo que dirigió.

Mostró una arquitectura del detalle que comenzó en el vals Bombones de Viena y que subrayó en el recuperado Josef Hellmesberger

Buen conocedor de la Filarmónica de Viena, Thielemann asumió un concierto cuyo epicentro, más que en la expresión festiva muy presente en esta ya tradicional celebración musical, estuvo centrado en el elogio de lo sutil. Mostró una arquitectura del detalle que comenzó en el vals Bombones de Viena y que subrayó en el recuperado Josef Hellmesberger (hijo). Para animar al público, aunque su alarde por el detalle, el tempo lento, el lenguaje abierto y la mirada interior, no se lo ponían fácil, cerró la primera parte con una polka rápida de Eduard Strauss, que precedió a un documental homenaje a Bruckner que culminó con su emotivo motete Locus Iste a Deo factus est.

Y el gusto por lo sutil –bien subrayado en televisión por el preciso juego de cámaras- avanzó en la obertura de la opereta Waldmeister en que la expresión jugaba en los límites del sonido.

La percepción y trabajo del tempo brilló en la polka-mazurka de Eduard Strauss que precedió dos alardes del pizzicato, la segunda una “estudiantina” del citado Hellmesberger, que insistieron en el detalle en profundidad más que en la exuberancia. Y dada la conmemoración estimulada por el director de su admirado Bruckner (un compositor que precisamente incide en la interioridad), Thielemann interpretó una versión orquestada por W. Dörner de una cuadrilla para piano a cuatro manos original del gran compositor nacido en Ansfelden hace ahora dos siglos.

Un concierto feliz, para los amantes del detalle, que culminó con la luminosidad preciosista en esta ocasión del Danubio Azul.

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La Filarmónica de Viena bajo la batuta de Christian Thielemann, durante la presentación previa del Concierto de Año Nuevo 2024 en la Sala Dorada del Musikverein de Viena.
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