Por qué los abstemios están hartos de nosotros

Día Mundial sin Alcohol

La sociedad sigue siendo muy tolerante con el consumo de alcohol y puede llegar a presionar a los abstemios

Así afecta el alcohol a la calidad de la dieta

Abstemios

En muchos contextos se tiende todavía a asociar ser abstemio con cierta rigidez emocional 

Cagkan Sayin

“¿Por qué no bebo alcohol? ¿Acaso tiene que haber una respuesta? ¿Por qué la sociedad da por hecho que si no bebes alcohol tiene que haber un motivo? No veo que se pregunte a la gente por qué no come queso o judías verdes”. Son palabras de Patricia, abstemia desde siempre y harta de la fiscalización constante a la que se ve sometida por no beber alcohol. Es uno de los testimonios que hemos recogido con motivo del Día Mundial sin Alcohol, que se celebra cada 15 de noviembre con el objetivo de concienciar a la población mundial acerca de los daños físicos y psicológicos que ocasiona su consumo.

“Estoy cansada de escuchar que si estoy embarazada, que si he tenido algún coma etílico y le he cogido miedo, que si estoy a dieta o si es por religión. Todo muy loco”, explica, por su parte, Alicia, quien señala que no bebe alcohol simplemente “porque ni me gusta el alcohol ni sus efectos: he aguantado a mucha gente borracha y lo detesto, no me gusta la opción de perder el control ni me motiva la idea de pasarlo bien durante 7 horas y muy mal las siguientes 24”.

Estoy cansada de escuchar que si estoy embarazada, que si he tenido algún coma etílico y le he cogido miedo

Alicia (abstemia)

Otra abstemia, en este caso por un problema de alcoholismo y limpia desde hace 25 años, se queja de que “a veganos o intolerantes no se les pregunta por qué no beben. Se acepta y punto, incluso se les ayuda y acompaña. Sin embargo, a los que no bebemos se nos insiste y se hace muy pesado. Yo ya tengo una edad, pero supongo que este bombardeo debe ser peor para los jóvenes, a quienes se les hace sentir que no son parte del grupo si no beben”. Lo corrobora Anna, de 20 años, que asegura, sin embargo, que aunque la presión social existe, cada vez más gente respeta y aplaude su opción de no beber alcohol: “muchas personas me dice que ojalá pudiesen ser como yo”, asegura.

Las personas abstemias se pueden sentir presionadas por no beber alcohol

Las personas abstemias se pueden sentir presionadas por no beber alcohol 

Getty Images/iStockphoto

Las cifras hablan

Es cierto, porque incluso un consumo mínimo de alcohol entraña riesgos para la salud, según señalan numerosas investigaciones científicas. Una de ellas, publicada en la revista Journal of Clinical Oncology, alertaba de que una sola bebida alcohólica al día podría aumentar el riesgo de sufrir cáncer de mama en un 5%, alcanzando un 17% en el caso del cáncer de orofaringe y el 30% en el de esófago. Lo corrobora el Fondo Mundial de Investigación contra el Cáncer, que alertó en 2016 de que una simple copa al día puede tener relación directa con el desarrollo de siete tipos de cáncer: cavidad oral, colon, hígado, mama, faringe y laringe, esófago y estómago. Otra investigación, en este caso realizada por la Universidad de Oxford (Reino Unido), publicada en la revista The British Medical Journal, alertaba de que incluso una ingesta de cinco copas de vino a la semana podría afectar a la función cerebral.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció el Día Mundial sin Alcohol para alertar sobre los daños que produce su consumo a nivel individual, pero también para reflexionar sobre su efecto social. Este organismo señala que aproximadamente el 13,5% del total de muertes de personas de entre 20 a 39 años son atribuibles al alcohol, y que existe una relación causal entre el consumo nocivo de alcohol y una serie de trastornos mentales y comportamentales, además de enfermedades no transmisibles y traumatismos. La OMS indica, además, que cada año se producen 3 millones de muertes en el mundo debido al consumo nocivo de alcohol, lo que representa un 5,3% de todas las defunciones.

Las mejores cervezas sin alcohol

Aproximadamente el 13,5% del total de muertes de personas de entre 20 a 39 años son atribuibles al alcohol 

Freepik

El boom de la coctelería sin alcohol

Pese a que las cifras de consumo y sus consecuencias sobre la salud pública siguen siendo demoledoras, algo está cambiando socialmente en lo que respecta al consumo de alcohol. Gracias al boom de lo healthy que ha aflorado en los últimos tiempos, no beber alcohol se ha convertido en un símbolo de salud y autocuidado, lejos del viejo “no te fíes de alguien que no bebe alcohol” con el que muchos hemos crecido.

Un buen ejemplo de que las bebidas sin alcohol han llegado para quedarse lo vimos en la última edición de la Bar Convent Berlin (BCB), la feria más importante del mundo en materia de cultura de bar y destilados, que tuvo lugar en la capital alemana el pasado mes de octubre. Uno de los hotspots del festival fue el Low & No Bar, una gran zona destinada exclusivamente a los cócteles sin alcohol o de escasa carga alcohólica, capitaneado por el equipo de bartenders de la coctelería parisina The Cambridge Public School. Lo explicaba la directora del certamen, Petra Lassahn: “Si existe una tendencia clara para los años venideros, es el auge de las propuestas sin alcohol. Por eso este año el Low & No Bar ha sido un puntal fundamental en la BCB, ya que existe un perfil de consumidor que no bebe alcohol, pero demanda igualmente estímulos, ingenio y creatividad”.

Es hora de erradicar la idea de que la coctelería sin alcohol te quita cosas

Alberto PizarroBrand ambassador de Dilmah

Coincide con ella el bartender Alberto Pizarro, brand ambassador de Dilmah, que trabaja en una línea de productos para coctelería sin alcohol que verá la luz en 2024. Para Pizarro, “es hora de erradicar la idea de que la coctelería sin alcohol te quita cosas y potenciar el mensaje de que en realidad te las aporta. Más allá de que no beber alcohol pueda asociarse a valores intangibles como estatus y otras cualidades vinculadas al lifestyle, también puede aportar cosas tangibles, es decir, tener efectos concretos sobre el cerebro que, al fin, son los mismos que el consumidor busca cuando toma un cóctel con alcohol”.

En este sentido, Pizarro asegura que en muchos países, con en Reino Unido en cabeza, se trabajan ya nuevas tendencias en coctelería sin alcohol que incluyen el uso de nootrópicos (estimulantes de la memoria o potenciadores cognitivos) o adaptógenos (que aportan sensaciones calmantes). El reto para todos aquellos que trabajan en el sector de las bebidas sin alcohol es, a grandes rasgos, “conseguir sensaciones parecidas a las que aporta el alcohol, pero sin alcohol, a través de sustancias como la teanina, por ejemplo, presente en el , capaz de estimular zonas cerebrales que influyen en el bienestar y que no se consiguen activar con, pongamos por caso, un zumo de piña”.

La coctelería sin alcohol también tiene el potencial de estimular los sentidos

Los cócteles sin alcohol están en auge 

Getty Images

"No te fíes de alguien que no bebe"

Pese a la rotundidad de las cifras y las advertencias por parte de los organismos internacionales vinculados a la salud pública, el alcohol sigue estando presente en nuestro día a día y protagonizando fiestas y celebraciones. Tal vez tenga algo que ver con lo que apunta Ramón, otro de los testimonios del reportaje, también abstemio en la actualidad por problemas de salud derivados, de hecho, de épocas de fuerte consumo: “con la vida frenética que estamos obligados a llevar, necesitamos permitirnos destensar. Muchas veces esas dos copas de vino cuando acaba la semana son la única manera que encontramos de rebajar la tensión. No es lo óptimo, desde luego, pero ya nos negamos demasiadas cosas”.

De hecho, pese a que los tiempos están cambiando y el boom de la alimentación saludable afecta también a nuestra relación con el alcohol, en muchos contextos se tiende todavía a asociar ser abstemio con cierta rigidez emocional, algo que molesta mucho a algunos de ellos. “Me han dicho a veces que no soy de fiar por no beber alcohol –explica Patricia, que además lidera una banda de punk-rock–. En el mundo de la música, donde constantemente hay alcohol, me han llegado a decir ‘pues vaya rockera eres tú’”.

A veces me sirvo una copa y hago que bebo para ser aceptada socialmente y no tener que responder preguntas

VictoriaAbstemia

Este tipo de comentarios confirman que la práctica regular de un hábito a todas luces nocivo sigue estando bien vista a nivel social. “A veces me sirvo una copa y hago que bebo para ser aceptada socialmente y no tener que responder preguntas, porque muchas veces no me apetece”, afirma Victoria, abstemia desde hace tiempo porque no le gusta el alcohol. Susana, por su parte, que dejó de beber estando embarazada y no ha vuelto a hacerlo, también está cansada de justificarse. “Incluso una vez, en un bar, escuché decir al camarero: ‘ahí está la aburrida del grupo que viene solo a reírse’”.

Del placer a la adicción

Además de los problemas de salud asociados al consumo de alcohol, la OMS alerta de que este “acarrea importantes pérdidas sociales y económicas a las personas y a la sociedad en general”. Lo explica casi con las mismas palabras el cocinero Raül Balam, que ha contado su historia de adicción al alcohol y su posterior desintoxicación en el libro Enganchado (Cúpula, 2023), escrito por la periodista Carme Gasull. “Yo volví a nacer el día que ingresé en una clínica en 2013. Hasta ese día no sabía lo que era vivir y desde entonces he ganado muchísimas cosas”, explica el cocinero, que decidió plasmar en un libro el periplo que ha supuesto su relación con el alcohol. “Con estas páginas pretendo ayudar a las personas que se encuentren en la misma situación, pero también hay una parte egoísta: quiero que la gente sepa que soy adicto para blindarme”, asegura Balam, que todavía a día de hoy, diez años más tarde, toma medidas drásticas para mantener a raya “una enfermedad que me acompañará de por vida”.

El alcoholismo es una enfermedad grave

El alcoholismo es una enfermedad grave 

Getty Images

“Lo que hago constantemente es protegerme –explica el chef del restaurante Moments–. Nunca bebo en copa, siempre en vaso. Si me ponen el agua en una copa pido que se la lleven. Jamás brindo y cuando voy a eventos sociales y veo que el talante de la reunión va cambiando porque la gente bebe y yo ya no formo parte de esa película me voy a casa con la cabeza bien alta”. Desde que ha dejado el alcohol, “siento, disfruto y acepto la tristeza, cosa que antes no hacía. De hecho, programaba mis viajes en función de que hubiese bares para ir a beber y eso me ha hecho perderme muchas cosas: no he podido dormir en el desierto o hacer un retiro espiritual o un safari. La adicción me dominaba. ¿Tenía un buen servicio en el restaurante? Me iba al bar a celebrarlo. Pero si tenía un mal servicio me iba al bar a pasarlo de la misma manera: bebiendo”.

La adicción, de hecho, no es algo que se genere de un día para otro, sino que “se produce por una serie de cambios en el cerebro que se van dando a medida que se acumulan las copas y el tiempo”, explica, por su parte, el psicólogo Bernardo Ruiz, especialista en adicciones y fundador y director del Programa Victoria, destinado a acabar con la adicción al alcohol en un periodo de diez días. Ruiz explica que “no todo el mundo necesita el mismo número de copas ni el mismo tiempo para acabar desarrollando una adicción”, ya que el factor genético tiene un papel decisivo. “Yo suelo poner siempre el mismo ejemplo para explicar cómo funciona la adicción. ¿Verdad que si varias personas van a la playa a pleno sol unas se acabarán quemando y otras no? Con el alcohol ocurre lo mismo: no todo el mundo necesita la misma cantidad para acabar siendo adicto”.

Lee también

Determinan cuántos días seguidos sin alcohol necesita el hígado para regenerarse

RAC1
El alcohol es uno de los principales factores de riesgo evitables en el desarrollo de más de 200 problemas de salud

Así lo enfoca también Daniel, otro de los abstemios a los que hemos consultado para este reportaje. “Tengo un carácter adictivo desde pequeño. Cuando me obsesiono con algo, un libro o una disciplina, no paro hasta saberlo todo. Puedo estar noches sin dormir investigando un tema. Por eso tengo claro que lo mejor para mí es vivir alejado del alcohol, porque sé positivamente que no voy a ser capaz de mantener una relación sana con él”.

Aprender a decir que no

Teniendo en cuenta que “vivimos en una sociedad muy permisiva no solo con el consumo de alcohol, sino con la embriaguez, estamos recibiendo mensajes incitadores desde niños”, continúa Ruiz, muy crítico con la tibieza con la que se percibe socialmente este hábito. En su opinión, “solo se condena el alcohol cuando genera violencia, pero nunca en otros casos. Aún se ve como signo de alegría”. Es por ello que cuesta aceptar que se tiene una adicción. Lo explica Balam: “Ya de siempre mis padres me decían que bebo muy rápido, pero cuesta asumir la dimensión de la enfermedad porque la sociedad sigue sin entenderlo”.

Es necesario aprender a decir que no

Decir que no al alcohol con naturalidad requiere trabajo 

Getty Images

Es por ello, que en el marco del Programa Victoria se trabaja también la gestión del después. “Dentro del programa se ponen en relieve las diferentes situaciones en las que se puede ofrecer alcohol y las posibles respuestas. La idea es trabajar la asertividad para poder decir que no al alcohol con naturalidad, como cuando no fumas y alguien te ofrece un cigarro, como haría un vegano o vegetariano si le ofrecen carne”, explica Ruiz. No siempre es fácil, porque en ocasiones desde la buena voluntad se resulta insistente. Por ello, Ruiz recuerda a aquellas personas que consumen alcohol que jamás presionen. “Nunca sabes las razones que tiene alguien para no beber, así que si te dicen que no, sobre todo no insistas”.

La presión, sin embargo, existe, lo mismo que las miradas de extrañeza. “Me gusta mucho la gastronomía y a veces voy a buenos restaurantes. Los camareros no dicen nada, pero me miran extrañados cuando pido agua con gas”, explica, por su parte, Miquel, que no bebe simplemente porque no le gusta. Juan Luis, chef, que dejó de beber por solidaridad hace cuatro años cuando su mujer se quedó embarazada, señala que “la presión social de mi entorno cercano ya es prácticamente cero, pero la del entorno profesional es más fuerte. Normalmente, lo explico educadamente y se acaba. Y las veces en que no se ha acabado lo he parado en seco sin dar la opción de opinar a nadie sobre una elección personal”.

Lee también

Los 7 mejores alimentos para rebajar los excesos del alcohol

Laura Conde
Aguacate y huevo

Por último, otro inconveniente al que se enfrentan los abstemios es tener que pagar el alcohol del resto en las comidas de grupo. “En esta sociedad todo se articula alrededor de la comida y la bebida, de manera que cuando sales a cenar en grupo la mitad de la cuenta es alcohol. Si sumo todo el alcohol que he pagado en mi vida tendría para comprarme bastantes cosas”, explica Patricia.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...