El templo que todos adoran

Ana Martínez
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Aunque es conocida por 'La Catedral de La Manchuela' por su parroquia, Alborea tiene muchos atractivos y servicios para atraer a nuevos moradores

María Ángeles Martínez y Manuel Descalzo frente a 'La Catedral de La Manchuela', la parroquia de Alborea. - Foto: Arturo Pérez

Ha vivido dos años en Requena, cuatro en Albacete y otro en Valencia. Hasta que dijo «basta». No se adaptó al estrés, las prisas y la ausencia de vecindad de las grandes capitales. En 2019 regresó a su pueblo natal, Alborea, el lugar que siente, donde prefiere residir y donde quiere permanecer el resto de sus días si nada ni nadie lo impide.

Manuel Descalzo Cuesta tiene 28 años y hace dos tuvo la fortuna de encontrar un puesto de trabajo como responsable de una empresa forestal, Transelfor, de Alborea, de la que depende una plantilla de nueve trabajadores. Es absolutamente consciente de que las oportunidades laborales son la clave para repoblar los pueblos de la España vaciada, esos municipios que año tras año no dejan de perder padrón. «Sin puestos de trabajo no hay nada que hacer», apunta Manuel, que asegura que hoy en día y tras la experiencia con la pandemia por Covid, hay que cambiar «el concepto» del mercado laboral, porque ha quedado demostrado que «un gran porcentaje de personas ya pueden teletrabajar y eso desde los pueblos es un todo un lujo». No es su caso. Hijo de agricultor y amante de la caza y de la naturaleza, se licenció en Ingeniería de Montes para vivir y trabajar al aire libre: «Mi vida gira en torno al monte y al medio rural, lo sé gozar y por eso agradezco cada día haberme vuelto a mi pueblo».

María Ángeles Martínez prácticamente no ha salido del lugar que la vio nacer. Apenas un tiempo en su juventud en Albacete, hasta que se casó en Alborea y estableció allí su hogar. «Siempre me ha gustado mi pueblo». Ahora tiene dos hijos, uno de 25 años que trabaja en la recepción de un balneario en Villatoya, y una joven de 21 años que, tras los estudios, ha escogido el hogar familiar para prepararse tranquilamente una oposición. «Es que aquí se vive muy bien y ahora con el Covid, mucho más, porque aunque se han detectado algunos casos, nos ha ido bastante bien y ha estado muy bien controlado», presume María Ángeles Martínez.

Ninguno de estos dos alboreanos dicen echar de menos la vida en la ciudad y admiten que aunque el casco urbano no es muy grande, Alborea goza de todos los servicios necesarios para vivir dignamente. Además, «estamos a un paso de Albacete», una media hora en carretera que «nos permite ir y venir en el mismo día en caso de querer ir a una gran ciudad». María Ángeles y Manuel se encuentran a las puertas de la Casa Consistorial, un edificio con los servicios propios de un ayuntamiento que se encuentra ubicado en el corazón de la plaza de Castilla-La Mancha, punto neurálgico de Alborea donde acontecen las actividades más importantes del municipio y lugar en el que encuentran la mayoría de los establecimientos hosteleros que dan servicio a oriundos y visitantes.

Es día de mercado y los puestos de venta ambulante –un menor número debido a las restricciones sanitarias- se instalan alrededor del antiguo depósito de agua, en la plaza del Maestro Artigao, una construcción tradicional que Alborea ha customizado con las imágenes de Don Quijote y Sancho Panza y que, según cuentan los propios vecinos, cuenta con una iluminación nocturna «que sorprende a quien no la ha visto nunca».

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