La palabra 'autocracia' es un término político que se estudia desde el colegio pero que también se utiliza en numerosas ocasiones para señalar la falta de libertad en determinados contextos supuestamente democráticos. El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define la autocracia en una simple línea: "Forma de gobierno en la cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley". Lo dice la propia etimología de la palabra, compuesta por los términos griegos 'auto' y 'cratos', que significan, respectivamente, 'propio' y 'poder'. Así pues, la autocracia es precisamente eso: la forma en la que el poder lo ejerce uno mismo, una sola persona, el gobernador de turno.

El economistaRamón Tamamesha utilizado esta palabra para referirse a España en el borrador de su discursopara la moción de censura contra Sánchez, al que elDiario.es ha podido acceder, y en el que anima a la convocatoria de elecciones generales para el próximo mes de mayo. En lo que previsiblemente será su alocución durante el debate de la moción, Tamames dirá, según este texto, que España "se asemeja más a una moderna autocracia absorbente". Ahora bien, ¿tiene razón? No es la primera vez que este término se utiliza, siempre adjetivado (en este caso habla de una autocracia "moderna" y "absorbente"): hace solo unos meses el Parlamento Europeo se refería a Hungría como un "régimen híbrido de autocracia electoral", refiriéndose al país actualmente gobernado por Viktor Orbán como un Estado en el que aunque se celebren efectivamente elecciones no se respetan los estándares democráticos.

Lo que sí es y lo que no es una autocracia

Además del significado en sí de la palabra, las autocracias tienen algunas características que se asocian a este tipo de formas de gobierno: uno de los principales rasgos de las autocracias es la represión y control de la disidencia política y de todos aquellos que vayan en contra del régimen, es decir, en las autocracias, los regímenes tratan de frenar cualquier tipo de oposición política. Esto facilita, entre otras cosas, que crezcan las tramas de corrupción dentro del régimen, ya que no existe una oposición que 'vigile' al régimen. Históricamente, además, las autocracias han ido siempre de la mano de un exacerbado culto al líder y suelen llevar a una situación en la que acaba existiendo una oligarquía, un grupo social o político cercano al régimen que 'disfruta' de los beneficios de, precisamente, estar del lado del autócrata.

No obstante, no hay que suponer que una autocracia es lo mismo que una dictadura: en el caso del Europarlamento cuando hacía referencia a la Hungría de Orbán, el coordinador de Ciencias Políticas de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), Víctor Renobell, afirmaba a Newtral que el hecho de usar el término 'autocracia' desde la Eurocámara era una manera de 'rebajar' el discurso, usándolo como eufemismo para evitar la palabra dictadura. Sin embargo, tanto las dictaduras como otro tipo de totalitarismos, aunque pueden tener características comunes, no necesariamente se pueden clasificar como autocracias. Eso no implica que no existan líderes de Gobiernos autocráticos, que tienden a llegar a ese punto de no tener ningún tipo de control sobre sus actuaciones. De hecho, según varios estudios, la tendencia hacia la autocratización de los países va en aumento.

Según el estudio anual elaborado por V-Dem (Varieties of Democracy) en 2022, en 2021 se alcanzó un récord en el número de países que tienden a la autocratización en el último medio siglo, un total de 33 países que albergan al 36% de la población mundial, unos 2.800 millones de personas. Entre estos, muchos de los países, según V-Dem, están dentro de la Unión Europea: "el 20% de los miembros de la UE se están autocratizando", señala este estudio. Pero España no es uno de ellos. El análisis de V-Dem situaba a España en 2021 en el 'top20' de los países en función de su democracia liberal, en comparación con los datos de 2011, junto a otros Estados como Suecia, Dinamarca, Alemania, Portugal o Nueva Zelanda. Entre los países que, incluso estando bien posicionado han experimentado una autocratización en la última década estaban Estados Unidos, República Checa o Grecia. En el otro lado de la lista, Eritrea, Corea del Norte, Afganistán, Yemen o Bielorrusia son los peores con peor puntuación.

Con estos datos, Our World in Data ha elaborado un gráfico en el que se manifiesta el evidente crecimiento de las autocracias electorales, aquellas que tienen lugar en países donde sí se celebran elecciones públicas a las que concurren diferentes partidos y que, teóricamente, dejan en manos de la sociedad el destino del Gobierno. Sin embargo, "estas elecciones generalmente carecen de muchas de las garantías que las mantienen justas y libres", según explican en V-Dem. En el caso de las autocracias "cerradas", la más estricta de las autocracias, ni el autócrata ni la legislatura se eligen mediante elecciones, por lo que el pueblo no tiene ninguna oportunidad de decidir sobre el futuro de su país.

¿Hay alguna autocracia real en la actualidad?

Las autocracias históricas están relativamente claras: muchos de los gobernadores del Imperio romano y la Grecia antigua, donde nació precisamente el término de autócrata, aunque también en la Rusia zarista; el propio zar Nicolás I gobernaba bajo el lema 'Autocracia, ortodoxia y nacionalidad'. A día de hoy, la mayor parte de las autocracias son de tipo electoral: se celebran elecciones pero éstas no pueden considerarse justas y libres. Un caso es, según V-Dem, el de la Rusia de Vladímir Putin: las elecciones están "plagadas de corrupción", con exilios o detenciones de opositores incluidos, con el fin de mantener a Putin en el poder.

Desde Human Rights Watch señalan otros muchos ejemplos de líderes autocráticos en los últimos años, incluyendo el caso de la Rusia de Putin o la Hungría de Orbán, como la Turquía de Recep Tayyip Erdoğan o el Egipto de Abdelfatá al Sisi, que "persistieron en silenciar las voces independientes y los grupos de la sociedad civil, así como en encerrar a miles de personas por sus presuntas opiniones políticas". El ahora expresidente de Filipinas Rodrigo Duterte, que "alentó más ejecuciones sumarias, supuestamente de presuntos traficantes de drogas, pero a menudo simplemente personas que no tienen otra culpa que ser hombres jóvenes y pobres" o el exministro de Interior y viceprimer ministro italiano (antes de la llegada de Georgia Meloni), Matteo Salvini, que "cerró la puerta a los refugiados e inmigrantes, frustró los esfuerzos para salvar vidas de migrantes en alta mar y alimentó el sentimiento antiinmigrante". Estos son algunos de esos ejemplos.

Ahora bien, no todos los organismos que analizan las libertades en el mundo están de acuerdo: Hungría, por ejemplo, sí está considerado como un país "parcialmente libre" según Freedom House, al igual que Filipinas, mientras que Egipto está calificado ya como un país sin libertades. No obstante, Italia no entra dentro de ninguna de estas dos categorizaciones según los últimos estudios de Freedom House, como tampoco lo hace España.