Puede parecer raro, pero no lo es. Los niños/as necesitan aburrirse y sobre todo jugar: sí, los niños/as necesitan jugar por las tardes y no estar todo el rato haciendo cosas que llamamos "productivas" como las cientos de actividades extraescolares a las que las familias les apuntan, teniendo unas agendas más llenas que las de un ministro, como dice el refrán.

Datos publicados por la comunidad Educar es todo, 9 de cada 10 niños asisten durante las tardes a actividades extraescolares, cuando la Asociación Española de Pediatría (AEP) recomienda como adecuadas unas 4 horas semanales de extraescolares en dos actividades diferentes.

"En España, lamentablemente, estamos exponiendo a nuestros hijos a muchas más actividades extraescolares de las deseadas", tal como asegura la psicólogo Úrsula Perona y miembro de esta comunidad educativa, en esta publicación de Instagram. Y es importante que tengan tiempo para jugar (y para aburrirse) porque "un exceso de actividades puede provocar estrés en los pequeños y reducir su tiempo de juego libre, que es algo fundamental para su desarrollo.

Sin embargo, esto no es así: los niños/as cada vez tienen menos tiempo para esto. "En consonancia con el 'no parar' de los adultos (hoy el 'ir de culo' es signo de estatus), los pobres niños hoy... ¡no paran! En el siglo XXI, en los países más ricos, las infancias se han convertido en una especie de campos de entrenamiento para unas criaturas que cada vez hacen más cosas y más precozmente", explica a laSexta.com Eva Millet, periodista y escritora especializada en temas crianza" y autora de 'Hiperpaternidad'. Y miembro también de la comunidad Educar es todo.

Las razones de esto -explica Millet- es porque "existe una oferta de actividades (educativas, deportivas, lúdicas...) desmesurada y mucha ansiedad por parte de los padres/madres de que sus hijos no se queden atrás en estas carreras (maratones, casi), en las que se están convirtiendo las infancias hoy. Sin olvidar, por supuesto, los temas de conciliación y los absurdos y prolongados horarios laborales españoles, que tendrían que ser una cuestión urgente".

La cuestión es por tanto, que los niños/as tienen muy poco tiempo libre, pues todo está programado para que "no paren" y para que "no se aburran". Y, si esto ocurre o tienen un rato sin programar, "se les pone una pantalla delante", añade la profesional.

También debemos entender que "los padres no somos animadores de crucero ni responsables del entretenimiento constante de nuestra prole. Así que conviene que, de tanto en tanto, se aburran. Que dejen vagar la mente, que no hagan nada o no tengan nada programado: el aburrimiento en dosis adecuadas, es algo necesario. Saludable. Y no solo para los niños".

Los beneficios del aburrimiento en los niños/as

Porque ¿cuáles son realmente los beneficios para los pequeños/as de aburrirse, los beneficios de desconectar, dejar vagar la mente, no pensar, no tener nada que hacer... "Es bueno para el bienestar mental, para conocerse a uno mismo (Si no tengo tiempo ni de pensar... ¿Cómo voy a saber quién soy y qué quiero hacer en esta vida?)", responde Millet.

Aburrirse es asimismo -añade- un recurso para impulsar la imaginación y la creatividad: muchas veces del "aburrimiento" surgen ambas, como también surge el juego, que es la mejor actividad a desempeñar en la infancia".

Los padres/madres no somos animadores, por lo que conviene que, de tanto en tanto, los niños/as se aburran. Que dejen vagar la mente, que no hagan nada o no tengan nada programado: el aburrimiento en dosis adecuadas, es algo necesario. Saludable

Eva Millet

Sin olvidar -añade- "experimentar y superar el aburrimiento es una buenísima forma de gestionar la frustración (práctica recomendable, porque la vida está llena de frustraciones). Dejar vagar la mente también puede ayudarnos a resolver problemas (hay estudios que lo prueban). En definitiva, aburrirse no es una pérdida de tiempo, sino un estado vital transitorio que, en cierto modo, es parte de lo que es ser una persona".

Antes, cuando las generaciones anteriores decíamos 'papá, mamá, me aburro', te decían que te espabilaras, que te fueras al cuarto, a jugar. "Ahora, en cambio, se les da el móvil y/o el progenitor/a se siente terriblemente culpable porque, dentro del amplio abanico de las demandas de la hiperpaternidad, está también la de ser el responsable a tiempo completo de las actividades lúdico-culturales de los hijos", indica la experta en crianza.

Pero, ante el primer signo de aburrirse, "los expertos recomiendan no dar una pantalla, sino darles ideas. Tales como estrenar ese juguete que te regalaron las pasadas Navidades; darles papel y colores, plastilina; coches, muñecas; leer,etc. Hay que animar a que el niño/a sea capaz de gestionar su tiempo y descubra que es capaz de superar ese aburrimiento", indica Millet.

Porque, realmente, "el problema es que esta nueva generación de niños, al estar sus vidas tan estructuradas y sobre estimuladas, ya desde muy pequeñitos, se aburre con pasmosa facilidad. Muchos son prácticamente incapaces de jugar solos, algo fundamental para su desarrollo".

Por último, no debemos olvidarnos del juego, que -como ya hemos dicho- es la mejor actividad que pueden hacer los pequeños: "Darles tiempo para jugar es clave. En estas infancias hiperactivas se está acabando con el que es un derecho de la niñez, reconocido por las Naciones Unidas: el juego libre y, si es posible, sin supervisión adulta", finaliza Eva Millet.