Historia

Efeméride

“Si a Perón el ejército no lo quiere, lo defenderá el pueblo”: así fracasó el primer golpe de Estado contra el presidente

Durante sus tres mandatos constitucionales como mandatario, Juan Domingo Perón sufrió tres golpes militares

En 1951 Juan Domingo Perón sufrió el primer intento de golpe de Estado contra su gobierno
En 1951 Juan Domingo Perón sufrió el primer intento de golpe de Estado contra su gobiernoLa RazónLa Razón

Tal día como hace hace setenta años el general Juan Domingo Perón sufrió en sus carnes un intento de golpe de Estado para derrocar el gobierno constitucional de Argentina. Este sería el primero de los tres golpes (1951, 1955 y 1976) que sufrió durante sus tres mandatos constitucionales como presidente. Al frente de la asonada de 1951 se puso el general retirado Benjamín Andrés Menéndez, pertrechado por un grupo de militares del Ejército, la Marina y la Aeronáutica. Su objetivo era desmantelar el Estado peronista. El líder de la intentona golpista redactó una proclama en la que acusaba al gobierno de haber llevado a Argentina a “una quiebra total de su crédito interno y externo, tanto en lo moral y espiritual como en lo material”.

Los opositores al régimen de Perón pensaban que el país había tomado una deriva autoritaria, reflejado en la reforma de la Constitución de 1949, mediante la cual el presidente podría optar a la reelección. La nueva ley electoral, además, había limitado los derechos de nuevos partidos políticos y prohibido las coaliciones. Otro miedo latente entre los sublevados era la posibilidad de que Eva Perón, ungida como compañera de fórmula presidencial para las elecciones de noviembre de 1951, pudiera convertirse en comandante en jefe de las Fuerzas Armadas en caso de ausencia de Perón. Muchos uniformados pensaron entonces que la única forma de que Perón abandonara el poder era activando mecanismos de fuerza.

Y así sucedió el 28 de septiembre de 1951, cuando una columna se dirigió al Colegio Militar de la Nación. El foco del golpe estuvo en Campo de Mayo, donde los rebeldes apenas lograron movilizar unos cuantos tanques. En realidad, los opositores encontraron resistencia por parte de suboficiales peronistas y, además, no recabaron el apoyo de unidades que habían prometido su apoyo. Para entonces, el presidente decretó el estado de guerra interno y la CGT convocó un paro general de 24 horas. Mientras tanto cientos de personas se manifestaron en la Plaza de Mayo, donde fueron arengados por Perón desde el balcón de la Casa Rosada. “Pueden renunciar a su ambición los imperialistas y los capitalistas”, proclamó el dirigente.

Al mismo tiempo, un escuadrón de veinte aviones estaba preparado para despegar desde Punta Indio dispuestos a bombardear la Casa de Gobierno, un plan que se vio frustrado después de que el comandante Baroja desestimara el ataque a fin de evitar una masacre. Sin apoyo terrestre y con la aviación bloqueada, el golpe se encaminaba a su fracaso. La intentona golpista se disolvió rápidamente y en pocas horas los sublevados se rindieron a las fuerzas leales al presidente.

Menéndez fue juzgado por el Consejo de Guerra y sentenciado a 14 años de prisión. Una de las consecuencias del intento de golpe de 1951 fue la percepción por parte de Eva Perón de la debilidad del régimen y del riesgo de un nuevo levantamiento. “Si a Perón el ejército no lo quiere, lo defenderá el pueblo”, llegó a proclamar Eva Perón, quien habría ordenado la compra de cinco mil pistolas automáticas y mil quinientas ametralladoras que se destinarían a la formación de “milicias obreras”.

Juan Perón calificó este amotinamiento frustrado de forma irónica como “chirinada”, que proviene de Víctor Chirino, nombre del jefe de una revuelta fracasada en el Argentina en el siglo XIX.