Historia

La espada de Fernando el Católico que quiso Franco

La reliquia fue ambicionada por sucesivos monarcas, que intentaron sacarla de la Catedral de Granada, donde se custodia: a Franco le dieron una réplica

Imagen de la espada
Imagen de la espadaLa Razón

La Catedral de Granada, en la Capilla Real, custodia los restos de los Reyes Católicos, de su hija Juana, de su esposo Felipe el Hermoso, y el príncipe Miguel de la Paz, hijo de Manuel I de Portugal e Isabel de Aragón hija de los Reyes Católicos. Una de las piezas que ha encandilado a monarcas y no monarcas españoles es la espada de Fernando el Católico. También ahí se conserva la corona y el cetro de Isabel la Católica. La espada llegó a Granada en el 1518. Cumpliendo el testamento de su esposo, Germana de Foix la envió para que fuera custodiada, por los capellanes-guardianes de las tumbas reales.

La espada tiene 92 centímetros de longitud por 4 centímetros de hoja. Fue fabricada en Florencia, y la empuñadura está chapada en oro y grabada. Con adornos de medallones y hojas. El puño lo forman dos conos truncados, de la que salen las patas semicirculares con cabezas de serpientes. Se recogen otros dos gavilanes más grandes con decoración vegetal. La funda ha sido reparada en 1603 y 1725. Fernando el Católico pidió que cada año fuera sacada en procesión para conmemorar la conquista de Granada.

Hemos dicho que la espada ha encandilado a varios monarcas españoles. Su bisnieto, Felipe II, se la quiso llevar y los capellanes-guardianes nunca dejaron que la sacara de la Capilla Real. Sí le permitieron llevarse algunas reliquias y libros. Tampoco se lo consintieron a Felipe IV. Este la pidió para depositarla en la armería del Palacio Real de Madrid y se le negó. Durante el saqueo que llevó a cabo el general francés Horace Sebastianini sobre la ciudad de Granada, los capellanes-guardianes escondieron la espada, la corona y el cetro, de tal forma que nunca encontraron estos objetos valiosos.

Otra persona que se quiso llevar la espada fue Francisco Franco. Visitó Granada el 20 de abril de 1939. Le enseñaron la ciudad y se alojó en el despacho de la alcaldía, que se había adecuado para la ocasión. Entre los sitios que le enseñaron, aparte de La Alhambra, estaban, por supuesto, la Catedral y la Capilla Real. El alcalde de Granada, en aquel entonces, era el historiador del arte y periodista Antonio Gallego Burín.

Franco entró por la Puerta de Alonso Cano de la Catedral de Granada bajo palio. Después de rezar, lo llevaron a la Capilla Real y pudo ver los cinco ataúdes de hiero que allí están depositados. Durante la visita lo acompañó el capellán real José Calvo Flores. Pasaron luego al museo y Franco tuvo entre sus manos el centro de plata de Isabel la Católica y la espada de Fernando el Católico. Cuando la vio, la idea de Franco fue llevársela a El Pardo. El capellán real, con mucha diplomacia, cogió la espada y la volvió a depositar en su sitio, sin inmutarse a las pretensiones de Franco, aunque en ningún momento reclamó llevárselas, pero todos vieron su intención.

Varias copias para protegerla

Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, y siendo José Calvo Flores una persona experimentada, pensó que no era conveniente tener a Franco enfadado. Por eso, el 21 de abril de 1939 decidió encargar una réplica para entregársela. No sería la original, pero serviría para cumplir sus deseos. Se la pidió al escultor Navas Parejo la replica de la espada. Para los adornos se utilizaron 235 gramos de oro de 22 kilates. La intención era entregarle la espada a Franco el 2 de enero de 1941. Ese día coincidía con el 449 aniversario de la toma de Granada. La entrega se suspendió porque Antonio Gallego Burín dejó de ser alcalde de la ciudad. Franco regresó a Granada el 10 de mayo de 1943, con la vuelta de Gallego Burín a la alcaldía. En su visita lo volvió a recibir el capellán real José Calvo Flores. Ahí estaba la reproducción de la espada. La original la pusieron a buen recaudo, para que nadie pudiera hacer un cambio y proteger la reliquia. En su discurso, Gallego Burín, que era un monárquico convencido, entre otras cosas, dijo que «en recuerdo de vuestra estancia me cupo a mí el honor de rogaros que aceptárais la reproducción de una de las joyas más preciadas que Granada conserva: la espada del Rey Católico».

La espada fue bien recibida por Franco y, al considerar que era un regalo personal, no pasó nunca a Patrimonio Nacional, quedando bajo su custodia en el Palacio de El Pardo. Sin embargo, no era la única copia. El Ayuntamiento de Granada tiene otra, encargada por Gallego Burín. La tercera fue un encargo de la Capilla Real, realizado en 1992, para el pabellón del Vaticano en la Expo de Sevilla.