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Gastronomía

Mi Casa tu Casa

Un hálito de esperanza en el adocenamiento que impera: los de negocios de "pizza, pasta e involtini"

Nicola y Ramona posan orgullosos con embutidos y quesos de La Bota. M.H.B.

Aquí se instalaron (y pifiaron) restauradores de distinta índole. Mas, ahora, Mi Casa tu Casa -denominación que nos pone ante esa cordialidad y simpatía de los italianos del sur, de las que tras un reciente viaje a Nápoles quedamos prendados- nos renueva la ilusión; sobremanera tras la desaparición del Mediterráneo, el mejor italiano, del caprichoso Franco Rossi, que Dios lo tenga en su cocina.

Los jóvenes Nicola Strangi y Ramona Sita', que llegaron desde Calabria, y aquí se conocieron, tras consolidarse como pareja sentimental decidieron ofrecer: él, el noble oficio, ella, una simpatía desbordante, que la oportunidad en el trato es gran parte del bienestar de un comedor; cuya decoración, heredada, nada aporta a lo que se espera del típico ristorante popular: tópicos manteles a cuadros, botellas de Cianti colgando... Pero aquí las mesas aparecen vestidas con impolutos manteles de hilo blanco y servilletas ad hoc. Al menos los domingos.

La empresa, aparentemente difícil por la notable cantidad de figones de tal guisa, resulta viable si se parte con el compromiso de abrazar la cultura hipster: abandonar el pelotón: la archiexperimentada oferta de "pizza, pasta e involtini", que no tiene como objetivo la búsqueda de la excelencia, sino el trapicheo con pasta industrial y tomate de lata baratos o quesos y embutidos accesibles en cualquier "super". Una praxis de la que vale aquello de, para ese viaje lo hacemos en casa. Ahora lo sesudo es admitir la premisa de que el personal ha viajado y comido italiano en suficientes cantidades, y espera propuestas monográficas o heterogéneas de las diversas y sorprendentes cocinas regionales italianas empleando sus exclusivos alimentos, al natural o procesados, artesanales o industriales.

Y también se agradece que no se acuda a vanguardismos; a quienes nos deleita la mesa, preferimos, ante la experiencia de enfrentarnos a cocinas desconocidas, degustar los platos tradicionales y, tras adquirir un conocimiento bien sustentado, pasar al arte abstracto. Es harto estimulante "leer" cada plato y encontrar curiosidades de la Antropología alimentaria, constatar la Historia, descubrir fusiones o transculturizaciones. Asuntos que son los elementos intelectuales que en verdad distinguen al animal del hombre ante el hecho de comer, y que, en consecuencia, entendemos como Gastronomía.

O encontrarnos con pequeños enigmas como la Ndjuya: sobrasada originaria de Spilinga, que mira al Adriático (de donde viene Nícola) pero más picante que la mallorquina, que es puro Mediterráneo, y sin que tenga parecido alguno con la Sopresatta: un salame.

Embutidos

Pero no es este el único trasunto que nos movió a observar. Su bonachón chef está en contacto con proveedores de La Bota para disponer de otros embutidos, chacinas, quesos... Hay días que ofrece la auténtica Mozzarella de búfala hecha la mañana anterior, viajada por la tarde, durmiendo en la alacena del importador y degustada en el almuerzo. Es obvio que no sirva el dulzón jamón de Parma, pero ofrece el delicado Culatello de Zibello, delicia que engrosa la pequeña élite mundial del cochino curado; o una elegante Mortadela de Bolonia, un potente salame de jabalí, la delicada cecina de suprema de oca ¡fantástica!... o una de las más grandes joyas lácteas: un fragante Parmesano Regiano con 30 meses de curado; un queso con trufa negra o el Tovola ahumado, especialidad de La Umbría.

Hemos acudido unas seis veces y cada día nos agrada más. Uno de nuestros "platos test" es la pasta (larga) a la Almatriciana, que tras catarla por aquí y por los mejores figones de Nueva York y Buenos Aires: las "vigésima primera y segunda" regiones de Italia, siempre nos frustra. Nícola la factura ortodoxamente, pues emplea el auténtico guanciale (carrillo de cochino curado), salsa de tomate y queso Pecorino (de oveja) (9?). Y en cuanto a la Carbonara, que la mayoría de locales la cocina con nata ¡un crimen sin castigo! la sirve con tanta ortodoxia como suculento paladar: queso de Parma, yema de huevo y panceta (9?). También hemos catado la pasta (larga o hueca) al Puterío o la Putanesca, otra gratificante sencillez (9?). Sin embargo, nos extrañó la ausencia de picante, también en la Almatriciana, pero, queriendo ser condescendientes, digamos que mismo plato se suele hacer de distintas formas según la zona. La biblia de la Cocina Italiana: El Talisman de la Felicitá (1.053 páginas) de Ada Boni, recoge de la Minestrone trece variantes. La Boloñesa (con pasta larga, corta o cuadrada) es, así mismo, más que correcta (10?).

Si queremos antipasto (entremeses) vale el Mi Casa tu Casa: Vitello Tonnato, Pulpo a la griega, Caponata (especie de pisto) y queso Ricotta fresco. El Vitello tonnato también puede ordenarse solo, y tiene la particularidad de que la ternera se hornea al punto: bien rosada en el centro (10?). Y se hace bueno preguntar por algún corte de vacuno selecto: boeuf gras, que suele adquirir en plazas europeas. Solo ofrecen un risotto, con boletus (10?). Y como pescados, Dorada al horno (14?). Y como postres, caseros, (4?) un excelente Tiramisú, Panna cotta (ligada con merengue) con frutos del bosque o un pastelito de chocolate frío relleno de chocolate caliente: invento oportunísimo del gran tres estrellas galo Michael Bras.

Con dos platos y postre, sin bebidas, no se llega a los 25 euros. Y como ustedes habrán advertido, desde que la crisis se puso las pilas los restoranes no ofrecen mantequilla junto al pan; en su lugar, Ramona sirve el pan y algún bocadito de cortesía. La carta de vinos también es corta: once blancos (italianos, peninsulares y canarios) que van de 7,90 a 21,50?, y quince tintos (solo italianos: un desliz) desde 3,50 a 66?. Menú de almuerzo, 8,90?. c/Fernando Guanarteme, 23. Cierra lunes. Teléfono: 928 916 683.

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