02/05/2024
12:51 PM

¿Armas o no? El dilema tico

¿Armas o no? El dilema tico

En unos recientes actos cívicos celebrados en Santa Rosa de Pocosol, provincia costarricense fronteriza con Nicaragua, la actual mandataria de aquel país, Laura Chinchilla, volvió a hacer alusiones a las vejaciones soberanas que el gobierno nicaragüense ha venido realizando sobre los territorios ticos, especialmente en los linderos fronterizos del río San Juan y las franjas limítrofes de Guanacaste…

Esto más, la mandataria ha tenido que unirse a marchas públicas para protestar contra el permanente tono de hostilidad que los nicas al mando de Ortega mantienen en la frontera en nombre de reclamos territoriales que ahora incluyen también los límites marítimos. Cincuenta años atrás los ticos y buena parte de América Latina celebraron con bombos y platillos la decisión, célebre según muchos, de que el estado tico suprimiera el ejército. Desde entonces los ciudadanos de aquella nación han intentado vender la idea de un “paraíso terrenal en Centroamérica” y han confiado en “la buena vecindad” de los nicaragüenses.

Sin embargo, solo el paso de las décadas les ha demostrado a los costarricenses que lo mínimo que un estado debe poseer si desea conservarse a salvo de las invasiones y las ofensas, es una tropa disuasiva capaz de repeler los ultrajes alusivos. Si vamos a hablar con la verdad, la franja centroamericana ha sido fundamentalmente una franja territorial conflictiva y esto más, Costa Rica fue a lo largo de todo el siglo XIX cuna de buenos generales y nación de comandantes memorables. Los viejos combates entre el ejército tico y las tropas federales de Francisco Morazán, los gloriosos combates de los generales ticos para impedir las mancillas de filibusteros del tipo William Walker y Louis Schlessinger y todas las guerras posteriores liberadas por los hermanos Mora Porras, José María Cañas y Juan Santamaría; dicen mucho de lo que los ticos fueron capaces de hacer en el pasado para hacer valer su soberanía territorial y su dignidad como nación. Si la idea era moldear un país distinto en materia de civilización con envidiables índices educativos y admirables políticas públicas capaces de satisfacer las necesidades fundamentales de cada ciudadano ¿qué les costaba enseñarles a estos mismos habitantes que la cortesía no mata coraje? Yo siempre digo: una sociedad puede llegar a ser todo lo inteligente que desee siempre y cuando no se olvide de ser al mismo tiempo valiente.

En estos momentos el régimen de Ortega va llevando el “bullyng fronterizo” a niveles cada vez más insostenibles y eso ocurre simplemente porque los ticos son los conejos blancos del área. Desde luego que los ciudadanos comunes y corrientes de ambas naciones han conseguido establecer puentes de fraternidad y entendimiento y se dice que solo en San José viven actualmente casi quinientos mil nicaragüenses. Pero una cosa es la amistad y otra es el abuso. Cuando se trata de agravios y desacuerdos caprichosos entre dos estados que rivalizan, todas las naciones tienen el derecho soberano a defenderse.

Laura Chinchilla declaró en Santa Rosa de Pocosol “que no quiere una Costa Rica agresiva y guerrerista, pero tampoco quiere una Costa Rica indefensa”… eso me parece bien, pero sería saludable que aquella admirable nación entendiera de una vez por todas que nadie bajará del cielo a defenderlos de las agresiones y las humillaciones. Sería bueno que los ticos entendieran que un paraíso terrenal llamado Tiquicia es demasiado tentador para tanto nica que merodea la frontera.