EL COLUMNISTA INVITADO

Impudicia

 

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POR HUGO ESTEVA­

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­Hace ya mucho tiempo que viene cumpliéndose la predicción de Augusto Del Noce. El lúcido pensador italiano, implacable crítico de Gramsci, vio con anticipación cómo la lucha contra el pudor era una batalla a ganar por la Revolución, desnaturalizándonos hasta volvernos contra nuestra misma condición genética (A. Del Noce et al. El erotismo a la conquista de la sociedad. En La escalada del erotismo. Ed. Palabra. Madrid, 1975). 

Mi recomendación de esa lectura a los alumnos de 6º Año del Colegio Nacional de Buenos Aires escandalizó a padres ingenuos e hizo que renunciase de inmediato a mi cátedra secundaria en 1977, rechazando ser desautorizado por la miope dirigencia de la Universidad del momento. Pero la manipulación detectada por Del Noce siguió su curso, y la falta de pudor continuó siendo alentada no sólo en el mundo del espectáculo sino también entre la gente común, desde los agitadores sociales desbocados hasta los que piden con insolencia por la calle (entiéndase: esto no es crítica insensible hacia los verdaderos necesitados en estado de abandono). ­

Sin embargo -milagros del lenguaje- aun muerto el pudor, la palabra impudicia guarda toda su fuerza sancionatoria. De esto se trata en nuestra actualidad.­

Porque es impúdico el arresto domiciliario que se otorga al cómplice del ex -vicepresidente estafador, aludiendo que tiene alto riesgo de contagio por coronavirus (y sin embargo se lo envía a cuidar a su madre nonagenaria) en la misma cárcel y pseudohospital adonde se quiso volver a mandar a militares injustamente presos de casi la misma edad.­

Porque es impúdico el modo en que se sigue festejando el éxito del control de la pandemia de covid-19 cuando los casos se multiplican en medio de una también impúdica pelea entre Capital y Provincia por sacarse la responsabilidad de haber hecho las cosas mal de entrada frente a una enfermedad que les ganó de mano. Hay que volver a leer lo organizado por médicos serios en el Uruguay para la detección, el seguimiento y el control de los primeros casos para entender que es lo que sugerimos desde el comienzo, sin por eso pretender ser expertos en lo que nadie lo es. 

Ni hacer de la propia impericia un modus vivendi. Porque es impúdico el avance que se pretende sobre una ya gravemente herida Justicia para lograr que se escapen la principal ladrona y sus cómplices notorios, planeado como degradación final del básico pilar que debería sostener a una verdadera república. Ni más ni menos que fomentando con vulgaridad que sean los más afilados zorros quienes cuiden a las indefensas gallinas.

Aun así, no caigamos en la ingenuidad de creer que esto es una exclusiva marca nacional. Baste como muestra el reciente y absurdo encarcelamiento del expresidente Uribe, el mismo que había liberado a Colombia de las FARC, para entender que lo que sucede allá como aquí es un plan residual pero más efectivo de lo puesto en marcha desde el final de los sesenta por conquistar a Hispanoamérica para la Revolución.­

Pena que hipocresía se escriba con hache. Si no, con la incapacidad y la impudicia, ya tendríamos constituídas las tres i.