"Estados Unidos no puede ser aislacionista o proteccionista"

Donald Trump deberá reposicionar a la Unión en el escenario del poder mundial, destaca Jorge Castro. La prioridad para Washington es definir su relación con China.

Consumado el triunfo electoral de Donald Trump, próximo presidente de los Estados Unidos, las líneas de análisis divergen en su sentido. Los analistas políticos se empecinan en buscar las razones por las cuales aquello que reflejaban las estadísticas, la victoria de Hillary Clinton, finalmente no tuvo lugar. Y al rascar en la capa social, asoma desde lo profundo el descontento de una clase trabajadora a la que el desempleo pertinaz la ha puesto definitivamente de mal humor.

Los economistas, en cambio, se abocan a vislumbrar el futuro, a marcar el trazo grueso de una política económica que adivinan podría virar hacia un mayor proteccionismo, poniendo a media asta la bandera del libre comercio, tan cara al espíritu norteamericano. Las promesas de Trump en sus horas de candidato invitan a ser cautos: ante el aplauso de sus seguidores dijo que desmembraría el Nafta, revisaría contratos bilaterales y, sobre todo, pondría bajo la lupa la relación comercial con China.

Quizás una de las mayores virtudes de Jorge Castro como analista es, precisamente, que reúne tanto las herramientas de la política como las de la economía, y con ambas construye panoramas que permiten entender mejor la realidad de ciertos fenómenos. Y la victoria de Donald Trump, como su hoja de ruta, son en verdad fenómenos a tener en cuenta.

VOTO FURIA

-¿Cuál es la lectura que hace del triunfo de Donald Trump?

-El asunto es que lo que ocurrió en la campaña y ya en las elecciones presidenciales es que Trump logró canalizar el rechazo de la clase media baja, los sectores sociales con un nivel educativo formal medio o bajo, muchos de ellos sin el secundario. Esto sumado al vuelco extraordinariamente activo de los trabajadores industriales del norte a favor de su candidatura. Estos últimos han sido el factor decisivo en términos político electorales. Trump logró imponerse en un grupo de grandes Estados como Pennsylvania, Ohio, Michigan y Wisconsin, que son los grandes estados industriales. El epicentro de todo esto fue claramente Ohio.

-¿Se trató de un voto de desencanto por parte del país profundo?

-Por supuesto, esta es la manifestación clara del descontento de las clases trabajadoras, los sectores más bajos, que vienen mal desde los últimos 15 años y no logran levantar cabeza. Los industriales son los grandes perdedores del proceso de globalización que experimentó la economía global desde la década del "90 en adelante. Este proceso tiene un carácter nítidamente contradictorio, ya que pese al poder tecnológico de los Estados Unidos, se beneficiaron mucho más los mercados emergentes, principalmente China. Ellos fueron los que recibieron el beneficio de crear empleo, muchas veces a partir de la radicación de empresas estadounidenses en sus territorios.

EL DRAGON

-¿Cómo cree que se planteará la relación con China a partir de ahora?

-El gran problema que tuvo Estados Unidos, al menos uno de ellos, en materia económica y de empleo ocurrió cuando China fue admitida en la Organización Mundial de Comercio. Así se transformó en la segunda economía del mundo y no hizo más que duplicar cada cuatro años sus exportaciones en términos de valor. Al mismo tiempo logró infligirle a los Estados Unidos un déficit comercial creciente que asciende a los 41.000 millones de dólares para este año. Además, logró provocarle prácticamente la total desaparición de la industria trabajo-intensiva que estaba radicada en suelo americano.

-¿Cuál fue el impacto de esto en términos de empleo?

-Esto implicó la pérdida de 2,6 millones de puestos de trabajo en los Estados Unidos. Eso es lo que siente la gente, el trabajador industrial. El fenómeno se concentró en estos cuatro Estados industriales del norte norteamericano. A esta situación de descontento de la clase trabajadora hay que sumarle el hecho de que Donald Trump logró imponerse en el Estado de Florida, uno de los cuatro grandes. En realidad es el tercero en orden de importancia luego de California y Texas. El cuarto, por su peso electoral, es Nueva York.

-Se temía por el resultado en los Estados denominados oscilantes, pero el ganador arrolló.

-Florida tiene como característica en el terreno electoral que es el único estrictamente cambiante. Los votantes modifican su posición de acuerdo a las circunstancias de cada elección presidencial. Los otros tres grandes Estados, en cambio, tienen más arraigado el voto hacia algún partido. Por ejemplo, California es demócrata, Texas es republicana y Nueva York, también demócrata. No ocurre eso con Florida.

LO QUE VIENE

-¿Qué espera de Donald Trump como presidente?

-El triunfo de Trump implica una modificación de la postura del Gobierno de los Estados Unidos en los planos del poder mundial. Ante todo en materia de comercio e inversiones. Pero lo más relevante será lo que ocurra con la relación entre Washington y Beijing.

-El Congreso estará dominado por los republicanos. ¿Hay algún poder real que haga de contrapeso a las decisiones del jefe de Estado?

-El concepto de tener vía libre no es aplicable al sistema político norteamericano. Existen por supuesto factores de poder, pero allí no existe la división de poderes. No hay tres poderes que luchan por una decisión, sino que todos son parte del Gobierno.

-¿Cumplirá las promesas de disolver el Nafta o revisar los acuerdos con China, entre otros pactos comerciales?

-No hay contratos firmados con China. Pero aquí lo relevante es que se trata del mayor vínculo comercial del mundo. Esto es realmente lo prioritario para los Estados Unidos y también para el resto del mundo. El Nafta no es prioritario para la economía global, como tampoco lo es la relación que pueda tener Estados Unidos con México.

-¿Está en riesgo el libre comercio?

-Nada de eso, acá lo que está en juego es el reposicionamiento de Estados Unidos en el escenario del poder mundial. Se trata de un país que no puede ser aislacionista ni proteccionista. Es el centro del poder global y no puede aislarse de sí mismo.

-¿Cómo vislumbra que será la relación diplomática y comercial con la Argentina?

-La Argentina no tiene nada que ver en todo esto. El reposicionamiento de Estados Unidos en el mapa mundial obliga a todos los países, incluida la Argentina, a redefinir su estrategia.

-¿Se apuró el Gobierno argentino en manifestar su apoyo a Hillary Clinton?

-No hay tal cosa. No deberíamos preocuparnos por eso. Lo central pasa por otro lado y tiene que ver con las definiciones que Trump tome a la hora de gobernar.