­El malagueño Félix Gancedo es uno de los pocos españoles que puede presumir de ser amigo del Rey. Su amistad se fraguó en el mar, cuando ambos peleaban por ganar regatas de vela.

Este regatista, dos veces campeón del mundo absoluto de la clase snipe, asegura que siempre ha sido muy respetuoso con sus decisiones de jefe de Estado. «En el barco se pasan muchas horas de soledad e intimidad», cuenta el malagueño, que reconoce que España no es fácil. «Pienso que es un hombre que está cansado de sufrir una serie de situaciones y de ser cuestionado continuamente», indica, al tiempo que critica las mezclas de churras y merinas de muchos por hacerle daño. «Personalmente me alegro por él, le corresponde vivir en paz. A ver si el pueblo español le permite vivir tranquilo, se merece un descanso y que se diluyan las críticas».

Para Gancedo, la figura de don Felipe va a ser fundamental. «Creo que podría tener el poder en cualquier país del mundo por la enorme preparación que tiene, me alegro, aunque habrá que ver si se siente alegre él», señala el deportista.

La amistad entre Gancedo y don Juan Carlos de Borbón data de 1965. 49 años después cuando se ven es como si el tiempo no hubiera pasado entre una reunión y otra, aunque pasen años. Entonces navegaron en la regata de Fasnet, cuando se enfrentaban a las olas y al sol. «Recuerdo que en el Trofeo Princesa Sofía fue muy bonito enfrentarnos a otros 600 barcos. El Rey a la caña, Gonzalo de Arión de táctico y llevando la voz. Fue una gran satisfacción ganarlo», recuerda con cierta nostalgia. Y es que el entonces príncipe Don Juan Carlos empezó navegando en la clase Dragón, en la que consiguió la victoria junto al duque de Arión y Félix Gancedo en los años 1973, 1974 y 1975 a bordo del «Fortuna». Sobre su implicación y trabajo a bordo es contundente: «Era magnífico, ama mucho la mar. Eso lo heredó de su padre, don Juan».

Así, recuerda que en 1992, aprovechando su visita a Málaga, hizo una no oficial al Real Club Mediterráneo, algo a lo que él mismo le había conminado. «Pero tenía muchas obligaciones y en 1975 tuvo que asumir dejar sus regatas, aunque ha tenido sus regatillas», recuerda el campeón del mundo. «Nos queremos mucho, aunque no nos vemos tanto. Es un hombre muy entrañable, no sé si lo sabe la mayoría de los españoles, pero difícilmente vamos a tener en España un embajador mejor que él. Lo llevaría a los sitios donde queremos una buena representación», afirma el deportista.

Sobre la decisión, el amigo malagueño del Rey es claro: «Creo que ha hecho bien y ojalá que salga bien para el país. Ha sido un buen Rey, pero nadie es perfecto. El Príncipe está muy bien formado».