La Iglesia católica admitirá como sacerdotes a aquellos clérigos anglicanos que lo demanden pero antes habrá que pasar un filtro. El Vaticano anunció ayer que se analizará "caso por caso" cada una de las admisiones y que ni los divorciados ni los católicos que se habían pasado a la comunidad anglicana podrán aspirar a entrar a formar parte de la Iglesia católica. Una serie de normas que se recogen en la Constitución Apostólica aprobada por la Santa Sede para acoger a los fieles tradicionalistas anglicanos contrarios a las medidas demasiado aperturistas de su confesión como la ordenación de mujeres y de homosexuales como obispos.

La Constitución Apostólica lleva como fecha de promulgación el 4 de noviembre y, según la Santa Sede, el documento "abre un nuevo camino" en la promoción de la unidad de los cristianos y se coloca en "total armonía con el compromiso ecuménico".

El portavoz vaticano, Federico Lombardi, precisó durante la jornada de ayer que no se trata de una iniciativa "cuyo origen sea la Santa Sede, sino de una respuesta generosa" de Benedicto XVI "a la legítima aspiración de esos grupos anglicanos".

La Constitución Apostólica prevé la creación de Ordinariatos Personales (como los Ordinariatos Militares) que permitirán a esos grupos entrar en la plena comunión con la Iglesia de Roma, conservando al mismo tiempo elementos del patrimonio espiritual y litúrgico anglicano. "La posibilidad prevista en dicha Constitución de la presencia de clérigos casados en los Ordinariatos Personales no significa en modo alguno un cambio en la disciplina de la Iglesia en lo referente al celibato sacerdotal", precisó el Vaticano. El celibato, para la Santa Sede, sigue siendo "señal y estímulo de la caridad pastoral".

El Vaticano añadió que por "regla general", los Ordinariatos sólo admitirán al sacerdocio a hombres célibes, aunque teniendo en cuenta la tradición anglicana podrán pedir al Papa la admisión como curas católicos a clérigos anglicanos casados, tras analizar los casos "uno a uno y después de un proceso de discernimiento y la aprobación de la Santa Sede".

"Aquellos que fueron ordenados en la Iglesia católica y se pasaron a la Comunión Anglicana no pueden ser admitidos al ejercicio del ministerio sagrado. Los clérigos anglicanos que se encuentren en situación matrimonial irregular no podrán ser admitidos a las órdenes sagradas en el Ordinariato", precisa por otra parte el documento del Vaticano.

Con esa precisión sobre los curas católicos, el Vaticano cierra las puertas a aquellos que puedan pensar en pasarse del catolicismo al anglicanismo y después volver para burlar el celibato.

Los seminaristas de rito anglicano pasados al catolicismo se formarán junto con los seminaristas diocesanos y en plena armonía con la tradición católica. La Constitución contempla que el jefe del Ordinariato pueda ser un sacerdote o un obispo casado. En este caso, el prelado sería ordenado presbítero católico, pero no obispo. Y es que por "razones históricas y ecuménicas", según la Santa Sede, la Iglesia Católica no permiten la ordenación de hombres casados como obispos.