Miércoles, mayo 8, 2024

Agua de las verdes matas (I)

Destacamos

A sugerencia de un buen amigo trataré en esta ocasión del tema del “pulquito”, cuyo consumo experimentó un gran auge en la primera mitad del siglo XX y un declive al final de esta centuria, que vuelve a repuntar en estos últimos años como curiosidad o antigualla que algunos jóvenes “colonizados” de ahora llaman “retro” o vintage, pa´sentirse gringos, aunque algunos estadunidenses racistas llamen a los mexicanos, ofensivamente, beaners, “comedores de frijoles” o greasers, simplemente grasosos por la vaselina que se usaba para el peinado en los años cincuenta y sesenta. El pulque, también ha sido el blanco de las críticas de la “gente decente” que lo considera una bebida del populacho, de los nacos, de acuerdo con la discriminación étnica, cultural y clasista que sigue prevaleciendo en México y que hipócritamente niegan los mismos que practican la exclusión.

El pulque u octli[1] es una bebida prehispánica muy antigua. Las evidencias arqueológicas nos indican que desde el periodo Preclásico Medio (1,200 a 400 años antes de nuestra era) se elaboraba y probablemente se consumía en contextos rituales como señalan las fuentes históricas más tardías como los códices y crónicas coloniales. Estas mismas fuentes nos hablan de la estricta regulación que existía para su ingesta, tanto en los aspectos ceremoniales como en los lúdicos. Sólo las personas viejas, aquellas que contaban con 52 años y más, podían beberlo con moderación. Estas prohibiciones nos permiten suponer que existía un abuso y un reiterado incumplimiento de las medidas ordenadas, porque seguramente algunos “empinaban el codo”, al margen de los aspectos ceremoniales, y se empujaban algunas xomas [2] entre pecho y espalda hasta ponerse en “estado burro”.

El mural de “Los Bebedores” (200 años d.n.e.), que se encuentra en una de las subestructuras de la gran pirámide de Cholula muestra escenas rituales del consumo del pulque. En el mural, de una extensión mayor a 50 metros, sobre fondo rojo, se destacan más de 100 personajes y “personajas” chupando alegremente; algunos en las posturas típicas de la embriaguez, despatarrados, inclusive existe la imagen de un sujeto que ha defecado y otro que se entretiene agarrándose el “pizarrín” en una faena de self service, otro más vomitando y hasta hay un guaguá que retoza alegremente entre las personas, algunas de las cuales portan máscaras. Los aparentemente despreocupados libadores alternan con personajes, de pie, que escancian grandes tinajas conteniendo el licor y vasos para beber, los cuales son idénticos a los recuperados en las excavaciones arqueológicas de la propia zona. Este gran mural se interpreta como una ceremonia en la que ocurre una comunicación entre lo sagrado y lo humano[3].

En una hermosa vasija maya policroma del periodo Clásico, procedente de Tikal, se muestra la escena de una borrachera que, por las posturas de los “briagos” que aparecen ahí, no parece que obedezca a algún ritual; en una parte de la pintura, está representada una olla que ostenta el glifo chi(h), el cual corresponde al nombre de cierta variedad de agave y también corresponde a la bebida fermentada que se obtiene de esa planta, o sea pulque maya. ¡faltaba más!

Hay muchos códices donde existen escenas relacionadas con las libaciones del neutle y con la multitud de dioses del pulque y de la embriaguez, lo que refuerza la sospecha de que algunos prójimos “chupaban recio” y por lo tanto había que controlar el exceso en el consumo “recreativo” de la bebida. El Juego de Pelota Sur de la zona arqueológica de El Tajín posee seis tableros —trabajados en relieve— con escenas de las ceremonias que tenían lugar en la cancha y se pueden observar en los tableros centrales representaciones que se describen como alegorías de la ceremonia del pulque en donde hay magueyes y en uno de ellos, una figura humana, tal vez de un sacerdote, se perfora el pene con un punzón sacrificial y la emisión de sangre o de semen cae sobre otro personaje que porta un tocado de pez.

Entre los documentos pictográficos en los que se ven escenas del pulque y los “chupadores” está el Códice Mendoza en cuya lámina lxxii se ve a dos señoras viejas conversando, una de ellas hincada bebiendo una jícara de pulque y la otra, esta de pie frente una gran tinaja que al parecer contiene “el cara blanca”, la lámina posee un texto en español del cual un fragmento dice “vieja mujer del viejo desuso figurado que por el consiguiente tenía privilegio e libertad de se embeodar como su marido…”. A los viejos que sufrían de “enfriamiento corporal” no se les prohibía el consumo del pulque por ser bebida “caliente”, no como el aguamiel que es “fría”. En el mismo códice hay una representación del borracho y la borracha (lam. lxxi) que están “inflando” quitados de la pena y en el texto explicativo se lee “… y seguían [a] las borracheras y ladronicios, [y] otros malos vicios”.

El códice Laud trata sobre los dioses del vasto panteón nahua; en su lámina xvi hay una representación de Mayahuel, la que embriaga (mayahui, derribar a otro en el suelo. Molina), desnuda, con grandes pechos, detrás de ella un enorme maguey pulquero con los instrumentos de obtención del aguamiel y una vasija con espuma entre otros elementos relacionados con el octli, algunas de sus advocaciones son la de Xochiquétzal, “diosa del amor hermoso”, Tlazolteotl, “la comedora de inmundicias”, Toci “nuestra abuela”, etc. En el Códice Xólotl, el Vindovonensis y en algunos otros documentos de cronistas religiosos del siglo xvi, como Sahagún, se tratan asuntos relacionados con el proceso de elaboración del pulque, las prohibiciones al respecto, los dioses asociados y otros datos más sobre esta bebida que, en el periodo colonial, dejó de ser ritual y su consumo se difundió entre la población.

No puedo dejar de mencionar la referencia al maguey que se encuentra representado en algunas de las láminas del códice Sierra-Texupan, ya que este documento de 62 folios forma parte de las colecciones especiales de la Biblioteca Histórica “José María Lafragua” de la buap, la cual tuve el privilegio de dirigir por 16 años. En este documento, se encuentra el topónimo popoloca de la ciudad de Tenochtitlan, desde la primera lámina fechada en el año de 1555, que es la representación de un maguey sobre un rectángulo en el que se inscribe una greca estilo Mitla.

En la ciudad de Mexihco-Tenochtitlan existía el barrio de Tlamatzinco, en el actual Azcapotzalco en el cual se elaboraba el octli o pulque y ahí existía un templo dedicado a Tlamatzincatl, una de las deidades de este brebaje. Pero en el propio recinto sagrado de la ciudad prehispánica que presidía el Templo Mayor, en la parte sureste, en el conjunto del dios Tezcatlipoca, se encontraba un templo principal mencionado también como Tlamatzinco el cual estaba dedicado la culto de Tlamatzincatl “el dios que siempre es joven” y que era una de las tantas advocaciones de Tezcatlipoca, quien según un mito de Tula, disfrazado de anciano, le ofreció un recipiente con octli al rey-sacerdote Quetzalcóatl con el propósito de embriagarlo y hacerlo trasgredir las normas, este cometió hartos desfiguros en “puntos pedos”, como se dice vulgarmente. En otra versión se cuenta que Toltécatl e Ihuimécatl ofrecieron pulque a Quetzalcóatl y como estaba en ayuno, “se le subió” el trago y hasta cometió incesto con su hermana.

La leyenda del pulque nos cuenta que una joven llamada Xóchitl paseaba por el campo y se fijó que los conejos, tlacuaches y tejones habían hecho agujeros en los magueyes y salían muy alegres, se acercó a una de las plantas y se dio cuenta que del agujero manaba una sustancia dulce, la probó y le encantó. Impresionada fue por una olla de barro para que Papantzin, su papá, probara de ese líquido con lo cual quedó seducido por el hallazgo de la beberecua. Después de algunos días la bebida se fue transformando en otra, de aroma y densidad diferentes, pero más sabrosa y estimulante: se había descubierto el teoctli —la bebida sagrada de los dioses— como dice su propia etimología.

Aquí, conviene hacer algunas aclaraciones pertinentes. El nombre de pulque significa descompuesto, podrido y aunque se trata de una palabra del idioma nahua, ésta fue adoptada en el periodo colonial, cuando el consumo de esta bebida se difundió entre las clases populares y ya no guardaba una relación aparente con los rituales indígenas anteriores ni existían prohibiciones estrictas respecto a su consumo en exceso. La palabra maguey proviene de la lengua caribe y fue traída de Cuba por los conquistadores españoles; el nombre que se le daba a la planta en la lengua náhua era metl. Esta planta, denominada por Joseph de Acosta en el siglo xvi como “árbol de las maravillas”, fue de enorme importancia en Mesoamérica, en la Nueva España y en el México independiente, ya que se aprovechaba en su totalidad, desde las pencas que servían como materiales constructivos, las espinas como agujas, el aguamiel para elaborar el pulque, los gusanos comestibles que crecen en su interior y la fibra de la planta que es el ixtle con la cual se elaboraban mecates, bolsas y diversos objetos de uso cotidiano, etc.

Como se puede ver la información acerca de la antigüedad mesoamericana, ya sea prehispánica o colonial, se encuentra repleta de referencias al maguey en diversas variedades, al octli o teoctli, a los innumerables dioses de la embriaguez “los cuatrocientos conejos” o cenzontotochtin que representan las formas y conductas que adopta el borracho: “el cariñoso”, “el valiente”, “el idiota”, “el triste o llorón”, “el dormilón”, “el languarico”, “el desvergonzado”, “el pesado y encajoso”, que le puedo decir a usted que no conozca. Los dioses más “picudos” relacionados con el “pulmón” y la borrachera son Mayahuel o Meyahuel, Ometochtli, Tlamatzincatl, Pahtécatl, y en el lugar mítico de Tamoanchan, equivalente al paraíso cristiano, los dioses agarraron tal papalina que uno de ellos, Cuextecatl, se quitó su maxtlatl (taparrabos) y sin recato alguno mostró sus vergüenzas lo que le valió ser expulsado y agarrando sus “chivas” seguido por su pueblo, los huaxtecos, abandonó aquel lugar. Desde entonces esta gente tuvo fama de borracha y desvergonzada.

En la próxima entrega hablaré del pulque, las pulquerías y su ambiente, la extracción del aguamiel, los tinacales, las haciendas productoras, la competencia con otras bebidas, la literatura alusiva al maguey, etc. Mientras tanto y con los calores encima algunos de ustedes pueden acudir a refrescarse y a disfrutar el mexicanísimo neutle, pero aquellos que arriscan la nariz y le hacen el fuchi pues “chupen” lo que les venga en gana, pero les recuerdo que:

Agua de las verdes matas,

tu me tumbas, tu me matas,

tu me haces andar a gatas

con la cola entre las patas.

[1] Octli, de acuerdo con el vocabulario de fray Alonso de Molina, significa vino. Octli nictoyaua, es escanciar o echar vino

[2] Xoma, parte de la penca del maguey, cóncava, que se usa como recipiente para beber pulque.

[3] Rodríguez Cabrera, Dionisio. “El Mural de los Bebedores de Cholula, Puebla. 32-37 págs. En Arqueología Mexicana. Ed. Raíces, bimestral, No. 59, enero-febrero 2003.

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