Sunday 2 Jun 2024 | Actualizado a 06:47 AM

Más menonitas y Más tierras deshonor al estado

/ 24 de diciembre de 2023 / 06:31

Una crónica de la disputa por la propiedad rural en Bolivia.

DIBUJO LIBRE

Una diputada me susurró, a mediados de 2021, que “8.000 menonitas recibirán sus certificados de nacimiento. Vocales del Tribunal Supremo Electoral les favorecieron con una resolución”. Tomábamos café al frente de la Caja Nacional del centro paceño. Desconozco denuncia alguna a la fecha.

“Eso es poco”, dijo apaciguándome. Le describía cómo para los funcionarios públicos ya era casi irrelevante que un latifundista vendiera 2 mil hectáreas de tierra fiscal excedente a un particular. En mayo 2021, el comprador viajó a La Paz, reclamó con gritos para recibir sus notificaciones: se consideraba dueño pleno para regularizar “sus tierras” como algo normal.

Comprar o vender tierras fiscales aún es común. Lo hace el que puede en la gran Chiquitanía cruceña. Los avispados lucran cuando las grandes superficies de predios cursan insertos y prolongados procesos judiciales tanto en los tribunales de garantías constitucionales, en las salas del Agroambiental y en el Tribunal Constitucional. ¿Dudas? Anímese a recorrer, en incógnito, unos días por la región.

En Pailón adquirió fama un grupo entorno al apellido, León. El 31 de julio de 2021 visité a una comunidad sobrepuesta en las tierras del exBolibras I y II. Me refiero al escandaloso y frustrado favorecimiento de casi 100 mil hectáreas de dotación. Los deceptorios socios del exdiputado y exministro Hedím Céspedes habían solicitado la donación a un juez móvil en agosto de 1991. Para mi llegada cada miembro de la nueva comunidad había aportado a 500 dólares. Debían entregármelo de gentileza, en ese entonces era director de tierras. Mi discurso contundente había avergonzado al reverente dirigente. “Año tras año, aquí el que llegó siempre se llevó dinero y jamás nos titulan estas tierras”, rememoraron en la reunión. Sin sospechar que conocía, mencionaron al exsenador y poderoso exdirigente campesino Ávalos como uno de los tantos favorecidos con el lucro.

Pues bien, vaya a esos lugares, a ver si me adjetivas que soy un resentido, un loco, o “cobarde” como fariseó la directora jurídica del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA). ¿Si regresas con tu propio listado de faltreros exfuncionarios, exautoridades y exdirigentes involucrados en diferente escala de tráfico y corrupción? “Maminga”, por culpa de éstos y otros hechos está ocurriendo las muertes por tierras en Santa Cruz, concluirás.

El viceministro, Jhonny Aguilera, brega contra la marea con los operativos policiales impidiendo la creciente invasión de tierras y enfrentamientos. Pero, el imperceptible viceministro de tierras, el exfiscal general Ramiro Guerrero, duerme y duerme sin develar ni fiscalizar la ilegalidad desproporcionada que ocurrió. “Yo les haré corretear a los del INRA. Ese caos acabará”, decía al estilo de un fiscal furibundo hasta catapultarse en el cargo el 27 de agosto 2021, se propagandeó siendo director jurídico.

Es más, Guerrero ocultó, entre otros, un dato al ministro Remmy Gonzales y al presidente Arce. El 29 de septiembre de 2021 nombró de su presentante legal nada menos al abogado que favoreció a la empresa del entonces ministro Branco Marinkovic con el informe legal 120/2020. El documento dio lugar a la titulación del predio Tierras Bajas del Norte con 21,8 mil hectáreas el 15 de septiembre 2020. Ese abogado sirvió al exviceministro de tierras, Moisés Terrazas, designado por Jeanine Áñez. Terrazas como ningún antecesor aceleró la firma de resoluciones supremas y administrativas; viabilizó la pronta titulación de propiedades ganaderas del Beni de los cuales era abogado patrocinante en Trinidad. El propietario del predio Cascajo, Beni, posee pruebas de sus fechorías. ¿Acaso el exfiscal general pellizcó al exviceministro “pitita”?

A las serpientes no es difícil de encontrarlos cuando le damos vuelta a las rocas. Vuelvo a la región de Pailón y con los menonitas.

Está en mis manos trámites agrarios de tres colonias menonitas, juntas acaparan cerca de 81 mil hectáreas (has). La Colonia Canadiense II con 23,6 mil has, la Colonia El Tinto con 25,2 mil has. Y la Comunidad Schonthal con 31,3 mil has. Los tres pertenecen a la provincia Chiquitos. Continúo con Schonthal.

La firma de directores nacionales y departamentales, de responsables de centros de operación, de profesionales jurídicos y técnicos, de jefes de región llanos, de supervisores jurídicos y otros están regados en millares de páginas y de expedientes con cuestionados trámites con ilegalidades, pero blanqueados. El blanqueo reluce revisando páginas y encoleriza a los lectores y oyentes. ¡Es así, por ejemplo!

En julio 2014, Máximo Montaño Lara, en un pomposo membretado con 15 escudos provinciales de Santa Cruz encolumnados en izquierda, firmó una Certificación de Cumplimiento de la Función Económica Social de dos páginas en favor de 7 colonias menonitas. Encontré el documento en el tomo 16 del trámite de Schonthal. Montaño con su única firma y sello, al mejor estilo omnipotente director departamental de un agigantado Consejo Departamental de Control Social testimonió que los menonitas: “Reconocían como a su presidente al hermano Juan Evo Morales Ayma”. Sobre todo: “Las colonias en su mayoría bolivianos de nacimiento cumplen a cabalidad con los objetivos para el cual fueron admitidos en Bolivia”. Coloreó con elogios como un impecable gatallón.

También puede leer: ‘No hay alternativa’ o la segunda vez como farsa

En cambio, en julio de 2010, Cliver Rocha, director de la Autoridad de Bosques y Tierra había anunciado desalojar a las colonias Yanaiguá (Santa cruz) y Rio Negro (Beni) por quemar y talar bosques y por ocupar tierras ilegalmente. Los araneros como Montaño se impusieron año tras año congraciándose con los menonos, ¿éste por la apropiación de cuántos miles de hectáreas estaba dando luz verde?

Seguido a Montaño, en agosto de 2014, el agrimensor del INRA Limpias Barboza con genialidad mosaiqueó 8 antiguos planos forzando como si fuesen fortuitamente continuos hasta llenar una superficie de 31 392 hectáreas. Su varita mágica se sustanció en un solo título agrario beneficiando a los menonitas de Schonthal. Los allanabarrancos exfuncionarios y los gatallones se complementaron para favorecer aquí y allá.

A más de 600 hectáreas se dividieron los 46 menonitas de la denominada Comunidad Campesina de menonitas extranjeros. En un testimonio notarial está el listado de beneficiarios que firmaron el 19 de julio de 2016. Vaya, nos timaron haciéndonos creer por comunidad campesina para dotarles más de 31 mil hectáreas.

Bendito fue el 7 de julio de 2020. Ese día, el director nacional del INRA emitió la resolución que finaliza el saneamiento. La presidenta Áñez les firmó el título agrario el 28 de agosto demorando apenas 38 días hábiles, récord. Los acuciantes funcionarios del INRA habían registrado al flamante título en Derechos Reales y no tardaron en entregárselos a los menonitas. La inmediatez de fechas de registro y entrega lo supe por reporte telefónico ante una remota posibilidad de impedir la entrega del título. A diario recibía reclamos con tono piadoso para agilizar trámites que demoran años. En ventanillas del INRA, a los dirigentes campesinos les responden: “Está para firma del título. Está en palacio. No podemos obligar al presidente que firme pronto. ¡Esperen!”. Millares de comunidades desafortunados, esperarán y esperarán.

(*)Wilbert Villca López es sociólogo

Temas Relacionados

De la crisis al caos

El país pasa por un momento complicado, que puede empeorar si los actores políticos contribuyen al desorden.

Evo Morales y el presidente Luis Arce.

Por José de la Fuente Jería

/ 2 de junio de 2024 / 06:35

Dibujo Libre

Estamos al medio de una severa crisis política que amenaza la gobernabilidad del país y que reúne una multiplicidad de factores, principalmente políticos y sociales. Para empezar, la crisis interna del MAS y la fragmentación de la oposición, la inmediata parálisis política de la Asamblea Legislativa Plurinacional y el inaudito retraso de las elecciones judiciales, las enormes dificultades provocadas por falta de dólares y su correlato en los precios de productos que dependen de la importación como medicinas, insumos productivos, repuestos de automotores y que están llegando a la canasta familiar, etc. Y, como si lo anterior no fuera suficiente, están previstos bloqueos de carreteras por parte de gremialistas, transporte pesado y hasta por vecinos a raíz de caminos locales o el costo de los pasajes urbanos, con lo que se termina de exacerbar la difícil situación.

Este coctel de conflictos multiplica las expectativas especulativas, dependiendo del peso específico del actor o sector y del costo de oportunidad. Las principales expectativas son las políticas, alentadas por el foco mediático, un calendario electoral adelantado y una generalizada mediocridad; las del dólar paralelo en las calles pendiente de las malas noticias; las del contrabando de combustible camino a las fronteras junto a los inducidos correteos a los surtidores o las del narcotráfico violento en alza en varios lugares, en una combinación que nos lleva al riesgo de pasar de la crisis al caos. Analizar esta confluencia de factores que amenaza la gobernabilidad a menos de año y medio de las elecciones generales, es fundamental porque el principal supuesto de la democracia es que las diferencias políticas se resuelven en las urnas y que el país no gana con un desbarajuste mayor; todos, como conjunto, perdemos. Analicemos lo político y lo social como elementos centrales de esta coyuntura crítica y reflexionemos sobre lo que a cada uno le toca hacer para impedir mayores perjuicios al país.

El principal factor de la crisis es político y con unos sujetos a los que en democracia se entrega la responsabilidad de enfrentar los problemas y asumir los desafíos comunes pero que, lamentablemente, a falta de ideas y planteamientos solo encuentran sentido en el enfrentamiento, los insultos y las tergiversaciones. La crisis está latente, aunque, por el momento, a cargo de alfiles de tercer nivel en el lado evista, porque el clima se aflojó dado el rechazo y modificación de Evo Morales de las principales decisiones de su último ampliado partidario: Una, la de no aprobar en el Legislativo los créditos de financiamiento externo dirigidos a importantes obras de infraestructura y que, al mismo tiempo, son flujos de divisas y oportunidades de generación de empleo. Dos, el rechazo a la expulsión partidaria de los primeros mandatarios para no cerrar la puerta a algún acuerdo, aunque sea al pie del estribo. Y tres, como corolario de la mano extendida, la renacida convicción de Morales de la necesidad de un Congreso partidario de unidad que resuelva la crisis partidaria. Enorme acierto de Evo, en temas que no son de coyuntura y menos partidarios como los créditos que tienen dimensión estatal. Ningún país del mundo se desarrolla sin créditos y menos sin los de origen multilateral o, más aún, nadie puede pretender gobernar luego de que el año anterior les echaste la puerta en la cara. Obviamente, Evo, fiel a su estilo, casi de inmediato y a pesar del acierto de sus decisiones partidarias, publicitó la demanda al Tribunal Supremo Electoral por una indemnización de casi 2 millones, cuando sabemos que en el sector público no hay doble sueldo.

A este mejor clima, al medio de una vertiginosa serie de acontecimientos y malos presagios, surgió, cómo buena noticia, el rechazo del Tribunal Constitucional Plurinacional de la tutela otorgada por una sala constitucional de Pando y que paralizó por más de mes y medio las elecciones judiciales. Por supuesto, ninguna oposición y ni el mismo gobierno reconocen que esta actuación jurisdiccional es el sentido institucional y legal de la auto prórroga de las autoridades judiciales, porque resolvieron el impasse al estar vigentes. Sin autoprórroga, la tutela otorgada en Cobija habría permanecido hasta el año 2027 y nos echaba al caos porque habríamos tenido que esperar el nuevo periodo constitucional para aprobar otra ley de convocatoria y recién elegir nuevas autoridades. Felizmente, no llegamos a ese extremo que con tanta dedicación busca la articulación opositora, porque nos introduce al desbarajuste de un tribunal departamental que sentencia sin que haya tribunal superior que confirme o corrija, quedando la decisión en la incertidumbre por más de dos años y con unos plazos procesales suspendidos de facto. ¿Este era el plan? Si, para el evismo, el descabezamiento judicial implica que no haya tribunal que resuelva judicialmente la cuestión de la sigla y la candidatura y, para el resto de la oposición, el potencial caos institucional podría permitirles abonar su consigna del modelo agotado y, por defecto, sostener que les toca probar suerte.

También puede leer: El embrollo opositor

En la vereda social y ciudadana de las expectativas especulativas están las de muchos sectores que, con legítima razón o preocupación y en otros aprovechando la debilidad gubernamental, se movilizan para defenderse de medidas gubernamentales o las crecientes dificultades de acceso a los dólares que necesitan en sus actividades cotidianas y que es una preocupación generalizada que se comparte. Empecemos por las preocupaciones y movilizaciones inducidas y claramente especulativas; un ejemplo: El decreto supremo que reglamentó -como corresponde al Órgano Ejecutivo- la Ley de derechos reales y que perseguía modernizar un conjunto descoordinado de cuando menos 30 sistemas informáticos y que funcionan, precisamente, como resquicios para la corrupción en el crítico sistema de registro de la propiedad privada, especialmente inmobiliaria. Toda la oposición se convirtió en adalid de la propiedad privada y se dispuso a movilizar el país ante esa amenaza a la sacrosanta propiedad privada, base de la civilización. Sin duda, para la campaña en contra ayudó el recuerdo de la ilegal intervención de la AGETIC como terminal informática en las elecciones generales del 2019. Si, evidentemente, pero al final perdimos todos porque esa modernización es impostergable y la interoperabilidad de las plataformas informáticas públicas transparentan al estado y mejora la confianza ciudadana en las instituciones públicas, base imprescindible de una mejor salud democrática.

En cuanto a las razonables y legítimas expectativas respecto del precio del dólar o la enorme susceptibilidad por la falta de combustible, hay que reconocerlas reales y que nuestra insuficiente industrialización y falta de apoyo al sector productivo privado -aclarando, por ejemplo, que la economía campesina es de este sector- nos tiene presos de una economía crecientemente importadora y por lo tanto dependiente de la disponibilidad de los dólares. Pasa lo mismo con el combustible, que empezando de la gasolina se ha convertido en una permanente alerta citadina que vía whatsap logra que los propietarios de vehículos corran desesperados a los surtidores y hagan larguísimas colas que acaban sin otra cosa peor que haber perdido el tiempo. Acá llama la atención la limitada sino deficiente capacidad de intervención de la ANH que tiene el carguío informatizado -uno entra al surtidor e inmediatamente validan nombre y placa- y sin embargo regularmente informa de acopios enormes e ilegales con el uso del mismo vehículo. Otra cosa es la falta de diésel para el sector productivo sea del transporte internacional o las faenas productivas, sobre todo agropecuarias. Esto si es delicado y ahí el gobierno y YPFB debiesen dedicar el mayor de los esfuerzos porque estas actividades son parte central de la economía del país.

Con este repaso debemos preocuparnos todos, gran parte de la crisis se monta sobre la base de expectativas y enfrentamiento políticopartidarios y tienen un efecto negativo en contra de la certidumbre y la tranquilidad ciudadana, con daño enorme sobre la estabilidad del país y la democracia. Vivimos tiempos convulsos a escala planetaria -este año casi la mitad del planeta tiene elecciones generales-, guerras en varios frentes y otras varias en ciernes que tienen en jaque las economías de todos los países, pero debemos guardar la serenidad y cada actor público y social debe asumir su cuota parte de responsabilidad ante las difíciles situaciones que estamos viviendo. Lo otro es apostar por el caos y el desastre, donde algunos podrán ganar monedas, pero el país pierde una fortuna.

 (*)José de la Fuente Jería es abogado

Comparte y opina:

La cuestión de las tarifas del transporte urbano

En tiempos preelectorales, los transportistas suelen organizar bloqueos generales con el propósito de fortalecer sus liderazgos internos para una eventual candidatura de dirigentes.

Por Carlos Bellott

/ 2 de junio de 2024 / 06:10

Dibujo Libre

Las tarifas para el pasaje en el transporte público local deben ser definidas con base en un estudio de costos del servicio y en el principio de equidad, de forma transparente y participativa.

Se debe tener en cuenta que la sociedad civil organizada de transportistas no es de naturaleza sindical. Los mal llamados sindicatos, las federaciones y confederación de transportistas son organizaciones de empresarios del transporte. Los asociados son sobre todo los dueños de los buses, trufis, etc. Si bien aglutinan también a sus trabajadores (los choferes asalariados) lo hacen, en especial, para evitar que estos hagan su propia organización sindical que naturalmente se enfrentaría a la de ellos en defensa de sus derechos laborales.

Al ser empresarios, la demanda por nuevas tarifas no es precisamente por mejores salarios para quienes trabajan todos los días prestando el servicio. Así suban las tarifas, a ellos les seguirán pagando lo mismo. Los bloqueos son por una mayor rentabilidad del negocio del transporte de pasajeros. Con esto, no se pretende decir que esté mal. Es igualmente una demanda legítima.

Asimismo, es importante recordar que el servicio público de transporte de pasajeros es subsidiado. Esto porque el negocio del transporte local no se lo hace en el espacio privado, sino en el público. Cuando se usa el espacio público para un negocio particular, se debe pagar un alquiler. Esto es la patente (Ley 2492, art. 9.III). Los empresarios del transporte local tendrían que pagar una patente al municipio, pero no lo hacen. Tampoco pagan los impuestos nacionales (el IVA y el IU). A cambio de este subsidio, ellos deben mantener una tarifa accesible para la ciudadanía, de modo que incluso la gente de escasos recursos pueda acceder al servicio. Es por esa razón que, a diferencia de otros rubros, el gobierno municipal debe aprobar las tarifas (CPE, art. 302.I.18; Ley 165, art. 22.d).

Dado que no se puede decidir las tarifas de forma arbitraria —porque eso iría contra algo llamado “debido proceso sustantivo”—, es indispensable realizar previamente un estudio de costos del servicio, uno que sea confiable y adecuado. Para su confiabilidad, los aspectos específicos a ser analizados deben definirse de forma participativa y abierta al público, así como el catálogo de precios unitarios con el que se trabaje, de modo que permita a la ciudadanía, a la academia, a los fiscalizadores (concejos municipales) y a los propios transportistas, verificar los resultados (CPE, art. 232; Ley 165, art. 6.i).

Por otro lado, las tarifas deben definirse con base en el principio de equidad social. Esto implica aplicar la proporcionalidad con las necesidades, de modo que se permita lograr igualdad de condiciones en el acceso al servicio de transporte (CPE, arts. 8.II y 76.I; Ley 165, art.6.a). No existe mucha diferencia en los gastos de mantenimiento y de repuestos para buses locales (micros), trufis y taxi-trufis. Sin embargo, la capacidad de pasajeros y, por tanto, la de ingresos, varía entre esos tres tipos de vehículos. En consecuencia, la tarifa no puede ser la misma para los tres.

También puede leer: El costo económico de la guerra moderna

A su vez, por lo general las periferias de las ciudades están habitadas por personas en situación de pobreza. A pesar de la distancia, no se puede incrementar la tarifa, ya que eso implicaría subir el costo para los sectores más pobres, cuando debiera ser al revés. Pero eso sería complicado. Por ello, la mejor forma es que, así se vaya una cuadra o de extremo a extremo de la ruta, el costo sea el mismo, para que el pago igual por la distancia corta compense el costo de la distancia larga. En el caso de los estudiantes y de las personas con discapacidad y adultas mayores, es ya costumbre aplicar la equidad: existen tarifas reducidas para ellos, desde hace tiempo. El estudio de costos debe considerar la proporcionalidad en todos estos aspectos, para con base en eso establecer las nuevas tarifas, siendo diferenciadas según el tipo de vehículo. Por último, en épocas preelectorales, los transportistas suelen organizar bloqueos generales con el propósito de fortalecer sus liderazgos internos para una virtual candidatura de dirigentes. Si se logra el incremento de tarifas, quien sale fortalecido es el dirigente. Es ya costumbre ver a los transportistas hacer muchos bloqueos en épocas preelectorales, y luego ver a sus dirigentes como candidatos al Senado o a Diputados. Ocurrió con Lucio Gómez y con los anteriores dirigentes del autotransporte.

Por su lado, en ese mismo contexto preelectoral, a los alcaldes, políticamente, no les conviene aprobar un incremento en las tarifas del pasaje, dado que los vecinos, comerciantes y otros sectores suelen oponerse con vehemencia. Si bien no es atribución de los alcaldes aprobarlas, sino de cada concejo municipal —debido a la reserva de ley de las obligaciones (CPE, arts. 14.IV, 109.II y 116.II)—, reiteradas veces los alcaldes suelen demostrar que los concejales del oficialismo hacen lo que ellos mandan. Así que la gente sabrá que no fueron los concejos los que aceptaron el incremento, sino que culparían a los alcaldes.

Para solucionar esa contraposición de intereses políticos, ayudaría que las tarifas sean proporcionales con el tipo de vehículo y con las necesidades sociales. De esta manera, podría resultar que el costo del pasaje para el trufi se mantenga, para el taxi-trufi se incremente un poco y para los buses locales incluso se lo baje. Por ende, no habría precisamente una subida de pasajes y los transportistas y los usuarios del servicio verían que se está siendo justo con ambos, siendo lo anterior beneficioso para los tres actores en pugna (transportistas, usuarios y gobiernos municipales).

(*)Carlos Bellott es constitucionalista

Comparte y opina:

El ascenso del conservadurismo radical

Las derechas extremas se expanden por el mundo y se prevé que amplíen su presencia con las próximas elecciones europeas de junio.

La extrema derecha crece en el mundo y camina a fortalecerse en las elecciones europeas de junio próximo

Por Pablo Deheza

/ 26 de mayo de 2024 / 06:57

El Punto sobre la i

La política mundial dio un giro a partir de la década de 2010, dejando en el retrovisor las certidumbres que ofrecían las viejas ideologías del Siglo XX. Nuevos movimientos se vienen conformando desde todas partes del espectro político. Destacan en ese panorama, de manera particular, los conservadurismos radicales o nuevas derechas, que hoy pululan por el mundo y se marchan a paso de parada rumbo a las próximas elecciones europeas.

Como decía Walter Benjamin, detrás de cada fascismo hay una revolución fallida. No se ha cumplido ni la promesa liberal ni la socialista y lo que se observa es la reacción frente a esto.

No se trata meramente de grupos agitados en las calles. Líderes de extrema derecha están al mando de países como Italia, Hungría, Argentina, India, Países Bajos, entre otros. Trump se apresta a volver a la Casa Blanca, frente a un alicaído Biden.

Según Michael C. Williams, internacionalista y coautor del libro “World of the right: radical conservatism and global order” (Mundo de la derecha: conservadurismo radical y orden mundial, 2024), “la derecha contemporánea es nacionalista, es local, pero también es global. Y es global tanto conceptual como organizativamente”.

En criterio del académico, para comprender el fenómeno, primero que nada, hay que despejar algunos prejuicios que se tienen frente a estos grupos. “Se tiene la idea que, de algún modo, todo esto es sólo una cuestión de tecnología, internet, la era digital y todo ese tipo de cosas. Sin duda, pero eso no es suficiente. La segunda es que todo esto es sólo económico. Esto es, la narrativa de que los grandes sucios se están levantando contra sus señores supremos, en una especie de repetición de horcas medievales y gente portando antorchas. El tercer prejuicio que tenemos que superar es, y este es el que más se da en la universidad, lamentablemente, que la derecha es estúpida. Que estos son básicamente un grupo de vagabundos que deambulan haciendo cosas terribles. El problema con esto es que, si bien esos tres elementos capturan ciertas cosas sobre la derecha contemporánea, en realidad no capturan gran parte de lo que está sucediendo, lo cual creemos que es mucho más complicado y, de hecho, en un nivel, es mucho más sofisticado”.

“Es un proyecto que lleva ya unos 50 años en marcha. Intentamos rastrearlo a través de un dato que probablemente no se esperaría. Se trata de un marxista italiano fallecido hace mucho tiempo llamado Antonio Gramsci”.

Williams explica la idea gramsciana de que “el poder político nunca fue simplemente una cuestión de coerción. Siempre fue una combinación de coerción y consentimiento. Y que en este proceso de producción del consentimiento la cultura era vital. Por tanto, cualquier orden hegemónico dependía de una comprensión del mundo que se había naturalizado. Y lo que era crucial, por lo tanto, para cualquier orden contrahegemónico era comprender la naturaleza de su enemigo, para poder crear una estrategia contrahegemónica; un mundo intelectual y un conjunto de instituciones contrahegemónicas. Esto es lo que, allá por los años 1970, el pensador francés de extrema derecha Dominique Venner llamó un gramscianismo de derecha. Y eso es lo que intentamos rastrear aquí y la forma en que se ha globalizado”.

“Un argumento es, efectivamente, que este gramscianismo de la derecha depende de un argumento central sobre la política contemporánea, la vida social y, de hecho, la globalización. Y es que el mundo en el que vivimos es un mundo dominado por el gerencialismo. ¿Qué entendemos por gerencialismo? El gerencialismo es una idea antigua. Proviene de la izquierda de la década de 1920 y de la izquierda antiestalinista, pero en realidad es más adoptado por miembros de la derecha estadounidense como James Burnham en la década de 1950. Y es la idea de que el siglo XX es el siglo del gobierno de los expertos, que cada vez más, el mundo está dominado por una clase de expertos, técnicos”.

“Una de las cosas cruciales en la globalización de la derecha es la forma en que ha podido trazar lo que Gramsci llamó equivalencias, entre posiciones en todo el mundo frente a esta nueva clase gerencial global. Y es esta oposición a ellos la que realmente proporciona uno de los fundamentos conceptuales centrales de la derecha contemporánea y uno de los principales dispositivos de movilización”.

Rita Abrahamsen es igualmente internacionalista y coautora del citado libro. Ella indica que, “en términos del proyecto civilizacional, lo que podríamos decir es que lo que cree la derecha radical es que el mundo está formado por diferentes culturas o diferentes civilizaciones. Y ese es realmente el verdadero valor del mundo: sus civilizaciones, sus culturas. Y lo que ha hecho el liberalismo global es aplanar y arruinar todo eso. Por eso quiere y busca un mundo más civilizado. Las civilizaciones son entonces inconmensurables, son incompatibles, pero ninguna es universal, ninguna es superior. Todos son iguales pero diferentes. Y esto les permite hacer alianzas, esas equivalencias transversales de Gramsci, les permite hacer alianzas con personas que también sienten que sus culturas están siendo destruidas o arruinadas por el universalismo liberal”.

“Sobre la multipolaridad, lo que ellos creen no es la multipolaridad de unidades similares y una especie de equilibrio de poder. Se trata de una multipolaridad de estados civilizacionales o regiones civilizacionales. Así tendríamos un mundo formado por diferentes culturas, diferentes civilizaciones que cooperarían cuando fuera necesario. Pero no avanzaríamos hacia un mundo en el que todos acabarían suscribiéndose a la misma cultura o los mismos valores”.

Es evidente la intención que tienen con esto las nuevas derechas: cada quien en su región, sin grandes flujos migratorios que pongan en cuestión las narrativas nacionalistas donde anclan sus repertorios.

También puede leer: El embrollo opositor

Lo señalado por los dos académicos estudiosos del tema de los conservadurismos radicales o extremas derechas emergentes permite hacerse una idea del estado de la cuestión. Ahora bien, ¿qué pasa con estos movimientos en nuestro país? Claramente, hay actores que intentan representar esto en Bolivia, aunque actualmente con una audiencia limitada.

Llevamos nuestra consulta al respecto al politólogo tarijeño Carlos Saavedra. Desde su perspectiva, “en el caso boliviano, el proyecto que se impuso a la derecha tradicional y representó la corriente de nueva extrema derecha que se posicionó a nivel regional fue aquel liderado por Luis Fernando Camacho”.

“El camachismo en su momento tuvo una virtud y un gran defecto. Como virtud tuvo la capacidad de simbolizar el espíritu de rebeldía ante el error histórico político de Evo Morales de repostularse el 2019 a pesar de su derrota el 21 de febrero del 2016. Camacho, con la gorra atrás, andando en moto, liderando masas con un fuerte simbolismo religioso que lo mostró como casi mesiánico tuvo la capacidad de tomar las banderas de la rebeldía y hacer clic con los jóvenes que no se sentían representados en la derecha conservadora boliviana”.

“Uno de los grandes defectos políticos que tuvo el camachismo fue que su sentimiento nacionalista fue muy regional; Camacho como líder político logró representar la Santa Cruz tradicional, que era la que detentaba la hegemonía política local, pero jamás fue capaz de trascender el espacio territorial del cruceñismo para abrazar el sentimiento nacionalista boliviano. Esa mirada muy localista de la política le impidió a Camacho constituir un proyecto de poder nacional que haga frente al MAS y desplace a las derechas conservadoras y tradicionales”.

El politólogo añade que “Camacho no tuvo la capacidad de articular, de verdad con los movimientos de rebeldía de nueva derecha en los distintos departamentos del país para hacer de su liderazgo y de su proyecto político un movimiento nacional”.

“En el escenario política actual, pareciera que el espacio de una nueva derecha 2.0 está vacío y son las expresiones tradicionales las que intentan ocupar, por el momento sin éxito ese espacio que el camachismo dejó”, concluye Saavedra.

(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Sin sentido del momento histórico

Postfacio del libro“Las limitaciones históricas y políticas del Proceso de Cambio, ¿Fin de ciclo?” de José Manuel Llorenti Rocha.

/ 26 de mayo de 2024 / 06:49

El Punto Sobre la i

“ Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.”

Castro Ruz, Fidel; diario Granma, 01 de mayo de 2001

Crítica y autocrítica es lo que ha plasmado José Daniel Llorenti Rocha en “Las limitaciones históricas y políticas del Proceso de Cambio, ¿Fin de ciclo?”, un ejercicio infrecuente en los inorgánicos partidos políticos de Bolivia, y que en el Movimiento al Socialismo – Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (MAS–IPSP), resulta más complejo y entreverado, dada su composición de fuerza política conformada por mayorías nacionales caracterizadas por un sindicalismo multiforme, en primer lugar campesino e indígena.

Leyendo con dedicación y subrayados el texto de Llorenti, se concluye que a contracorriente del lúcido derrotero que propone Fidel Castro para hacer de una revolución, instrumento indestructible, nos encontramos en un momento de sin sentido del momento histórico.

Pareciera que hasta ahora la gran mayoría de la militancia masista no hubiera asumido conciencia acerca de la dimensión de lo que significó ganarles a los partidos del establishment oligárquico con su propio instrumento, el voto, ese que ya se utilizaba en Esparta a.C. y se convirtió en el mecanismo para organizar políticamente las sociedades europeas desde mediados del siglo XIX. Así, el MAS–IPSP se convirtió en el nuevo paradigma de la política boliviana sin disparar un solo tiro para derribar a la derecha con su propio instrumento legitimador del orden democrático. Desde 2005, ganó elecciones con el 53,7% primero, con el 67,43% en el referéndum que de revocatorio al binomio Morales – García Linera se convirtió en ratificatorio (2008), a continuación (2009) con el 61,43% (puesta en vigencia de la Constitución Política del Estado Plurinacional), en elecciones presidenciales de 2009 con el 64,22%, y en las de 2014 con el 61,36%. El promedio de estos cinco actos eleccionarios y plebiscitarios es apabullante: 61,62%.

El MAS–IPSP hizo del voto el primer instrumento revolucionario y transformador que debiera exigirnos una profunda y detallada investigación sobre la demografía electoral del país, produciendo un resultado eleccionario conceptual en el que llegaba primero al gobierno, para una posterior toma del poder con capacidad de edificar hegemonía política. Después de 180 años de vida republicana, una vez determinado con lucidez el sujeto histórico indígena originario campesino, se rompieron las cadenas mentales que llevaron a indias e indios a votar por sí mismos, a pensar en autogobernarse sin los complejos y los temores producidos por siglos a partir de la supremacía blanca y racista, considerando las características de líder carismático que reunía Evo Morales.

Luego de convertido el voto en instrumento para el inicio de la construcción del Proceso de Cambio, y ateniéndonos a la muy interesante formulación del autor de este libro (de próxima aparición), acerca de la etapización de lo que se llama Revolución democrática y cultural, se produjo una segunda gran decisión que terminó por consolidar el perfil ideológico político del MAS-IPSP con la expulsión de Philip Goldberg, embajador de los Estados Unidos de América (2008), acusado de respaldar una conspiración cívico prefectural con epicentro en la entonces llamada Media Luna (Santa Cruz, Beni, Tarija y Pando), produciendo la decisión más antiimperialista que haya conocido nuestra historia. Superado el temor a usar el voto para plantarles cara a los blancoides neoliberales, se logró también superar el miedo al amo del Norte, a ese que nos hicieron creer durante todo el siglo XX que sin su ayuda y su tutelaje, sin su cooperación para el desarrollo y sus condicionamientos para meterles mano a nuestros recursos naturales como se les pegara la gana, Bolivia estaba condenada a languidecer hasta desaparecer. Transcurridos 16 años de la salida del Virrey norteamericano, las relaciones bilaterales continúan sin embajadores, a la cabeza de Encargados de Negocios.

En apenas tres años, el MAS-IPSP resignificó el uso del voto, cumplió con la llamada Agenda de Octubre determinada en 2003 luego del derrocamiento de Gonzalo Sánchez de Lozada , con la nacionalización de las empresas estratégicas del Estado (multiplicando la renta hidrocarburífera hasta llegar al récord de $us 15 mil millones de reservas internacionales en 2014) y la fundación de un Estado fuerte y distinto a través de la puesta en vigencia de una nueva constitución aprobada por voto popular, con características de plurinacionalidad como expresión definitiva de ciudadanización de la diversidad étnica de pueblos y naciones originarias, encajonados hasta entonces en una forzada mestización producida desde la revolución de 1952 para que todos nos creyéramos la fábula de una igualdad que sólo servía a la hora de favorecer con el voto a la pequeña burguesía política organizada a través del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), más tarde coludido con las dictaduras militares que dominaron la mitad de los 60 y casi toda la década de los 70.

El MAS–IPSP había logrado convencer de su proyecto a una parte de las clases medias urbanas, que por su naturaleza económica y social han carecido siempre de proyecto histórico. Con ese cualitativo porcentaje de clasemedieros, renovó entre 2005 y 2014 la confianza para seguir gobernando, luego de haberse dado el lujo, inclusive, de derrotar militarmente a las fuerzas empresariales reaccionarias del agroexportador y ganadero departamento de Santa Cruz, con el descabezamiento de los conspiradores parapetados en el Comité Cívico Pro Santa Cruz, la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo (CAINCO) y la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO).

Obtenidos los dos tercios para dominar numéricamente la Asamblea Legislativa Plurinacional, el MAS-IPSP, más precisamente el entorno que se había ganado la confianza del presidente Morales, incentivó un diálogo con las fuerzas empresariales cruceñas para generar acuerdos pragmáticos relacionados con intereses económicos que los alejaran de cualquier activismo político opositor. De esta manera, y con la comodidad de manejar vertical y horizontalmente al parlamento, dio lugar a que ese entorno se convirtiera en más gravitante que las organizaciones sociales que forman parte del llamado Pacto de Unidad, y que constituyen el Sentido Común del Proceso de Cambio o de la Revolución Democrática y Cultural. Como en tiempos de la Unidad Democrática y Popular (UDP) con la presidencia de Hernán Siles Zuazo (1982 – 1985), rodeado de un entorno que hacía y deshacía (Félix Rospigliosi, Mario Velarde Dorado, Tamara Sánchez Peña), Evo Morales comenzó a moverse en arenas donde se gestaba lo que en este libro se aborda como Culto a la Personalidad, y que para nuestra historia emancipatoria latinoamericana se denomina caudillismo, lo que significó un encaminamiento hacia un progresivo extravío en que el Sujeto Histórico, colectivo por esencia desde las identidades comunitarias, terminó convirtiéndose en sinónimo de un líder que por sus cualidades carismáticas fue mutando en mesiánico por obra y gracia de ese entorno que primero se convenció a si mismo que Evo Morales era irremplazable o insustituible. Había llegado a apoderarse de todas esas mentes, el pánico a la derrota (electoral) y fue así que a dos años de obtenido un tercer triunfo electoral (2005, 2009, 2014) se decidió llamar a un referéndum fijado para el 21 de febrero de 2016 en el que se preguntaría si se validaba la posibilidad de una nueva postulación en las siguientes elecciones presidenciales. El resultado se constituyó en la primera derrota de Evo Morales en las urnas desde que asumiera el gobierno, una década atrás.

Asumido el No a la repostulación con la que se producía la primera señal de ruptura de la confianza de la clase media “apolítica” con Evo Morales, esa que le permitió ganar por mayoría absoluta a partir de 2005, tuvieron que transcurrir veinte meses (de febrero de 2016 a noviembre de 2017) para que a través de una burda maniobra ejecutada por el Tribunal Constitucional, quedara habilitado como candidato a las elecciones de 2019, invocando su postulación como un derecho humano erróneamente sustentando en el Pacto de San José, – -argumento desestimado cuatro años después por la Corte Interamericana de Derechos Humanos—.

Si el voto popular de 2005 se había constituido en un instrumento de liberación nacional, ahora Evo Morales se había atrevido a depreciar la importancia estratégica e histórica de ese mismo voto en la vida ciudadana, desconociendo el referéndum del 21F de 2016, esto es, desconociendo la decisión soberana del voto para correr hacia una candidatura que aceleró un desgaste que desembocó en su derrocamiento exactamente dos años después, luego de caminar penosamente hacia una campaña electoral dinamitada por acciones orquestadas por la derecha a través de la llamada “Revolución de colores”, a partir de la deslegitimación que significaba haber desconocido de manera inaceptable una decisión ciudadana producida en las urnas.

Como si no hubiera sido suficiente equivocar el camino imponiendo una candidatura viciada de nulidad, en pleno proceso electoral (octubre, 2019) fue suficiente un imperdonable error táctico suspendiendo la publicación de la Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP) de la elección en la que Evo Morales ganaba pero sin llegar al 50% de los votos, lo que dio lugar a que se ejecutara el tiro de gracia acusándolo de fraude con la activa participación internacional de la OEA y las calles inflamadas de indignación, ocupadas por las clases medias a las que dos años antes se les había robado el voto.

A partir de entonces, con un año de gobierno erigido anticonstitucionalmente, a través de un golpe de Estado cívico-policial-militar, empezó a gestarse la pérdida del sentido del momento histórico con un Evo Morales fastidiado por no poder ser nuevamente candidato para las elecciones que se llevarían a cabo en 2020, aceptando a regañadientes al binomio Arce – Choquehuanca por él mismo impuesto, convirtiéndose en jefe de campaña desde Buenos Aires, ciudad de la que retornó desde el exilio para convertirse a muy pocos meses de asumido el gobierno por el otra vez triunfante MAS-IPSP (55.10% de la votación) en el principal detractor de la presidencia a la cabeza de quienes habían sido sus ministros (Economía y Relaciones Exteriores) con mayor tiempo en el ejercicio de sus cargos.

También puede leer: Nación Menotti: Un espectáculo para pensar

La maquinaria electoral que el bloque popular había sabido utilizar entre 2005 y 2014 con el cualitativo aporte porcentual de las clases medias urbanas, se convirtió en el artefacto democrático perforado por esa conducta en la que convergen la superlativización de un personaje público en la política: culto a la personalidad, caudillismo, mesianismo.

El momento administrativo-burocrático del MAS-IPSP en esta cuarta presidencia, ya no a la cabeza de Evo Morales, marcaría lo que Llorenti caracteriza como Fin de Ciclo. Pasado el tiempo de la épica transformadora, nos encontramos ahora en un tiempo de transición que en el contexto internacional tiene a las fuerzas políticas de la extrema derecha queriendo comerse el mundo, para aplastar de una buena vez y para siempre, las ambiciones de justicia social sin admitir matices de las distintas tonalidades de izquierda que abarcan lo nacional popular hasta un socialismo más radical, que por cierto, está cada vez más lejos de ser realidad en estos tiempos de tecno política en que las grandes decisiones-digitaciones del poder económico transnacional pasan por la mensajería socio digital.

Los errores estratégicos y los pasos tácticos en falso nos informan que este ciclo del MASIPSP ha concluido. La división y el enfrentamiento, generadores de incertidumbre cotidiana, no nos permiten vislumbrar por ahora si habrá tiempo- espacio para su reinvención.

 (*)Julio Peñaloza Bretel es periodista

Comparte y opina:

La derrota de occidente

El antropólogo francés Emmanuel Todd, reflexiona sobre la guerra en Ucrania y sus implicaciones.

/ 26 de mayo de 2024 / 06:25

El Punto Sobre la i

Emmanuel Todd es un historiador, antropólogo, demógrafo, sociólogo y politólogo francés, reconocido por haber predicho el fin de la Unión Soviética. En su obra “La caída final: Ensayo sobre la descomposición de la esfera soviética” (1976), analizó la mortalidad infantil, las tasas de suicidio, la productividad económica y otros indicadores, lo que le llevó a concluir que la situación de la unión rusa pronto culminaría en el colapso.

Recientemente ha publicado La Défaite de l’Occident (Gallimard, 384 páginas, 2024), donde aplica la misma metodología para entender y comparar el estado de las cosas en Rusia, Ucrania y Occidente. Concluye que Rusia tendrá éxito en sus objetivos bélicos y que Occidente se dirige a la derrota, menos debido a la guerra que como resultado de su propia autodestrucción.

Todd sostiene que, en febrero de 2022, cuando Rusia se lanzó a la ofensiva en Ucrania, el país estaba preparado para el conflicto. Primero porque Rusia venía fortaleciendo su capacidad militar y económica, luego de las sanciones por la anexión de Crimea en 2014. Segundo, porque los datos demográficos muestran que contaba con los recursos humanos necesarios, dado que, para 2027, la cantidad de hombres elegibles para el servicio militar se reducirá.

Más aun, Todd toma nota de un indicador particularmente significativo, que es la mortalidad infantil. Rusia registraba un 19 por mil en 2000, lo que bajó 4,4 por mil en 2020. Esto incluso está por debajo de la tasa estadounidense, de 5,4.

En su reciente libro, el autor francés apunta diez sorpresas que ve dejando la guerra en Ucrania, hasta ahora.

“La primera fue el estallido de la propia guerra en Europa, una verdadera guerra entre dos Estados, un acontecimiento sin precedentes para un continente que se creía asentado en una paz perpetua”, sostiene.

La segunda, son los dos adversarios que reúne esta guerra: Estados Unidos y Rusia. Esto, pese a que, durante más de una década, Estados Unidos había designado a China como su principal enemigo.

El antropólogo afirma que la tercera sorpresa fue la intensa resistencia militar de ucraniana, algo que no esperaban los propios rusos. “Ucrania había sido equipada con misiles antitanques Javelin por parte de la OTAN y contaba, desde el comienzo de la guerra, con sistemas de observación y orientación estadounidenses, pero la feroz resistencia de un país en descomposición plantea un problema histórico. Lo que nadie podría haber previsto es que encontraría en la guerra una razón para vivir, una justificación para su propia existencia”.

La cuarta sorpresa fue la resiliencia económica de Rusia. En Occidente se dijo que las sanciones, en particular la exclusión de los bancos rusos del sistema de comercio interbancario Swift, pondrían al país de rodillas. Esto no ocurrió.

“Quinta sorpresa: el colapso de toda la voluntad europea. Europa era inicialmente la pareja franco-alemana que, desde la crisis de 2007-2008, había adquirido ciertamente la apariencia de un matrimonio patriarcal, con una Alemania como un marido dominante que ya no escucha lo que le dice su pareja. Pero incluso bajo la hegemonía alemana, se pensaba que Europa conservaba cierta autonomía. Sin embargo, a pesar de cierta desgana inicial al otro lado del Rin, incluida la vacilación del canciller Olaf Scholz, la Unión Europea abandonó muy rápidamente cualquier deseo de defender sus propios intereses; se ha aislado de su socio energético y (más generalmente) comercial ruso, sancionándose cada vez con más dureza. Alemania aceptó sin vacilar el sabotaje de los gasoductos Nord Stream, que aseguraban en parte su suministro energético… pero también vimos a la Francia de Emmanuel Macron vaporizarse en la escena internacional, mientras Polonia se convertía en el principal agente de Washington en la Unión Europea, reemplazando en este papel al Reino Unido, que había quedado fuera de la Unión gracias al Brexit. En el continente, en general, el eje París-Berlín ha sido sustituido por un eje Londres- Varsovia-Kiev gestionado desde Washington. Esta evanescencia de Europa como actor geopolítico autónomo resulta desconcertante si recordamos que, hace apenas veinte años, la oposición conjunta de Alemania y Francia a la guerra de Irak dio lugar a conferencias de prensa conjuntas del canciller Schröder, el presidente Chirac y el presidente Putin”.

“La sexta sorpresa de la guerra fue el surgimiento del Reino Unido como un misil antirruso y una mosca en el ungüento de la OTAN. Retransmitido por la prensa occidental, su Ministerio de Defensa (MoD) apareció inmediatamente como uno de los comentaristas más entusiastas del conflicto”.

Todd asevera que la séptima sorpresa es que Noruega y Dinamarca se develan como relevos militares muy importantes de los Estados Unidos, mientras que Finlandia y Suecia, al unirse a la OTAN, revelan un nuevo interés por la guerra.

También puede leer: Manuel Chachawayna en la memoria

En criterio del pensador francés, la octava sorpresa y la más sorprendente “provino de Estados Unidos, la potencia militar dominante. Tras un lento aumento, la preocupación se expresó oficialmente en junio de 2023 en numerosos informes y artículos cuya fuente original era el Pentágono: la industria militar estadounidense es deficiente; la superpotencia mundial es incapaz de garantizar el suministro de proyectiles –o cualquier otra cosa– a su protegido ucraniano. Se trata de un fenómeno completamente extraordinario cuando sabemos que en vísperas de la guerra el producto interior bruto (PIB) combinado de Rusia y Bielorrusia representaba el 3,3% del PIB occidental (Estados Unidos, Canadá, Europa, Japón, Corea). Este 3,3% capaz de producir más armas que el mundo occidental plantea un doble problema: por un lado, para el ejército ucraniano que pierde la guerra, por falta de recursos materiales; luego a la ciencia reina de Occidente, la economía política, cuyo carácter –nos atrevemos a decir– falso se revela así al mundo. El concepto de producto interno bruto está obsoleto y ahora debemos reflexionar sobre la relación de la economía política neoliberal con la realidad”.

“Novena sorpresa, la soledad ideológica de Occidente y su desconocimiento de su propio aislamiento. Acostumbrados a decretar los valores que el mundo debe suscribir, los occidentales esperaban, sincera y estúpidamente, que todo el planeta compartiría su indignación contra Rusia. Estaban desilusionados. Una vez superado el primer shock de la guerra, vimos en casi todas partes la aparición de un apoyo cada vez menos discreto a Rusia. Era de esperar que China, designada por los estadounidenses como el próximo adversario de su lista, no apoyara a la OTAN. Sin embargo, cabe señalar que, a ambos lados del Atlántico, los comentaristas, cegados por su narcisismo ideológico, han logrado durante más de un año considerar seriamente que China tal vez no apoye Rusia. La negativa de la India a involucrarse fue aún más decepcionante, sin duda, en última instancia, porque la India es la democracia más grande del mundo, y esto es un poco un desastre para el campo de las ‘democracias liberales’».

“La décima y última sorpresa está a punto de materializarse. Es la derrota de Occidente. Nos sorprenderá tal afirmación cuando la guerra no haya terminado. Pero esta derrota es una certeza porque Occidente se destruye a sí mismo en lugar de ser atacado por Rusia”.

Todd concluye esta parte de su libro indicando que “estamos en la era de la globalización completa, en ambos sentidos de la palabra: máxima y completa. Intentemos tener una visión geopolítica: Rusia, en realidad, no es el principal problema. Demasiado vasto para una población en disminución, sería incapaz de tomar el control del planeta y no tiene ningún deseo de hacerlo; es un poder normal cuya evolución no es misteriosa. Ninguna crisis rusa desestabiliza el equilibrio global. Se trata, en efecto, de una crisis terminal occidental y, más concretamente, estadounidense, que pone en peligro el equilibrio del planeta. Sus oleadas más periféricas chocaron contra un topo de resistencia rusa, contra un Estado- nación clásico y conservador”.

 (*)Pablo Deheza es editor de Animal Político

Comparte y opina:

Últimas Noticias