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Las Juntas de agua

Un ejemplo interesante y exitoso de descentralización y manejo autónomo es el desarrollo de las juntas de agua comunitarias.  En Honduras existen una gran cantidad de estas organizaciones, especialmente en el área rural, desarrollando y manteniendo sistemas de aprovisionamiento de agua potable.  Esto lo logran con un mínimo de burocracia, y con participación ciudadana activa.

El éxito de las juntas de agua se debe a que son una organización comunitaria independiente.  La participación gubernamental (ya sea nacional o municipal) tiende a producir apatía y un menor grado de colaboración de parte de la población.  Cuando el sistema se degrada, hay robo, o hay desperdicio, la comunidad responde con su facturación.  Esto crea una presión social de cumplimiento tanto de los administradores como de los usuarios infractores, de la cual se carece en un sistema general.

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Experiencias para compartir sobre edificios y casas eficientes en agua y energía

El ahorro de agua y energía eléctrica tienen un beneficio triple. Conservar recursos escasos y ayudar al ambiente son beneficios sociales o comunitarios, y la reducción de gastos es una ventaja directa para la persona o empresa. Puede creerse que esto es teórico o que solo lo pueden aplicar las empresas grandes.

La experiencia a la que he tenido acceso directo (tanto de estudio y aplicación) en condiciones hondureñas de diferentes medidas de eficiencia en estas áreas, nos indican que la capacidad de actuar es mucho más extensa. Aplicando una serie de medidas logramos una ventaja económica y un beneficio para el ambiente. Esto aplica tanto a aparatos eléctricos, accesorios de control de tiempo, lámparas, equipos hidrosanitarios, ventanas y otros.

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El problema del agua de la capital

Desde 1989, año en que se completó la represa La Concepción, no ha aumentado significativamente la dotación de agua potable para el Distrito Central. Entretanto, la población se ha más que duplicado, y la erosión de las cuencas hace que el llenado sea menos gradual y eficiente. Cada año que pasa el problema se vuelve peor y no se avanza con las posibles soluciones.

Las consecuencias de esta escasez son bastante perversas. A la mitad de la población no se le dota del servicio. Por tanto, puede llegar a pagar enormes cantidades de dinero (el costo del agua acarreada más el tiempo y esfuerzo de transportarla a su destino), muchísimo más que costaría llevarla por cañería. Esta agua además tiene un riesgo mucho mayor de ser insalubre, ya que el trasvase y acarreamiento expuesto promueven su contaminación.

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