Delirios de grandeza

Delirios de grandeza

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Los delirios de grandeza ó megalomanía gira en torno a una creencia delirante donde la persona alberga una idea exagerada de su importancia, capacidades o conocimientos, incluso puede llegar a creer que es Dios. Por tanto, podríamos definirlo como un tipo de delirio asociado al poder.

En Psicopatología un delirio se define como una creencia o conjunto de creencias que se viven con absoluta convicción a pesar de que las evidencias demuestren lo contrario, siendo irreductibles mediante el razonamiento lógico.

Por tanto, el delirio de grandeza es un síntoma de ruptura con la realidad y es propio de las psicosis, afectando al razonamiento, el recuerdo, el pensamiento y la forma de actuar de la persona. No es considerado en sí mismo un trastorno mental, sino que puede aparecer en el curso de diversos trastornos o enfermedades.

El delirio de grandeza

Las personas que sufren estos delirios tienen un concepto elevado de sí mismos y suelen presentar pensamientos de poder, omnipotencia y de gran superioridad frente a los demás. Aunque en el espejo la realidad sea otra.

Algunos personajes históricos a los que se les ha atribuido rasgos megalómanos son Julio César, Napoleón o Hitler, además de rasgos narcisistas que les impulsaron a conquistar el mundo.

Debemos tener claro que este fenómeno se trata de un delirio, es decir, de un trastorno del contenido del pensamiento, considerado un síntoma psicótico, propio de trastornos como la esquizofrenia o el trastorno delirante, por ejemplo.

Pero también la megalomanía se considera un síntoma o la expresión de trastornos de personalidad como el narcisista, el antisocial o el histriónico. Este último trastorno lleva al individuo a necesitar reconocimiento continuo y ser el centro de atención, además de presentar rasgos dramáticos, susceptibles y emocionales que rayan en la extravagancia.

Por otra parte, existen casos de personas que se consideran especiales o superiores a los demás y que tienen una autoestima y un optimismo muy superior a la media, y no necesariamente padecen un trastorno, simplemente es parte de su personalidad. Teniendo en cuenta esto, desde la perspectiva de la psicología, utilizar la definición popular del concepto «megalomanía» entraña un peligro evidente: construir una falsa alarma social alrededor de una epidemia inexistente.

Para poder tener clara la diferencia entre el delirio y el rasgo de personalidad, debemos indagar en los síntomas de una persona con delirios de grandeza.

¿Cuáles son los síntomas de una persona con delirio de grandeza?

Desglosemos algunos síntomas así:

  • Delirio de habilidad grandiosa: el megalómano cree que ha sido elegido para una misión especial. Dentro de estos delirios podemos encontrar el delirio expansivo.
  • Delirio de identidad grandiosa: el sujeto cree que es rico o famoso y vive de acuerdo a su creencia. Dentro de estos delirios podemos encontrar la teonomanía o delirio de ser Dios, la uromanía o delirios de tener una naturaleza divina y el delirio de Mignon o delirio de creer que tiene sangre real.
  • Delirios de referencia o de observación: creer que todo lo que ocurre en el mundo tiene que ver con ellos, el mundo está lleno de mensajes y todos destinados a él.
  • Tienen problemas sociales: se aíslan y son aislados por parte de su familia y grupo de amigos. Su entorno deja de creer las historias que cuentan y comienzan a perder confianza. También pueden surgir problemas en el entorno laboral.
  • Tienen baja autoestima: dentro de este delirio de grandeza existe una persona miedosa e insegura, disfrazada de un concepto de sí mismo muy elevado. Algunas teorías lo asocian a un mecanismo de defensa: intentan proteger esta autoestima baja de una manera inconsistente a través de esas continuas alabanzas a sí mismo. Debido a esto, pese a que la realidad les muestre de forma constante que no tienen las cualidades que creen tener, son incapaces de reconocer la misma

Este autoconcepto sobrevalorado es mayor que el de un narcisista. A su vez, a diferencia del narcisista que desea ser amado, quien sufre de delirios de grandeza desea ser temido.

  • Tienen carácter voluble e indeciso y a veces agresivo. Pueden pasar de un estado de exaltación a sentirse humillados, avergonzados. Todo esto como consecuencia de la baja autoestima, viviendo una dicotomía (conviven las dos personalidades).
  • Tienden a fingir constantemente: Tratan de dar una imagen idealizada de si mismos. Elaborando creencias que pueden llegar a ser enfermizas.
  • La envidia vive en ellos como una emoción principal: Están continuamente queriendo ser la persona que tienen al lado, llegando incluso a hacer lo que sea por “superarles”.
  • Son incapaces de aprender de sus propios errores, ya que están cegados por la imagen que tienen de sí mismos.
  • Se comportan como si tuvieran un poder ilimitado.
  • Poseen un pensamiento exagerado de la importancia de ellos mismos.
  • No tienen consciencia de la imagen falsa que están dando.
  • Tienen muy en cuenta la opinión de los demás y las reacciones de los demás ante sus actos. Sin embargo, en el momento en el que son criticados o que les llevan la contraria, creen y están convencidos de que el problema lo tienen los demás.

¿Cómo se diagnostica una persona con delirios de grandeza?

La megalomanía o delirio de grandeza es un concepto un poco ambiguo (como casi todos los conceptos con los que se trabaja en psicología), pudiendo ser aplicable a muchos casos, más extremos o más frecuentes, sin ser necesario tener un trastorno mental para ser merecedor del apelativo.

Sin embargo, se suele utiliza el concepto de megalomanía para designar casos extremos en los que se presentan delirios de grandeza que aíslan al individuo y lo hacen sostener una visión de las cosas muy distorsionada.

Muchas veces, en el contexto clínico y forense, las personas encargadas de diagnosticar a personas tienen que saber reconocer los casos en los que la tendencia al delirio de grandeza forma parte de la sintomatología de un trastorno mental. Es decir, tienen que distinguir entre lo que popularmente se conoce como «arrojo» y la megalomanía patológica.

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¿Cómo lo hacen? Bueno, parte del secreto está en los años de experiencia, por supuesto.

Por otro lado, los manuales diagnósticos incluyen una serie de criterios que sirven para cuantificar de manera más o menos objetiva el grado en el que la megalomanía se acerca a los delirios de grandeza y al trastorno narcisista de la personalidad.

¿Cuáles son las causas que llevan a una persona a padecer delirios de grandeza?

Las causas son desconocidas.

Algunos psicólogos relacionan el delirio de grandeza con el abandono o la falta de apoyo en la infancia, o bien con todo lo contrario. Por tanto, puede ser originado por el tipo de crianza dado por unos padres absorbentes y altamente exigentes que siempre han querido explotar los talentos del hijo hasta el punto de compararlo continuamente con los demás. O también puede ser propiciado por una infancia en la que la persona ha sido constantemente alabada y protegida de toda clase de críticas y a la que no se le han puesto suficientes límites.

Además, también puede deberse a alguna enfermedad grave o crónica, a infecciones, a la abstinencia por alcohol o a desequilibrios metabólicos como bajos niveles de sodio. Con el fin de descartar estas causas es necesario la realización de un historial clínico completo que recoja antecedentes médicos personales y familiares, hábitos tóxicos y tratamientos tomados previamente. Así mismo, también es necesario la realización de diversas pruebas complementarias, entre las cuales se encuentran: análisis de sangre, radiografías, pruebas de imagen cerebral (Resonancia Magnética Nuclear y/o Tomografia Computarizada), electrocardiograma y electroencefalograma.

¿Qué tratamiento debe recibir una persona que padece Delirios de Grandeza?

El delirio de grandeza no es fácil de tratar, porque para empezar se trata de un trastorno difícil de diagnosticar puesto que no es el perfil de persona que suela acudir a la consulta del psicólogo o del psiquiatra considerando que tiene un problema.

Se recomiendo un tratamiento combinado psicofarmacológico y psicoterapéutico.

Los fármacos antipsicóticos, los antidepresivos y los estabilizadores del estado de ánimo se utilizan con frecuencia para tratar estas enfermedades mentales. Los antipsicóticos ayudan a rebajar la intensidad de la idea delirante.

A nivel psicoterapéutico hay un interés creciente en la terapia cognitivo conductual. El tratamiento psicológico iría dirigido a hacerle ver que esas creencias de grandeza son falsas, intentando derribar la pared de lo que el paciente percibe y en lo que cree para hacerle ver que es falso. Pero atención, a diferencia de los pacientes con paranoia, que están “aliviados” de enterarse de que sus delirios no son reales, quienes padecen de megalomanía no siempre están contentos de enterarse de que no son las personas grandiosas que pensaban que eran. Por ello, en estos casos, los psicoterapeutas a veces deciden «dejar intactas» algunas de esas creencias de grandeza, trabajando para fortalecer otras fuentes de autoestima.

Casos psiquiátricos famosos de delirios de grandeza o megalómanos

Como ya se ha comentado al principio, la megalomanía está asociada al poder. Julio Cesar, Napoleón y Hitler son personajes históricos a los que se les ha atribuido rasgos megalómanos y narcisistas que les impulsaron a conquistar el mundo.

En 1840 el cuerpo de Napoleón Bonaparte, quien había fallecido casi dos décadas antes durante su exilio en la isla británica de Santa Elena, fue repatriado a su país y enterrado en París en medio de un gran clamor popular. Durante ese mismo año, al menos 14 hombres terminaron internados en el manicomio Bicêtre de la capital francesa, por asegurar que ellos eran el emperador Napoleón, además de dos mujeres recluidas en otro psiquiátrico parisino que también creían ser el fallecido emperador. Este fenómeno basado en creerse Napoleón (complejo Napoleónico) es el caso más famoso de megalomanía o delirio de grandeza.

Otro ejemplo de megalómano es Frank Abagnale, un personaje real interpretado por Leonardo DiCaprio en “Atrápame si puedes”, quien antes de cumplir los 20 años ya había ganado millones de dólares transgrediendo todas las normas guiado por su ansía de grandiosidad.

No obstante, podemos encontrar un ejemplo mucho más reciente y cercano a nosotros en el caso del joven Francisco Nicolás Gómez Iglesias, de 20 años, en libertad provisional por hacerse pasar por asesor del Gobierno y del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) con uso de documentación falsa.

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