Está realizando una investigación para la aplicación de los narcisos y bituminarias en la lucha contra el cáncer y el alzheimer en la Estación Biológica de Torretes. ¿Cómo nace esta investigación?

Nuestro equipo participa en dos proyectos en colaboración con varias universidades. Son proyectos muy amplios en los que hay una línea de búsqueda de nuevos fármacos a partir de los extractos vegetales de dichas plantas. En ambos casos existen ya algunos principios activos comercializados por la industria farmacéutica, ahora se trata de obtener mayores rendimientos que los obtenidos actualmente.

¿Por qué eligió Torretes?

La Estación Biológica de Torretes es un proyecto modelo de cooperación entre el ayuntamiento de Ibi y la Universidad de Alicante. Esta comarca es la antesala de la montaña alicantina y el puente hacia los territorios costeros. Sabemos por ecología la importancia que tienen los corredores para la riqueza biológica, pero esta comarca ha sido también el lugar de tránsito entre las diferentes economías y culturas de Alicante, por lo que podemos asegurar que esta ubicación es privilegiada.

Ha trabajado a nivel internacional. ¿En qué ha consistido?

Recientemente hemos firmado un acuerdo internacional entre nuestra universidad, junto con otros dos centros de investigación españoles y la universidad de Western Australia para la cesión de regalías o rollalties por la explotación futura en ese país de bituminaria de origen español. Actualmente, aparte de España y Australia, se investiga bituminaria en Italia, Bélgica, Grecia, Turquía, Israel y Argentina. Es una planta multiuso con un enorme potencial para el desarrollo de extractos de interés industrial, restauración medioambiental y bioremediación de zonas mineras, ya que elimina metales pesados del suelo.

¿Se puede llegar a aprender de las plantas al igual que se aprende de las personas?

Desde luego, de todo se aprende. Pero la naturaleza se cuida muy bien de darnos con frecuencia lecciones de humildad y ponernos en nuestro sitio. Ahora hablamos mucho de recursos naturales y desarrollo sostenible, y es realmente el mayor compromiso de la especie humana, el poder seguir explotando el medio natural pero manteniendo los hábitats y la biodiversidad del futuro.

¿Cuál es su planta preferida?

Pues realmente son dos. Una de mi infancia, la acimboga; un cítrico que produce unos frutos enormes y que mi abuela confitaba por Navidad. Ahora es muy raro de ver, incluso en el Valle de Ricote, de donde provengo. Pero hace unos meses, encontré con sorpresa unas acimbogas en la barra de un bar de San Vicent del Raspeig.

La otra planta que estimo es más alicantina, el timó real. Es una planta imbuida de magia y tradición, de esas que todo el mundo busca y anhela, pero que también respetan y temen (si se manipula a la ligera produce unas ampollas tremendas). Creo que es una planta que simboliza muy bien la idiosincrasia de Alicante.

¿Quién le inculcó el amor por las plantas?

Indudablemente fue mi abuela materna (la madre María Luisa, le decíamos sus nietos cariñosamente), ya que en uno de los pueblecitos más pequeños de la vega murciana del Segura, en Ulea, me hacía sacar con las manos o con ayuda de algún cuchillo viejo las cebollas de las macetas de su patio del molino, para pasarlas a otras nuevas donde tuvieran más "meli" y engordasen. Nunca imagine que trasplantar cebollas a mis 5 o 6 años de la popular planta de maceta (entonces lo era) llamada "flor del mes" o "brujilla", me llevaría muchos años más tarde a trabajar con cebollas de "narcisos", que al fin y al cabo son de la misma familia botánica, coincidencias del destino.