Origen e historia

Qué es el Alarde, origen e historia

El 1º de julio de 1638, Hondarribia fue cercada por las tropas del Rey Luis XIII de Francia al mando del Príncipe de Condé. En los primeros días del asedio, los hondarribiarras, reunidos en la Parroquia, juraron a la Virgen de Guadalupe que si por su intercesión lograban librarse, se lo agradecerían anualmente yendo en procesión a su Santuario situado en el promontorio de Olearso.

La ciudad resistió durante 69 días, levantándose triunfal el sitio el 7 de septiembre de 1638.

Consecuencia de su promesa, los hondarribiarras vienen cumpliendo el Voto año tras año con una procesión civico-religiosa, escoltada por Paisanos Armados y que popularmente es conocida como El Alarde.

El Alarde de Hondarribia, que se celebra cada 8 de septiembre desde el año 1639, es, en esencia, la renovación anual del voto que se hizo a la Virgen de Guadalupe en agradecimiento por la liberación del asedio al que la ciudad fue sometida en el año 1638, en el marco bélico de la Guerra de los 30 años y tras un cerco francés de 69 días.

Este voto no se limita solo al Alarde, sino que se inicia con la novena a la Virgen de Guadalupe y culmina el día 10 con el acto religioso en memoria de todos aquellos que fallecieron en el asedio. Dichas celebraciones constituyen una manifestación cultural hondamente sentida y vivida por el pueblo de Hondarribia.

Origen de los "alardes de armas"

 

Para entender el origen del Alarde de Hondarribia, debemos primero conocer el origen de los alardes de armas y su significado. El origen de la palabra “alarde” está en los hábitos militares norteafricanos, y etimológicamente proviene de la raíz árabe “ard-“, que significa “revista de tropas”.

Los alardes de armas tienen un origen medieval, al formase en esa época escoltas armadas como ornato especial en ceremonias públicas de signo cívico-religioso. La función de estas milicias armadas, existentes en toda Europa, era la de honrar fechas como las fiestas populares, celebrar los días de San Juan Bautista y San Pedro o el del Corpus-Christi, entre otros.

Las milicias forales

 

En el País Vasco, desde la Edad Media, de acuerdo con los Fueros que regían el territorio, cada pueblo tenía la facultad y la obligación de organizarse militarmente, formando parte de sus milicias forales todos los varones en edades comprendidas entre los 18 y los 60 años.

 

Desde su inicio, las Villas guipuzcoanas formaban sus propias Compañías siendo su máximo responsable el alcalde como “Capitán a Guerra”. Éstas eran a su vez coordinadas desde la Diputación, que formaba la “Diputación a Guerra” y elegía como jefe nato de todas ellas al “Coronel de la Provincia”.

 

Cuando el servicio era en defensa de la Provincia, concurrían a ella todos los guipuzcoanos, padre por hijo. En cambio, cuando eran requeridos por el rey siempre que estos saliesen fuera de los límites de la Provincia, acudían bajo sueldo regio, si bien con el paso del tiempo fue desapareciendo.

 

En sus comienzos utilizaban armas blancas ofensivas (espadas, puñales, ballestas, etc.), así como armas defensivas (rodelas, morriones, alabardas, etc.). A medida que los ingenios de guerra fueron evolucionando, los guipuzcoanos siguieron muy de cerca estos cambios, y ya para comienzos del siglo XVI se habían dotado de arcabuces y otras armas de fuego, y las Compañías mandadas por un Capitán y un Cabo habilitaron también cargos intermedios como Alférez y Sargento, respondiendo siempre a las necesidades surgidas de la evolución de las nuevas formas de hacer la guerra.

 

La coordinación de las picas con los arcabuces requería unos movimientos conjuntados además de buena puntería, y el aprendizaje de toda esta destreza se ponía en práctica a través de los Alardes o Revistas de Armas.

 

De esta forma, para acudir en defensa del territorio debían estar preparados militarmente y tener dispuesto su armamento, por lo que periódicamente y en fechas señaladas, los varones entre 18 y 60 años estaban obligados a acudir con sus armas a la convocatoria, para adiestrarse en su manejo y participar en el Alarde o Revista de Armas.

Los "alardes de armas " en Hondarribia

 

En Hondarribia, tras el Sitio de 1638, el Concejo dispuso que además de la procesión hasta Guadalupe, la Misa y los festejos, se celebrase la “muestra general de armas” en la misma fecha. Esta muestra o Revista de Armas obligatoria, como ya hemos dicho anteriormente, acompañaba a la procesión de la Virgen de Guadalupe. Tras efectuar la revista correspondiente, la milicia completa acudía a la iglesia para acompañar al resto del pueblo en la procesión y Misa, y cumplir de esta forma el Voto efectuado en 1638.

 

Como se ve, la Revista de Armas adquirió a la vez una nueva dimensión. Se había convertido en un acto cívico-religioso. Antes de 1639, el Alarde de Armas no subía a Guadalupe. De aquí en adelante sí, y se realizaba el 8 de septiembre.

En resumen, se puede decir que el Alarde de Hondarribia es esencialmente la renovación anual del Voto a la Virgen de Guadalupe, en agradecimiento a la liberación del asedio que sufrió la Ciudad en 1638, junto con las milicias forales.


La celebración no se limita sólo a Alarde, sino que comienza con el noveno homenaje a la Virgen de Guadalupe y finaliza con el oficio religioso que se celebra el 10 de septiembre en recuerdo de todos los fallecidos durante el asedio.