Los hijos de Adán y Eva y el origen de la humanidad

Los hijos de Adán y Eva y el origen de la humanidad

¿Quiénes fueron los hijos de Adán y Eva y cómo se originó la humanidad? Así narra la Biblia el nacimiento de la humanidad

Antes de emprender este discurso sobre los hijos de Adán y Eva y el origen de la humanidad, conviene recordar un concepto fundamental, que a veces se pierde de vista. Sería absurdo tomar literalmente todo lo escrito en las Sagradas Escrituras, especialmente cuando estamos hablando de sus libros más antiguos. Si por un lado es cierto que la Biblia fue inspirada por Dios, por otro lado, es igualmente cierto que fue escrita por hombres, quienes reelaboraron el Mensaje divino de manera compatible con el mundo en el que vivían.

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Por lo tanto, Génesis no es ni un libro de historia ni un tratado científico. Contiene las grandes verdades que son la base de las religiones judía y cristiana, inspiradas por Dios y contadas por hombres que vivieron mucho después de los ‘hechos’ narrados en él. Lo que debemos entender del origen del mundo, de la creación del hombre y de la mujer, es el Árbol de la Vida, que dio a los primeros hombres la inmortalidad y los preservó de todo mal, y del Conocimiento, del pecado original, hecho por el hombre por libre elección, y todas las consecuencias que ello ha traído, rompiendo el vínculo entre el hombre y Dios, y haciendo necesaria la venida de Jesús para recrearlo sobre la base de una Alianza nueva y más duradera.

Así que empecemos por Adán y Eva y sus hijos, Caín y Abel, pero también Set, que vendrá a ‘sustituir’ al difunto Abel para dar vida a la bendita descendencia de los hombres, en contraposición a la maldita engendrada por Caín, el fratricida.

Árbol genealógico de Adán y Eva

Un aspecto interesante del árbol genealógico de Adán y Eva es que asume que, una vez expulsados ​​del Paraíso Terrenal, se encontraron viviendo en un mundo ya poblado por otros hombres y mujeres. El hecho de que dos de sus hijos, Caín y Abel, fueran respectivamente agricultor y ganadero nos permite insertar la vida de los dos antepasados ​​de la humanidad en un período histórico correspondiente al Neolítico, por tanto aproximadamente entre el 10000 a.C. y 3500 a.C., época caracterizada por muchas e importantes innovaciones en el procesamiento de la piedra, así como en la introducción de la cerámica, la agricultura y la ganadería, pero también por verdaderas revoluciones en cuanto a la estructura social y familiar.

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Había, pues, otros hombres y otras mujeres, además de Adán y Eva, que tuvieron muchos hijos: « Después del nacimiento de Set, Adán vivió ochocientos años más, y tuvo otros hijos y otras hijas. De modo que Adán murió a los novecientos treinta años de edad» (Gén 5,4-5). Entonces, los hijos de Adán y Eva fueron Caín, Abel y Set, además de muchos otros cuyos nombres desconocemos.

Caín, el agricultor, después de la muerte de Abel se instaló en el noreste del Edén, se casó con su hermana Awan y con su descendencia maldita fundó las primeras ciudades, viviendo como un Sindiós. De la unión con Awan nació Enoc.

Dios hizo que Adán a la edad de 130 años tuviera «un hijo a su imagen y semejanza» (Gén 5,3), Set, que nació ya circuncidado y cuya descendencia buena y religiosa habría llevado a cabo el gran plan divino que llegará hasta Noé y el diluvio. Adán también le habría revelado a Set los conocimientos secretos que luego habrían sido recogidos en la Cábala, el conjunto de enseñanzas esotéricas del judaísmo rabínico. Según el Libro de los Jubileos, un texto no canónico que se remonta al siglo II, Set se casó con su hermana Azura, cuatro años más joven, y con ella engendró a Enós.

Caín y Abel

Si examinamos el relato bíblico, también surge que los sacrificios a Dios estaban muy extendidos entre los hombres: los sacrificios de Abel, que consistían en animales ofrecidos en holocausto, agradaban a Dios, mientras que los de Caín, que ofrecía los frutos de la tierra que cultivaba, no.

Para entender esta preferencia, debemos referirnos a la cultura y religión judía. En el Levítico se afirma que sólo la sangre puede expiar los pecados, porque la sangre es vida (cf. Lv 17,11) y sin derramamiento de sangre no hay perdón (Hb 9,22). Por tanto, los sacrificios de animales eran los más agradables a Dios, los únicos que podían garantizar la redención y la reconciliación.

Algunos estudiosos han leído en el asesinato de Abel por parte de su hermano una lectura simbólica del contraste entre la vida de los hombres que vivían como nómadas y la de los primeros sedentarios, dedicados al cultivo de la tierra. arbol genealogico de Adan y Eva

Una última consideración sobre Caín. Génesis todavía habla de él y de su descendencia:

“Caín se unió a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc. Caín había estado construyendo una ciudad, a la que le puso el nombre de su hijo Eno. Enoc tuvo un hijo llamado Irad, que fue el padre de Mejuyael. Este, a su vez, fue el padre de Metusael, y Metusael fue el padre de Lamec. Lamec tuvo dos mujeres. Una de ellas se llamaba Ada, y la otra Zila. Ada dio a luz a Jabal, quien a su vez fue el antepasado de los que viven en tiendas de campaña y crían ganado. Jabal tuvo un hermano llamado Jubal, quien fue el antepasado de los que tocan el arpa y la flauta. Por su parte, Zila dio a luz a Tubal Caín, que fue herrero y forjador de toda clase de herramientas de bronce y de hierro. Tubal Caín tuvo una hermana que se llamaba Naamá. (Génesis 4,17-24)”

Aunque pueda parecer positivo que se le haya atribuido a Caín el origen de estos artistas y trabajadores, en realidad su elección de construir ciudades se considera en una perspectiva negativa, y él es visto como fundador de una civilización, formada por ganaderos, músicos, herreros, pero quizás también las «hijas del placer» (Naamá, la bella o amada) dedicadas al beneficio personal, la violencia y la confusión, como veremos con la construcción de la Torre de Babel.